Arias durante la entrevista con ABC, el pasado viernes
Arias durante la entrevista con ABC, el pasado viernes - MUÑIZ
Entrevista al presidente de la CEG

Antón Arias: «Los críticos confían en mí y en el proyecto que encabezo»

El constructor coruñés se marca el reto de devolver la estabilidad económica e interna a la CEG y, entonces, convocará de nuevo elecciones

Santiago Actualizado: Guardar
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Tiene claro que la CEG debe superar las luchas intestinas que le persiguen desde hace años y es consciente de que no es un reto fácil. Por delante, un mandato en el que debe convencer de su proyecto a las patronales de Orense y Pontevedra que votaron en bloque contra su candidatura. Con todo, celebra el mejor resultado de los últimos años con un respaldo del 60 por ciento. «El más claro que hay», afirma el nuevo patrón de la institución durante un encuentro con ABC inmediatamente después de su proclamación.

-Cien contra 64. Se siente respaldado, pero tiene un importante sector en contra. ¿Cómo casa esto con reconducir la crisis interna que viven y superar la división?

-Es un sector crítico que pese a que se ha manifestado en contra de la candidatura no lo ha hecho con respecto a mi persona.

Confían en mí y en el proyecto que encabezo en cuanto a las decisiones que hay que tomar respecto a la situación de la CEG y así me lo han trasladado. Tengo plena confianza en que acaben sumándose, máxime cuando el mandato de la asamblea es tan claro.

—¿Traicionó La Coruña con su candidatura al resto de provinciales? El bloque opositor cree que sí.

—No hubo traición. Se acordó buscar un candidato de consenso y una provincia pidió consultarlo (Orense), luego conocemos a través de los medios que esta misma provincia incorpora un elemento del que no se había hablado, una presidencia rotatoria que conculca los estatutos y que entendíamos que era lesivo para los intereses de la CEG. Desde La Coruña entendimos que esta situación daba por roto el pacto y así lo comunicamos a las provinciales y al conjunto de la organización. Ya no nos sentíamos vinculados a ningún acuerdo.

—Sí, pero agotaron los plazos y movieron ficha en el último momento sin margen de reacción para el resto.

—Los plazos no los marcamos nosotros. Yo le puedo asegurar que el día anterior al anuncio no sabía que iba a ser el candidato. Durante un reunión y ante la insistencia de mis compañeros de que era el perfil más adecuado para generar el consenso que necesita la CEG valoro la situación y entiendo que debo dar el paso. Esto fue así de precitado y porque el calendario lo marcaron las actuaciones de otros. No agotamos el tiempo para que al final no hubiera margen de maniobra, igual que nosotros presentamos un candidato en cuestión de horas, el resto también lo pudo hacer.

—Sea como fuera, ha dado el paso y no pocos le tildan de valiente. ¿Se siente un paracaidista?

—No, me siento responsable. Di el paso convencido de que si no lo daba nos abocábamos a la desaparición. Al igual que otros miembros de la Confederación entendí que esto había que evitarlo, porque creo firmemente en que la CEG es necesaria como organización. No tiene sentido que teniendo una organización en funcionamiento nosotros mismos la dinamitemos. Tomé conciencia de la situación y entre las alternativas, la más coherente era intentarlo.

—¿Confía en reconducir la CEG y pacificar la vida asociativa tal y como se ha propuesto?

—Sí y además me refuerzo en esa idea después del resultado de hoy. Insisto en que el sector crítico ha dicho que apoyaría la candidatura y al candidato, pero que las formas entienden que no fueron las más adecuadas. Lo que hemos vivido hoy (por el viernes) ha sido la escenificación de un rechazo previo de su malestar por una situación, pero en el fondo comparten todo lo que hemos hablado. Ellos saben cómo soy yo y que ninguna presidencia puede reconducir esto si no tiene el apoyo mayoritario de los órganos de gobierno. No estamos ante una organización presidencialista y si no logramos el consenso nos veremos abocados de nuevo a lo que pasó en los anteriores mandatos.

—Precisamente su antecesor en el cargo llegó a afirmar que el presidente de la CEG es un reo de las provinciales ¿Coincide con esta apreciación?

—No es una palabra que refleje la realidad y demuestra una cierta ingenuidad por quien hace esta declaración. Yo sé muy bien dónde estoy y a dónde vengo y Dieter también lo sabía. El papel del presidente es un papel de urdidor de acuerdos y consensos. Ante la disparidad tiene que intentar buscar puntos de entendimiento a través del diálogo y la participación.

—Tanto Alvariño como Dieter se enfrentaron a una situación de bloqueo que derivó en su dimisión y que tendría solución con un cambio de los estatutos. Ha dicho que está en su agenda modificarlos.

—Sí, tal y como comprometí creo que este proceso de pacificación de la CEG debe culminar con una modificación de los estatutos que permita una representatividad que sea fiel reflejo de esta organización y de cada una de las partes que la componen. Tiene que potenciar la participación de todos los asociados y facilitar la prestación de servicios para que la organización entienda que esto tiene un sentido. Si somos capaces de lograr estas tres cuestiones, representatividad, proporcionalidad y prestación de servicios y plasmarlo en los estatutos, la CEG tiene vida para muchos años.

—Ha dicho que la difícil situación económica que atraviesa la CEG es fácil de revertir. ¿Cómo?

—Ya se han dado mucho pasos en este sentido, y de ese plan de reversión en marcha queda un único paso que es la formalización de la hipoteca. Las entidades financieras ya han manifestado su intención de formalizarla y solo faltaba tener la tranquilidad y la confianza de que estaban hablando con una institución que iba a tener continuidad y tenía a alguien que la representase. Ahora se dan todos estos elementos y confío en que la firma sea inminente.

—Se habló también de vender la sede.

—Se habló sí, pero en estos momentos en lo que estamos es en renegociar esa hipoteca. A partir de ahí, veremos cómo estamos y qué decisión tomamos.

—¿Habrá más ajustes en la plantilla?

—También veremos. Por ahora lo que se ha hecho es lo que se había hablado. La evolución de la CEG es la que va a marcar los pasos a dar.

—¿Una vez superados los problemas internos y económicos dimitirá como ha confirmado?

—Sí. Entiendo que mi candidatura se fragua ante la necesidad de revertir una situación que abocaba a la extinción y desaparición. Una vez cumplida la finalidad del mandato entiendo que se debe abrir un nuevo proceso. Mi compromiso es en este sentido.

—¿Qué pasará con la red Pexga?

—Nuestra voluntad es seguir con el servicio siempre que los términos sean satisfactorios para la organización. Necesitamos un marco que sea viable, distinto al que se ha desarrollado hasta ahora y que ha sido perjudicial para los intereses.

—En todo caso, ¿es viable la CEG?

—Sí, pero debe tener claro cuál es su función, que es centrarse en el colectivo empresarial y alejarse de personalismos. Si centramos la función de la CEG en disputas por sillones y particularismos, esto acabará por dinamitarla y no es lo que queremos.

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