Artes&Letras/Libros

Más visiones antiguas de León

Gregorio Fernández Castañón publica la tercera entrega de la serie editorial en la que rescata documentos escritos y fotografías relacionadas con la capital leonesa

Campesinos, a los pies de la catedral leonesa

NICOLÁS MIÑAMBRES

Por tercer año consecutivo, Gregorio Fernández Castañón se asoma al mundo editorial completando la imagen secular y eterna de León. Lo hace con una obra extensa, compleja, de reproducciones y fotografías antiguas, muchas de ellas inéditas, para perfilar la imagen leonesa a través del tiempo. Sirva de ejemplo la doméstica visión de la de portada, «Campesinos españoles (provincia de León)», de Hubert-Denis Etcheverry (1867-1950).

Aunque sea casi una profanación, habría que recomendar al lector que altere el orden de lectura y la inicie por la página 196, por ese «Plano de la Ciudad», completado con el «Recorrido visual». Partiríamos así desde la lejanía, con una mirada urbana brumosa, para ir llegando al corazón de la ciudad, al corazón de sus calles, terminando en la página 235, con ese bello dibujo de Francisco J. González, «León. Casco Antiguo y Ensanche. Guía de Arquitectura». El esfuerzo es para el autor el móvil de un objetivo: «Dar a conocer en la medida de lo posible la cotidianidad o rescatar del olvido aquella con la que, a nuestros antepasados, les tocó vivir».

El resto de la obra presenta otra peculiaridad, la diversa extensión de los capítulos. Si el primero comprende casi doscientas páginas y el segundo cincuenta y seis, el tercero, cuarto y quinto, tienen una extensión mínima. Se explica todo ello por la materia urbana en la que centran su estudio. El capítulo I, «Historia de León», incluye apartados diferentes, comenzando con un documento original, de seis páginas, de 1612, marcado en rojo, contraste cromático con el que se señalan todos los documentos originales de la obra. Es vana pretensión relacionar todos los aspectos estudiados, apoyados por espléndidas fotografías. El libro es en el fondo, una panorámica de la urbe, en la que están representados todos los gremios. El aludido «Recorrido visual», de las primeras líneas, cierra el capítulo, incluyendo escenas y tipos humanos de la cultura o la sociedad. El capítulo II puebla esta panorámica humana de edificios artísticos: La Catedral, Seminario de León, Plaza Mayor, Plaza del Grano, Plaza de San Martín y calle Matasiete.

Como una forma de tratamiento privilegiado, los capítulos III, IV y V se dedican al estudio de San Isidoro, Murallas de León y San Marcos. Todo ello se remata con un curioso epígrafe: «¿Son de León nuestros Santos?... Son de Calahorra?...»

Y, como final… no lo olvidemos: «A modo de despedida, recuerdo que… Para que no se me olvide, en la página siguiente dejo la huella de tres monumentos». Son una verdadera sorpresa.

Pero las sorpresas no se acaban, unidas a esos regios elementos ornamentales, fehaciente prueba de lo que fueron: librillos, cuadernillos, estampas, ilustraciones… adheridas a estas páginas de la obra. Todo lo que puede dignificar lo dicho. Bien claro lo dice el autor al comienzo de la empresa editorial y de su creación: «donde los principales protagonistas, no cesaré de repetirlo, fueron ellos, los grandes fotógrafos entre los que tengo que destacar» y aquí enumera una buena relación de nombres famosos, sin olvidar a los más humildes.

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