Alberto Fernández, fotografiado en Barcelona
Alberto Fernández, fotografiado en Barcelona - INÉS BAUCELLS
ENTREVISTA

Alberto Fernández: «Lo peor de Ada Colau está por llegar»

El presidente del grupo del PP en Barcelona hace balance de los dos años de mandato de la alcaldesa

BARCELONA Actualizado: Guardar
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—¿Se cumplen dos años del mandato de Colau, ¿qué balance hace?

—Colau ha puesto el acento en las apariencias, la gesticulación y la agitación, pero no en una acción efectiva de gobierno. Quiere cohesionar al votante a base de descalificar lo que éste rechaza, como la Corona, las Fuerzas Armadas o la Iglesia. Además, si no tienes mayoría tu obligación es dialogar y llegar a acuerdos, pero poniendo tu punto de referencia en la centralidad y no en la radicalidad, que es lo que ha hecho ella.

—¿Cree que irá a más?

—Yo creo que lo peor de Colau está por venir. Tiene la caja municipal llena y puede vaciarla con regalos a la Generalitat, financiando aquellas inversiones que le corresponden y que ha asumido el Ayuntamiento, como la L10 de Metro o el traslado de la Modelo.

Pasará a acontentar a sectores afines, con la cultura del concierto y la subvención a sus entidades. Hará una política social centrada no en la creación del empleo, sino en el subsidio.

—Pero el gobierno está en minoría, y para tirar adelante proyectos necesita a la oposición. ¿Cómo ve al resto de partidos?

—Colau es alcaldesa con el grupo municipal más minoritario de la democracia en Barcelona: la minoría más absoluta. Nunca tan pocos tuvieron tanto y lo ejercieron de forma tan autoritaria. Y lo han hecho con dos aliados insospechados: la fragmentación municipal y el proceso independentista, que ha dificultado acuerdos en la oposición. Colau tiene socios o palmeros en el gobierno, el PSC, y también cómplices en la oposición. Me ha sorprendido como el resto de grupos más que trabajar por una alternativa se han dejado arrastrar. Veo a algunos grupos de la oposición desdibujados ideológicamente y acomplejados a la hora de plantar cara a Colau.

—Entre sus grandes medidas, Colau ha hecho cambios sobre el turismo. ¿Era necesario?

—Sí, pero no de esta manera. Trias no reaccionó ante un crecimiento que multiplicó turistas y molestias. Colau ha hecho lo fácil: aprobar el plan y considerar el turismo una actividad económica enemiga de Barcelona. Ha querido matar moscas con cañonazos. Y no ha podido contrarrestar sus molestias. Siguen faltando inspectores, sigue habiendo una respuesta insuficiente ante las quejas de los vecinos y los trámites para los cierres de viviendas turísticas se eternizan. Y sigue habiendo impunidad de facto para las viviendas, ilegales o no, que provocan molestias. Yo creo que debe haber una cierta regulación pero hay que promover una economía que nos interesa.

—¿Y hace falta más regulación de los turistas en la calle?

—Lo que no se puede hacer es resolver de forma amateur los conflictos, y los agentes cívicos o turísticos no dejan de ser parches. Hace falta una Guardia Urbana bien desplegada, con instrucciones claras para luchar contra el incivismo y para dar respuesta a los vecinos. Estaría bien que en vez de agentes cívicos contratasen inspectores que vigilen pisos.

—Los vecinos cada vez están más quemados y ha habido algunos enfrentamientos entre turistas y vecinos. ¿Qué puede pasar este verano?

—Veremos, pero no es de recibo la condena tardía y tibia que hizo el gobierno municipal de los escraches a los hoteles.

—¿Teme que la turismofobia llegue a calar y se perciba desde el extranjero?

—Es peligroso y hay que tener cuidado. Primero, hay que garantizar que el turismo sea una oportunidad y no un problema. Las consecuencias del turismo, que las tiene, tendrían que ser inapreciables para quedarnos con lo positivo del turismo. Pero claro, por ejemplo, hemos visto cómo se gestiona el top manta, que se está disparando. No lo frenas, generas un efecto llamada y encima propones una cooperativa de manteros y les acabas ofreciendo trabajo…

—¿Cree que la política de gestos va a ir a más la alcaldesa?

—Después de la retirada del busto del Rey y el cambio de nombre del salón de plenos... ahora pueden retirar el retrato de Maria Cristina o seguir con los cambios de nombres de calles. Creo que van a mantener el tono y seguir con el guerracivilismo.

—En breve llega la conmemoración del 25 aniversario de los Juegos Olímpicos. ¿Tendrán un homenaje como se merecen?

—Presentamos una propuesta en el pleno, que se aprobó con el apoyo de todos excepto la CUP, y confiamos en que sí. El comisionado de Deportes, David Escudé, está haciendo cosas pero yo creo que le hacen ir con el freno puesto. Con Colau como alcaldesa no habrían existido los Juegos. 1992 fue una herramienta de transformación urbanística, de autoafirmación y de orgullo barcelonés y de proyección de la ciudad al mundo. Sin los Juegos no se puede entender lo que es hoy Barcelona. Fueron un éxito gracias a personas hoy denostadas, como Samaranch y el rey Juan Carlos I, que fueron artífices junto a Maragall y a los barceloneses de ese gran éxito.

—¿El tranvía de la Diagonal puede ser el gran problema de mandato?

—El tramo central va a quedar en vía muerta. No está justificado gastarse 200 millones de euros en una infraestructura que, además le corresponde pagar la Generalitat, y más cuando hay otras prioridades, como la Línea 9 o la línea ortogonal de bus D30. Es una conexión necesaria pero no hay que precipitarse y hay que mirar cómo se conecta. Yo creo que en este mandato no se licitará ni una traviesa.

—¿Qué papel cree que va a tener Colau en el proceso independentista?

—Hasta ahora Colau es cómplice del independentismo: se suma al Pacte Nacional pel Referèndum y acude a la cumbre convocada por Puigdemont. Va a acabar apoyando el referéndum. Ha buscado su equilibro y tiene un pacto de colaboración con el independentismo: dice que no lo es pero vota “sí-sí”: dice que no quiere un referéndum unilateral pero si se convoca participará como acto de protesta. Ella intentará hacerse perdonar entre sus votantes no independentistas diciendo que en realidad es un acto contra el PP. El independentismo ha encontrado en Colau a su mejor aliado.

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