El octogenario Antonio Peña junto a los doctores que le operaron, Alberto Juffé y Gonzalo Pradas
El octogenario Antonio Peña junto a los doctores que le operaron, Alberto Juffé y Gonzalo Pradas - EFE

«¿Después del trasplante podré beber vino?»

El Complejo Hospitalario de La Coruña celebra los 25 años del primer trasplante cardíaco en Galicia junto al paciente y al equipo médico que lo hizo posible

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Corrían finales de los años ochenta. El entonces gerente del Juan Canalejo, Tuco Cerviño, su director médico Suso Caramés y el ya fenecido Alfonso Castro Beiras, uno de los grandes de la medicina gallega, viajaban a Madrid con un único propósito. Tenían que convencer a Alberto Juffé Stein de que se trasladara a Galicia para pilotar en La Coruña el servicio de cirugía cardíaca que pocos meses después haría historia con el primer trasplante de corazón de Galicia que hoy celebra 25 años de latidos.

Un aniversario que ayer celebraba el Complejo Hospitalario de La Coruña y que, con tal motivo, reunía de nuevo a tres de sus principales protagonistas, los doctores Alberto Juffé y Gonzalo Pradas y Antonio Peña Rubinos, a quien aquella intervención le salvó la vida.

Era el 4 de abril de 1991. En la casa de los Peña Rubinos una llamada les sobresaltaba.«Me extrañó que me llamaran, no estaba ni arreglado. Me afeité, me arreglé y me vine para la Residencia —como conocen los veteranos al Juan Canalejo—. Me metieron en un baño para desinfectarme. Le pregunté al doctor Hermida si había corazón y me dijo que de momento no se sabía», relataba este viernes el octogenario.

«Llevaba cuatro o cinco días en la UCI y le pregunté al doctor cuándo me operarían. Me dijo que ya estaba operado. A los quince días me mandaron para casa con un médico y una enfermera para ponerme el suero y hasta hoy», recuerda.

Pese al tiempo transcurrido, el acto celebrado este viernes, y que se hizo coincidir con una jornada sobre «Insuficiencia cardíaca avanzada, práctica clínica y modelos organizativos», sirvió para reconocer en la historia de Rubinos la de los 734 trasplantados de corazón que desde entonces suma el centro coruñés. Durante años, este octogenario visitó el centro para fomentar la donación. Con humor recuerda como un paciente que se encontraba en su misma situación le llegó a preguntar: «¿Después del trasplante podré beber un vasito de vino?».

«Me regalaron todos estos años», señala quien lamenta no haberlos podido compartir con los suyos. «Mi vida es un poco mala. Me murió un hijo de accidente, luego me murió el otro y hace tres años murió mi mujer. De cuatro, solo quedé yo. Contaban con que muriese yo y ahora quedé solo», recordaba en declaraciones recogidas por Efe. «Fue la alegría más grande que llevé en mi vida», reconoce en una jornada en la que todos quisieron compartir unos instantes con él el día en que volvía a ser protagonista.

La responsable de la unidad de insuficiencia cardíaca y trasplante de la Xerencia de Xestión Integrada de La Coruña, Marisa Crespo, y el jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca del Chuac, José Cuenca, que actuaron en calidad de anfitriones, no dejaron de arropar a Peña. Su caso estuvo muy presente en unas jornadas en las que expertos internacionales abordaron esta patología y su tratamiento.

Tampoco se ahorraron los halagos hacia quienes hicieron posible este regalo de un cuarto de siglo, el equipo médico encabezado por Juffé y Pradas, en un encuentro en el que el conselleiro de Sanidade, Jesús Vázquez Almuiña, tuvo palabras de reconocimiento para el que fuera jefe del Servicio de Cardiología del Chuac, Castro Beiras.

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