Antonio Piedra - NO SOMOS NADIE

Machismo en Renfe

A pesar de las protestas, ni rectificación ni sanciones por poner en riesgo la salud del usuario

Antonio Piedra
VALLADOLID Actualizado: Guardar
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A 20 días de la entrada en vigor de la norma más inhumana y cruel ideada por Renfe, los responsables de semejante atropello contra la salud pública y los derechos humanos siguen sin reaccionar ni dimitir. He aquí el hecho incuestionable, reductor y bananero: en el andén número uno de la Estación de Valladolid -a la intemperie y con temperaturas cercanas a los cero grados- se despoja al cliente de sus abrigos como medida de seguridad. A pesar de las protestas, ni rectificación ni sanciones por poner en riesgo la salud del usuario. Ante un escáner asesino, se sigue desnudando al viajero porque sí. Dos: se siguen falseando las medidas de seguridad -sólo se aplican en el andén número uno- de manera persecutoria.

Tres: norma tan inoperante como ridícula está fomentando un machismo indecente.

Alguien pensó que en Navidades, y con un Feliz 2016 que tira «patrás» -en Alemania se ha celebrado con tal pillaje y barbarie el bisiesto que ya tiemblan las costuras de la Alianza de Civilizaciones-, la inquina de Renfe por los peligrosos y reaccionarios clientes del andén número uno de Valladolid se humanizaría. No sé… que ocurriría, y sin ánimo de comparaciones odiosas, como en la estación soviética del Doctor Zhivago, en la que Geraldine Chaplin podía exhibir sus maravillosas prendas y encantos de invierno sin que ninguna autoridad prerrevolucionaria le pidiera un estriptis público y gratuito.

Pues no. Por alguna razón inconfesable, Renfe ha seguido la estela de los Reyes Zarrapastrosos, que este año han perdido la condición de Magos pues, al parecer, procedían de Siria en media distancia y allí mismo ya aplicaron el despelote con el tren en marca. Quiero decir que Renfe ha seguido por Reyes poniendo en pelotas invernales al viajero del andén número uno de Valladolid por puro capricho. Da la sensación que alguien disfruta viendo cómo tiritan de frío los niños, ancianos y mujeres. Sobre todo estas últimas -las menos avisadas- que, de repente, aparecen ante el escáner como un violador en serie pidiendo lo indecente: que elegantemente se desabriguen en público por razones de seguridad.

Y claro, si quieren subirse al tren y no quedarse en tierra de nadie, unas lo hacen extrañadas porque aún creen que éstas son normas de seguridad propias de los Reyes Magos. Otras también aunque las rechazan con un rictus que indica el asco que genera una norma machista como la que se aplica en este andén número uno. No hay retórica engañosa al respecto. Ya me había advertido más de un usuario del espectáculo gratuito que se originaba en torno al escáner asesino. El pasado lunes, día 4, lo comprobé en persona. El andén número uno parecía una pasarela de invierno en la que los mirones de oficio -desde el andén dos, desde el vestíbulo o desde la propia fila- gozaban del privilegio gratuito, repugnante y machista que Renfe les concedía.

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