Betto García, en su atelier de Valencia
Betto García, en su atelier de Valencia - ROBER SOLSONA
Cultura

El sombrerero valenciano Betto García pone su primera pica en la Semana de la Moda de Nueva York

Este valenciano de 26 años, formado en el prestigioso atelier de Edwina Ibbotson en Londres, es una de las grandes promesas de la alta costura española

VALENCIA Actualizado: Guardar
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La historia de cómo Betto García pasó en solo seis años de anónimo aprendiz a colocar sus diseños en la Semana de la Moda de Nueva York es una sucesión de felices casualidades. Él es la prueba fehaciente de cómo se puede manejar el destino –un poco al menos- a base de arrojo y fe en uno mismo. Dicharachero, seguro de sí mismo y tocado él mismo con una buena mata de rizos que se precipitan como una cascada sobre la frente, este valenciano de 26 años está llamado a revitalizar el diminuto sector de la sombrerería de alta costura en España. Se formó en Inglaterra, donde los “hats” son religión. Trabajó en uno de los talleres más prestigiosos de Londres, donde se visten las cabezas de la Familia Real británica, y asistió a señoras de clase alta durante tres temporadas de Ascott. Hoy, ya instalado en su ciudad natal, nos abre su atelier en la calle Conde Altea.

Es un piso pequeño y abigarrado, donde vemos hormas de madera, agujas, alambres y bustos con algunas piezas de su colección. Algunas de ellas han formado parte de reportajes de moda para las revistas especializadas como Vogue y Harper's Bazaar. Llama la atención la ausencia de máquinas de coser. “Aquí todo es absolutamente artesanal, todo se cose a mano”, nos aclara. “Creo que lo que diferencia mis pamelas y tocados es que son muy de autor. Nunca hay dos piezas iguales”. Insiste en que no se considera diseñador: “Me siento mucho más identificado como artesano o artista plástico. De hecho no soy ningún friki de las tendencias. No me gusta fijarme en ellas porque así evito que influencien mi trabajo”.

El sombrerero valenciano posa para ABC
El sombrerero valenciano posa para ABC - ROBER SOLSONA

Una vista rápida a sus creaciones permite corroborar que no hay un solo hilo conductor en las creaciones de Betto García. Tampoco hay género en la colección de nueve sombreros que ha creado para el desfile de Palomo Spain en la Semana de la Moda de Nueva York que arranca la semana que viene. “Alejandro [Gómez Palomo] y yo llevamos colaborando juntos varias temporadas. Él tiene una línea genderless o neutra, en la que trabaja sobre la idea de qué hubiese pasado si la moda masculina no se hubiese estancado en el traje de chaqueta”, nos explica.

Una historia rocambolesca

Como avanzábamos en el arranque de este artículo, la historia de cómo Betto llegó a cumplir su sueño de ser sombrerero no tiene desperdicio. No pasó por ninguna escuela de diseño de moda; no le movía el deseo de estudiar, sino el de pasar a la acción. “Además, a mí lo que siempre me llamó la atención fueron los sombreros, y en España no hay formación para ello”, lamenta. Curiosamente, su única alternativa vocacional era la abogacía (“Sí, ya sé que es un poco raro”). Un buen día de 2010, sorprendió a sus amigos con la noticia de que se marchaba a Londres, cuna de la sombrerería, con 400 euros en el bolsillo y sin saber nombrar los días de la semana en inglés. “Empecé de mantero, vendiendo gorritos de lana y piezas de punto en la calle. Alguna multa me cayó, pero como no tenía casa fija no había dirección a la que mandármelas”, comenta entre risas. El primer y definitivo golpe de gracia se produjo un 26 de diciembre. “Me perdí por la calle y le pregunté a una señora cómo podía llegar a casa. Era Maite Escario, mi ángel de la guarda. Una española que llevaba diez años en Londres y me dijo que era amiga de la manager de Edwina Ibbotson, una de las mejores sombrereras de alta costura del país. Me consiguieron una entrevista, y me tuve que inventar todo mi currículo porque yo en realidad no tenía ni idea de coser”. Contra todo pronóstico, Betto no solo entró como aprendiz, sino que su facilidad para aprender, su carácter resolutivo y su creatividad le granjearon una posición de confianza en esa casa, conocida por trabajar para la crema y nata de la aristocracia británica (las duquesas de York y Pippa Middleton son clientas habituales).

Betto García
Betto García - ROBER SOLSON

Todo iba sobre ruedas, pero Betto aspiraba a ser su propio jefe. “Soy una persona muy emprendedora y no iba a ser feliz como asalariado. Yo creo mucho en lo que hago”, afirma con contundencia. Así es como se explica su retorno a España, un país donde la sombrerería sigue estando en pañales. En apenas tres años, Betto ha logrado hacerse un hueco en el restringido grupo de los sombrereros de alta costura, donde “apenas somos diez personas, y me sobran dedos”.

Asegura que “en Inglaterra las clientas saben muy bien lo que quieren, mientras que en España estamos reeducándonos”, de modo que una parte muy importante de su trabajo como sombrerero es el asesoramiento. Las conversaciones con las clientas son esenciales para “captar su personalidad y aconsejarles un tocado o una pamela adecuada para ellas”. “Para llevar un sombrero como se debe, lo principal es que tenga una buena sujeción a nivel técnico, y después que la mujer vaya cómoda y segura. No vale la pena que lleves un “pamelón” si luego vas a estar en la fiesta con el cuello rígido y con miedo a chocarte por las esquinas”, explica. “Es muy importante saber defender un sombrero al andar”. Tomamos nota.

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