Turistas asiáticos fotografiando el templo
Turistas asiáticos fotografiando el templo - INÉS BAUCELLS

Los sufridos vecinos de la Sagrada Familia

El barrio,«zona cero» del turismo de Barcelona, recibe 10 millones de visitantes al año, sufre un «boom» de tiendas de «souvenirs» y proliferan los pisos turísticos

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Riadas de turistas, autobuses en marcha que monopolizan las calzadas y taladran los oídos con el zumbido de sus motores, comercios que viven solo por y para el turismo... Los vecinos que tienen la suerte de alzar la persiana o girar la esquina y disfrutar de la Sagrada Familia de Barcelona, la joya de Antoni Gaudí, también viven un agobio constante al salir de su portal. La presión es más que habitual, y no es para menos. Es la «zona cero» del turismo barcelonés, muy probablemente el punto más visitado de España. «Solo» tres millones, si es que se puede decir así, visitan el interior de la basílica, pero son unos 10 millones, según cálculos municipales, los que deambulan cada año por los aledaños.

La «zona cero» se ubica concretamente en el cruce entre las calles Mallorca y Marina. De las cuatro esquinas del templo ésta es la más abarrotada, ya que ve pasar a todos los turistas que llegan en autocar. Apeados dos calles más abajo, llegan en peregrinación a la basílica. Esquivar estos grupos de entre 20 y 40 personas es un suplicio para los vecinos.

«Parecen ovejas descarriadas»

«Parecen ovejas descarriadas: ocupan toda la acera, se van parando y detienen al resto de paseantes», lamenta Carmen, vecina de toda la vida, que denuncia que los visitantes «se piensan que tiene derecho a todo y algunos son muy sucios». La indignación ha llevado al barrio a convocar para hoy una manifestación de protesta. «No estamos en contra del turismo, sino en contra de turismo masivo», explican los vecinos.

«Hay demasiado impacto sobre el barrio», comenta Joan Balañach, miembro de la Junta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB). Al desgaste de la calle, ahora se le suma el «boom» de los pisos turísticos. La alcaldesa Ada Colau ha intentado frenarlo con una moratoria que de momento solo ha aumentado -se calcula que en en un 20%- sus precios.

El giro comercial es otra de las grandes quejas y el tramo entre la parada de buses y el templo es el gran ejemplo de la situación: 9 de sus 22 locales se dedican a la venta de «souvenirs». Además, hay una tienda especializada en aceite de oliva y tres charcuterías, que intentan encandilar a los visitantes con productos «spanish». Cada vez quedan menos comercios tradicionales, como el Cafès Sardà, la Sastrería Martells o el Bar Neutral, que están hartos de ver pasar los grupos y de no hacer negocio con ellos.

Las tiendas de «souvenirs» también tienen sus quejas por la inacción municipal ante la presencia de «manteros»

Las tiendas de «souvenirs» también tienen sus quejas por la inacción municipal ante la presencia de «manteros». «Nos afecta mucho. Hay mucha competencia y solo nos faltan ellos, que venden barato y nos perjudican», explica Jag Windersingh, que lleva tres años en uno de estos comercios.

El concejal de Turismo de Barcelona -a la vez, edil del Eixample, distrito de la Sagrada Familia-, Agustí Colom, reconoce que «hay que minimizar las molestias» y prevé hacer un «análisis profundo que permita conocer toda la movilidad del barrio». En plena elaboración de un plan para la zona, que va para largo, el consistorio lleva años intentando atajar problemas con trabajos de «microcirugía».

Así, en el anterior mandato el alcalde Xavier Trias (CiU) alejó el parking de buses de la «zona cero» -algo que Colom cree que se tendrá que revisar porque «solo ha desviado el problema»- y consiguió que el templo quitara las taquillas de la calle. Ahora, Colom avanza a ABC, se reubicarán algunas terrazas y se peatonalizará un tramo de Marina en festivos para descongestionar aceras. Además, el edil defiende que se está potenciando el control a pisos turísticos, aunque dice que «sancionar es muy difícil».

Cerca de la Sagrada Familia, el no menos impresionante recinto modernista de Sant Pau espera visitantes. Cuadra con los planes de descentralizar el turismo del Ayuntamiento, aunque no despierta mucho interés entre los turistas. Desde Turismo de Barcelona se están creando circuitos para descongestionar el centro.

Cambio de modelo turístico

«La predisposición es buena. Estas medidas paliativas pueden hacer el espacio público más amable y compatible, pero no resuelven el problema que tiene la ciudad de base», asegura Balañach. De hecho, el agobio en la Sagrada Familia no es el único de Barcelona, que se calcula que recibe al año unos 27 millones de personas. Sólo un tercio de ellas se acerca al templo porque el 40% de los turistas repite destinación y busca otros atractivos.

Los barrios del Raval, el Gótico y la Barceloneta son otros focos similares. «Quizás el problema es que el Ayuntamiento se ha puesto tarde a trabajar en el problema», comenta Ramon Serrat, profesor y consultor del Campus de Turismo, Hostelería y Gastronomía del CETT-UB, que considera que hace falta una coordinación más amplia y que cuente con la opinión de todos los agentes implicados. «A pesar de los esfuerzos, no podemos engañarnos: la gente seguirá queriendo ir a la Sagrada Familia», sentencia.

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