José García Domínguez

Obituario de la CUP

Colau pretende clonar el modelo, tan eficaz en los viejos buenos tiempos, del PSC: una alianza estratégica de la izquierda española

José García Domínguez
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Pese a esa vieja quimera racionalista, modernizadora y europeizante, la que da forma a la imagen de sí mismo que desde sus orígenes ha querido proyectar el catalanismo político, aquí, ahora igual que antes, siempre acaba imponiéndose el espíritu nihilista, iconoclasta, patibulario y dinamitero de Durruti. Es enfermedad que no tiene remedio. Porque lo que en el fondo hay tras las bullangas de Gràcia es la misma querella fratricida que enfrentó en la Barcelona de cuando la guerra a los heterodoxos del POUM y las milicias de la CNT con el PSUC, el partido de orden que ansiaba el monopolio absoluto en el ámbito de la izquierda catalana. En aquel entonces, los de Andreu Nin fueron exterminados por las bravas, sin contemplaciones.

Idéntico destino, si bien solo simbólico, al que aguarda a la alegre muchachada de la CUP. Y es que Cataluña resulta demasiado pequeña como para que quepan los de Colau y nuestra atrabiliaria fotocopia comarcal de Batasuna. Alguien sobra. Y nada indica que sea la alcaldesa.

La CUP se partirá por la mitad. Ya andan en conversaciones con ella y Podemos por ver de alumbrar esa tercera vía soberanista y anticapitalista llamada a sellar de una vez el callejón sin salida del dichoso proceso. Por lo demás, la confluencia remitiría a las señas de identidad de su electorado. Al cabo, los nuevos votantes de la CUP procedían, sobre todo, de ICV, esto es de las siglas que recogieron en su día la legitimidad histórica del difunto PSUC. Colau pretende clonar el modelo, tan eficaz en los viejos buenos tiempos, del PSC: una alianza estratégica de la izquierda española (antes el PSOE, ahora Podemos) con sus iguales catalanistas, desde el bien entendido de que el cuadro de mandos quedará en Barcelona. Eso, y no otra cosa, es lo que habría tras la empecinada vindicación del referéndum en Cataluña por parte de Pablo Iglesias. Pero en ese guión hay un protagonista a extinguir: la CUP. Amén de Puigdemont, claro.

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