Entrevista a Carmela Silva, presidenta de la Diputación de Pontevedra

Carmela Silva: «La gente está harta de que en el PSdeG hablemos siempre de nosotros mismos»

La presidenta de la Diputación de Pontevedra defiende el pacto de gobierno con el BNG y recomienda a la Xunta «que ponga recursos» si quiere acabar con la confrontación

La presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, durante su conversación con ABC MIGUEL MUÑIZ

ZORAIDA RIAL

Pasado ya el ecuador de su mandato como presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva (Vigo, 1960) recibe a ABC para repasar algunos de los temas que protagonizan la agenda política del ente provincial. Con respecto a la actualidad de su partido, el PSdeG, prefiere guardar silencio. «No hablo de política orgánica, y mucho menos públicamente», concluye.

—¿Qué balance hace de estos dos años y medio al frente de la Diputación de Pontevedra?

—Yo creo que el cambio es radical, más bien absolutamente radical. Cambiamos total y absolutamente la forma de gobernar guiándonos por los principios de transparencia, de respeto a la autonomía local y de un buen uso de los recursos públicos. Además, en esta Diputación la igualdad no existía, por lo que creamos un área de igualdad y cambiamos también la forma de relacionarnos con la sociedad. Hoy esta es una institución de puertas y ventanas abiertas, y eso es algo que a la oposición le molesta mucho que diga, pero es una obviedad. A esta Diputación no hay quien la reconozca.

—Comparte gobierno con el BNG, ¿cómo es la relación entre los dos partidos?

—Yo creo que somos un modelo a seguir. Somos un gobierno de dos partidos políticos pero que aprobamos un acuerdo marco al inicio de esta nueva andadura política y actuamos como un gobierno único, unido y fuerte, con las ideas muy claras. Tenemos un proyecto de desarrollo para la provincia de Pontevedra, centrado en las personas y no ha habido absolutamente ningún problema. Por supuesto que somos dos grupos políticos distintos, con ideologías diferentes y tenemos que hablar mucho muchas veces para llegar a acuerdos. Pero es algo que es normal.

—Es usted la presidenta de una diputación, un ente que ha sido cuestionado en numerosas ocasiones incluso por su partido, que llegó a pedir su supresión, ¿qué mensaje enviaría a todos aquellos que cuestionan su viabilidad?

—El Partido Socialista nunca planteó la supresión de las diputaciones así, de forma global. Lo que planteaba es que en una gran reforma de la Administración del Estado habría que analizar qué función deberían tener, e incluso pensar si deberían desaparecer y crear otro organismo como podía ser un comité de alcaldes. En todo caso, eso tendría que abordarse dentro de esa reforma constitucional que llevamos tiempo planteando. Es cierto que ha habido una visión negativa de las diputaciones porque muchas de ellas, como esta misma, eran administraciones caciquiles y clientelares y eso deterioró su imagen, no lo podemos negar. Pero desempeñan un papel imprescindible y fundamental, que es apoyar y garantizar los servicios y los derechos en los ayuntamientos de menos de veinte mil habitantes. A día de hoy son necesarias, pero yo soy de las que no me cierro a que en ese gran debate de reforma constitucional se analicen diferentes formas de garantizar que los servicios lleguen a todos los ayuntamientos.

—Son frecuentes los desencuentros entre la institución que preside y la Xunta. El último ha sido a cuenta de la remodelación del mapa de emergencias, donde la Diputación de Pontevedra ha sido la única que ha rechazado la demanda del Gobierno gallego de impulsar la comarcalización de los parques de bomberos de las ciudades...

—Porque es mentira, no hay ningún proyecto de comarcalización, el señor Alfonso Rueda no tiene ningún documento que diga cuál es el modelo de comarcalización y cómo se va a llevar a cabo. ¿Ha hablado con los alcaldes de Vigo y Pontevedra? La comarcalización pasa por que Vigo y Pontevedra pongan a su propio servicio de bomberos a disposición de los ayuntamientos de sus áreas de influencia. Y si estuvieran dispuestos ¿cuántos recursos pondrían?, ¿cómo hacemos?, ¿lo tiene escrito el señor Rueda en algún sitio? Nada, no hay nada escrito, simplemente palabrería.

—Esa tónica de confrontación con la Xunta es también frecuente desde el Concello de Vigo, del que usted forma parte ¿no deberían hacer un esfuerzo ambas administraciones por acercar posturas dado que Vigo es la principal ciudad de Galicia?

—Eso se arregla muy fácil, con los presupuestos de la Xunta. Que en el 2018 aparezcan en los presupuestos recursos para el Ayuntamiento de Vigo. Pero no, hay recursos para La Coruña, para Santiago y cero recursos para Vigo. El señor Feijóo lo tiene muy fácil, solo tiene que tratar a Vigo como se merece. Siempre es la Xunta la que confronta con la ciudad al no tenerla presente en los presupuestos, así que es así de claro: que ponga recursos y se acabó la confrontación.

—Precisamente este año decidía no acudir al Parlamento gallego a explicar los presupuestos para denunciar ese «maltrato» de la Xunta a Vigo, ¿mantendrá ese boicot también el año que viene?

—Esto es una cosa muy seria. No voy al Parlamento, en primer lugar, porque no tengo ninguna obligación, porque yo tengo que dar cuentas en mi pleno, ¿o el presidente de la Xunta va a venir aquí a mi pleno a contar lo que invierte en la provincia de Pontevedra? ¿Por qué no viene el presidente de la Xunta aquí? Yo soy tan gobierno como él. Eso lo primero, autonomía local. Y en segundo lugar, no estoy dispuesta a ir voluntariamente y recibir insultos gravísimos como que se me llame mafia siciliana.... Mire no, no estoy dispuesta, por principios políticos y porque yo no voy a un lugar a donde una persona con muy poco cerebro se dedica a insultarme. Mientras eso sea así, no iré, así de sencillo.

—El nuevo líder del PSdeG se reunió con el presidente de la Xunta y Feijóo le invitó a liderar una oposición «útil» con la que poder llegar a pactos, ¿debe el nuevo PSdeG seguir esta línea o una de confrontación?

—Yo le escuché al nuevo secretario general que iba a confrontar con el presidente de la Xunta. Fue lo que le oí, que íbamos a hacer frente al abandono que hay frente al sufrimiento de tanta gente que todavía padece la crisis aquí, y yo coincido.

—Pero Gonzalo Caballero le ofreció la colaboración del partido en asuntos clave como la negociación de la financiación autonómica e incluso calificó la reunión de «cordial»...

—Es que yo me fui a reunir con Rueda y Feijóo y la reunión también fue muy cordial dentro de los límites de la buena educación. ¿Sabe cuanto duró? Media hora. Yo sería feliz de poder acordar, tener una relación con diferencias políticas, pero con la Xunta no se puede, lo veo imposible e inviable porque Feijóo es un político que no quiere acordar. Solo se siente cómodo si trabaja entre el barro.

—¿Cómo está viendo a Caballero en sus primeros meses en el cargo?

—Está haciendo el trabajo que le corresponde, no me corresponde a mí como presidenta de una institución hacer valoraciones orgánicas. Yo las cuestiones de mi partido las hablo dentro de mi partido.

—¿Pero se ha reunido con usted para interesarse por los problemas de la provincia?

—Estuvo en el congreso provincial y allí se habló muchísimo del proyecto político para la provincia. Está al tanto de lo que ocurre en las cuatro provincias y por lo tanto no hay ningún tipo de dificultad. Pero repito que no hablo de cuestiones orgánicas. Yo vine a la política para transformar el mundo, lo demás son cuestiones accesorias. La gente está tan cansada... ¡Y yo también eh! No quiero hablar de nosotros mismos, quiero hablar con la gente de la gente.

—Díganos al menos cómo recibió el llamamiento de la responsable de Política Institucional del PSdeG, Dolores Villarino, un día antes de las primarias provinciales en Pontevedra, instando a dejar atrás las «baronías» de las diputaciones.

—Eso se lo tendrá que preguntar a ella, yo esas cosas nunca las digo porque yo soy una política muy seria, una mujer muy rigurosa. Jamás haría esos comentarios porque yo jamás hablo de las cuestiones orgánicas de mi partido y mucho menos públicamente. La gente está harta de que hablemos siempre de nosotros mismos.

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