Rosemarie Castoro, la gran minimalista desconocida

El Macba dedica una amplia retrospectiva a la artista y bailarina neoyorquina

«Focus At Infinity», una de las obras de Castoro ABC

MARÍA GÜELL

El Macba evoca el loft donde Rosemarie Castoro (Nueva York, 1939-2015) tenía su estudio. Un espacio blanco con techo alto da acoge una exquisita selección de las esculturas orgánicas de la artista norteamericana que la comisaria Tanya Barson define como «la gran minimalista desconocida».

Barson anunció cuando llegó al Macba desde la Tate Modern de Londres que daría visibilidad a mujeres artistas que no han recibido la atención merecida. Y aquí tenemos su primera exposición en esta línea: «Esta retrospectiva, que abarca los quince años más fructíferos de Castoro (1964-1979) , es el resultado de una investigación inmensa en la que nos ha ayudado mucho tener sus diarios».

«Enfocar el infinito» reúne doscientas cincuenta obras, algunas de ellas inéditas. De todas ellas la más representativa es «Beaver’s trap» (trampa de castores), que se ha colocado estratégicamente al final del pasillo de las segunda planta. «El título alude a una trampa para capturar un castor, que en italiano sería un castoro, así que hace referencia a su apellido. Pero al mismo tiempo es una alusión corporal y sexual que ella imagina como una vagina dentada». Esta instalación consta de unas estacas de madera afiladas que conservan su forma original. La artista de origen italiano empezó esta gran pieza mientras realizaba una residencia en la Universidad de Colorado y la concluyó en Nueva York.

Si esta trampa atrapa al visitante también lo hacen sus primeras pinturas repetitivas fruto de su faceta de diseñadora gráfica y sus performances con pintura. «Hay varios cuadros con líneas en forma de Y que mutan y se transforman como notas musicales encima de la tela», puntualiza Barson.

La artista formó parte del círculo de la vanguardia neoyorkina de los años 60 y 70 junto a Donald Judd, Yvonne Rainer, Robert Morris, Sol LeWitt, Agnes Martin y Carl Andre –con el que estuvo casada durante unos años–. En una de las vitrinas vemos algunas postales que le mandó Sol LeWitt desde Marruecos.

Otra de las curiosidades de Castoro es su afición a apuntar todo lo que hacía durante el día: «A veces me observo a mi misma en el tiempo registrando mis actividades con un cronómetro». La artista y bailarina también conectó con el land-art. Sus piezas más famosas fueron los Flashers, una serie de formas totémicas abstractas que le ocuparon de forma intermitente durante diversas décadas.

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