De políticas y traiciones

Ser concejal en el ayuntamiento de Barcelona va a acabar siendo una profesión de riesgo. Por si no había suficiente con los arrebatos ideológicos de la alcaldesa Colau ahora hay que lidiar casi a diario con intrigas palaciegas, conjuras y traiciones, que empiezan a ser el perejil de todas las salsas. El primero en sumarse a este carro fue el PSC, que se entregó a los brazos de Colau olvidándose de repente de que estaba en contra de la moratoria hotelera, de los okupas y del plan de ordenación de los alojamientos turísticos (PEUAT). Pero todo se pega.

A la hora de vender sus compromisos por 30 monedas de plata más IVA no hay siglas. El gobierno de Colau es un maestro en este arte del birlibirloque.

En julio del año pasado, la alcaldesa urdió una operación encubierta -con el beneplácito de la mayoría de grupos municipales- para impedir que prosperara una comisión de investigación solicitada por Ciudadanos sobre la anterior gestión de CiU porque no encontraban causa. Unos meses después, es el propio gobierno el que quiere abanderar la creación de esta comisión como si se partiera de cero. Y olvidando, claro, que cuando lo pedía Cs era demagogia pero ahora es transparencia. Doble rasero de manual.

Pero a los comunes les han salido imitadores, y algunos prometedores, como ERC. Los republicanos, salvaron in extremis a Colau su plan contra los alojamientos turísticos y ahora le han calcado lo de la exclusión por razones ideológicas. Durante varios días, desde Cs hemos intentando consensuar con ERC la petición de una comisión extraordinaria para que el gobierno dé explicaciones por los elevados sueldos de los directivos de TMB. Después de maniobras de distracción han preferido un acuerdo con la CUP y nos ha dejado fuera. Tal cual. A este paso, cuando los políticos nos crucemos por los pasillos en lugar de saludarnos igual acabamos preguntando: ¿Para cuándo la próxima traición?

Carina Mejías preside el grupo municipal de C's en Barcelona.