José García Domínguez - PUNTO DE FUGA

Puigdemont ya habla solo

Puigdemont acaba de anunciar a los cuatro vientos la muy inminente proclamación de la Republiqueta Catalana… sin lograr captar la atención ni de los gatos del Parque de la Ciudadela

José García Domínguez
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Al pobre president Puigdemont le pasa lo mismo que a la tal Verónica Pérez, esa buena señora que se plantó en Madrid diciendo ser la autoridad máxima del PSOE y a la que no prestaron la más mínima atención ni los conserjes que vigilan la puerta de entrada en la sede nacional de su partido. Así, al modo de la obviada y obviable compañera Pérez, Puigdemont acaba de anunciar a los cuatro vientos la muy inminente proclamación de la Republiqueta Catalana… sin lograr captar la atención ni de los gatos del Parque de la Ciudadela. El drama de la compañera Pérez y del president Puigdemont es que sufren ambos el síndrome del general Della Rovere, pero con la agravante añadida de que solo ellos se toman en serio su propio papel.

La cómica Pérez cree que manda en el PSOE y el peripatético Puigdemont barrunta que le va a meter mucho miedo en el cuerpo al Estado anunciando otra “performance” dominguera como la del 9-N. En fin, cada loco con su tema.

“Eso del derecho a decidir es una chorrada que nos inventamos para no mentar la autodeterminación, que es de lo que se trata. Y punto pelota". La confesión de parte se le escapó a Agustí Colomines, el que fuera presidente de la fundación del Partido del 3%, en un plató de televisión. Y es que el derecho a decidir, como bien dice el locuaz Colomines, no existe. Sépase que las únicas constituciones que recogían tal precepto fueron las de la Unión Soviética y Yugoslavia, dos Estados difuntos. En ningún otro lugar se contempla semejante prerrogativa. En ninguno. Porque tampoco en Canadá rige derecho a consumar tal fantasía. Cuanto en su día hizo el Tribunal Supremo al respecto no fue más que ratificar que la potestad última sobre la integridad territorial corresponde a la nación canadiense. Única y exclusivamente a la nación canadiense, no al iluminado Pérez o Della Rovere de turno. Vigile, Puigdemont, o acabará donde la compañera Pérez.

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