El equipo de Colau celebra como una «victoria» la pérdida del hotel de la Torre Agbar

Lo que unos presentan como un triunfo, para otros es un fracaso de la ciudad. La decisión de los promotores de un hotel en la Torre Agbar de renunciar al proyecto por las trabas burocráticas del Ayuntamiento fue presentado ayer por el equipo de la alcaldesa Ada Colau como una victoria. El edil de del distrito de Sant Martí, Josep Maria Montaner, no dudó en presentarlo de esta manera: «Aunque es una decisión de la propiedad, lo consideramos un éxito, una victoria».

«La voluntad de los vecinos y del Ayuntamiento era que no se hiciera el hotel y la tramitación, sin duda, no ha tenido ninguna facilidad, se entiende que se lo hayan repensado», añadió en declaraciones a BTV, dejando claro que el Consistorio puso todas las trabas posibles hasta que la promotora, Emin Capital, tiró la toalla.

En la misma línea, el segundo teniente de alcalde, Jaume Collboni (PSC), celebró que el proyecto hotelero dé paso a una mayor oferta de oficinas. «Ayuda a diversificar la economía de la ciudad», apuntó el socialista, que recordó que en Barcelona «tenemos demanda de oficinas».

Collboni explicó que en las misiones empresariales internacionales y en los contactos con emprendedores detectan «que hay muchas empresas que se quieren instalar en Barcelona, y más en un distrito económico como el 22@», en el que se encuentra la Torre Agbar, ahora propiedad de Merlin, que pago 142 millones por hacerse con el edificio. Alfred Bosch (ERC) también celebró el cambio de usos.

«Talibanismo político»

Frente a esta visión del equipo de gobierno y de ERC, la oposición municipal entró en tromba contra el papel del Ayuntamiento. Para la líder de C’s en el Ayuntamiento, Carina Mejías, la pérdida del hotel de lujes una mala noticia, porque Barcelona pierde inversión y puestos de trabajo y «perjudica de manera grave la imagen» internacional por la sensación de «inseguridad jurídica».

De igual forma, el líder del PPen la ciudad, Alberto Fernández, atribuyó al «talibanismo político» de Ada Colau la pérdida de una inversión notable y la imagen de inseguridad jurídica que se ha transmitido.