Antonio Piedra

Muchas gracias

«Todo esto ha servido para despertar el sano patriotismo que llevábamos dentro los españoles a pesar de los políticos entreguistas»

Escribí el martes pasado, en otro medio del grupo Vocento, que irremediablemente llegaría a Cataluña el Inspector de Gogol para clarificar y poner orden en medio de tanta corrupción democrática, económica, social, religiosa, y de tanta humillación a las libertades públicas. Hoy domingo, la verdad sea dicha, no sé si ha desembarcado un inspector o un inspectorcillo. Pero a pesar del mal cuerpo que puedan sentir unos, o de la sensación a tablas programadas que transmiten otros, lo cierto es que, por primera vez en muchos años, se ha pasado de las palabras a los hechos . Y es que nos tienen tan acostumbrados nuestros políticos, tanto de izquierda como de la derecha, a deshacer y a maltratar a España gobernando con independentistas y golpistas, que ahora nos parece mentira.

Hoy percibimos algunos hechos. No sé si suficientes o lo rotundos que realmente esperábamos, pero al menos contrastables: que desde el sábado algunos de los golpistas sistemáticos ya no cobran de nuestros impuestos , que su rebeldía contumaz y de corte fascistoide conocerá el peso de la ley, que su independencia no pasa de una jarana virtual que nadie en su sano juicio reconoce -tanto en Europa como en el resto del mundo democrático- por totalitaria, y que todo esto ha servido para despertar el sano patriotismo que llevábamos dentro los españoles a pesar de los políticos entreguistas, cuando no traidores, que sufrimos y subvencionamos a fondo perdido.

Celebramos, que el domingo, Puigdemont, Junqueras, Forcadell, Trapero, y cía , no sean más que unos señores particulares en la cola del paro sin limusina, sin moqueta, y sin representación legal alguna. La imagen que trasladan es patética de cabo a rabo: la de unos malos imitadores de la película Thelma y Louise que conducen un coche sin frenos hacia el precipicio. Lo demás -declaraciones sin efectos reales, país sin estado, economía en bancarrota, ordas sin pasaporte y adoctrinadas por el cuarto Reich- no dejan de ser meros efectos especiales bajo una disyuntiva contradictoria y diabólica: o votan legalmente el 21 de diciembre o se van por la barranquilla de Thelma y Louise.

Golpistas e independentistas han apretado tanto el acelerador que han pinchado no sólo la burbuja de su propio sueño, sino que, además, han despertado al león dormido de nuestra propia identidad. Y esto sí que es impagable. Ellos, no tantos, mientras amenazaban y nos robaban hasta el aliento, se hacían poderosos con el silencio secuestrado de los demás. Ya no. La calle también es nuestra, y como decía Jorge Guillén, nada sospechoso de españolismo barato y a ultranza, «queremos más España». Cada minuto que oíamos hablar a Rufián, a Tardá, a Pablo Iglesias, a Colau, a Puigdemont, a Forcadell, o a Junqueras , nos convertían en españoles de postín. Así que muchas gracias, golpistas y totalitarios unidos.

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