Los alcaldes de Mora y de Gálvez, Emilio Bravo y Manuel Fernández, este lunes en el minuto de silencio en Mora
Los alcaldes de Mora y de Gálvez, Emilio Bravo y Manuel Fernández, este lunes en el minuto de silencio en Mora - Efe

La mujer asesinada en Mora pidió auxilio en un mensaje telefónico

Cristina, una «niña de cristal», y Jorge Rafael se conocieron a través de internet

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Jorge Rafael García asestó, presuntamente, cerca de una veintena de cuchilladas a Cristina Martín Tesorero-Contador, la mujer inválida de 38 años que murió el domingo en la localidad de Mora (10.500 habitantes). Ella, en silla de ruedas, no tuvo ninguna opción de defenderse de su marido, de 44 años y sin antecedentes policiales por violencia machista ni de otro tipo hasta el domingo. Sin embargo, Cristina sí pudo pedir auxilio en un mensaje telefónico, pero ya había sido asesinada cuando la Guardia Civil llegó al lugar del crimen.

Ella y Jorge eran padres de una niña de 5 años. Según los vecinos, antes de que ocurriera el sangriento episodio la pequeña salió de casa acompañada de la hermana de Cristina y de su abuelo para ir a una tienda cercana.

Inopinadamente, recibieron un mensaje telefónico de Cristina en el que pedía auxilio. Los familiares lo comunicaron inmediatamente a la Guardia Civil, cuyo cuartel se encuentra a 400 metros de la vivienda. Pero Jorge Rafael ya había consumado el crimen cuando los agentes y los familiares que estaban en la calle entraron en la casa.

El presunto asesino asestó a su mujer cerca de veinte cuchilladas cuando ella estaba en silla de ruedas

La cruel escena sucedió sobre las seis y media de la tarde dentro del domicilio familiar, en el número 4 de la calle Romaneros, junto al instituto de Educación Secundaria «Peñas Negras». En la vivienda, de una planta, Jorge atacó a Cristina cuando ella se encontraba dentro de una habitación, utilizada a modo de salón de estar, próxima a la puerta principal de entrada. La mujer recibió alrededor de una veintena de cuchilladas de distintas profundidad, si bien fueron las primeras las que le causaron la muerte en el acto al afectar órganos vitales.

Cristina murió ante los ojos de su madre y delante de un sobrino de 15 meses. La hija de la pareja no presenció el suceso, según afirmó el alcalde del pueblo, Emilio Bravo, muy apenado porque tenía una buena relación afectiva con la fallecida y su familia, propietaria de una empresa que distribuye bebidas. «Nunca te imaginas que esto le puede pasar a alguien tan cercano», lamentó el edil.

Sin colágeno

La esposa asesinada estaba impedida en una silla de ruedas debido a una enfermedad, la osteogénesis imperfecta u osteogenia imperfecta (OI), también llamada «huesos de cristal». Cristina, por tanto, fue siempre muy frágil. Su afección, de la que en España hay documentados unos 2.700 casos, es un trastorno congénito debido a la falta de colágeno tipo I, lo que provoca una extrema debilidad de los huesos, incluso su ruptura con un ligero impacto.

Los vecinos de Cristina sabían que era una «niña de cristal». Así la llamaban algunos de sus paisanos, aunque no la veían por la calle. Cuentan en el pueblo que ella apenas pesaba treinta kilos cuando el domingo Jorge Rafael decidió acabar con la vida de su mujer. «Su marido llevaba un año sin salir a la calle», aseguran otros vecinos, que achacan la sangrienta acción del hombre a algún trastorno mental y un episodio de depresión.

Jorge Rafael «llevaba un año sin salir a la calle», dicen unos vecinos, que achacan la acción a un trastorno mental

Cristina conoció a su marido a través de internet. Jorge Rafael vivía en Canarias y contactó con ella a través de las redes sociales. El hombre viajó hasta Mora, donde comenzó a trabajar en la empresa familiar de Cristina.

El homicida confeso, detenido por la Guardia Civil, estaba este lunes a la espera de pasar a disposición judicial mientras los familiares de Cristina lloraban su muerte.

Por la mañana, el Ayuntamiento de Mora decretó tres días de luto oficial por el crimen, el mismo tiempo que las banderas ondearán a media asta en los edificios municipales. Por la tarde, unas 400 personas se concentraron delante del consistorio para guardar un minuto de silencio en señal de repulsa por el asesinato. En un pleno extraordinario que se celebró a continuación, se aprobó el único punto del orden del día, un manifiesto de condena por el asesinato. También se ha programado otro acto ante el Ayuntamiento para este martes, a las doce del mediodía.

El crimen de Seseña

A 36 kilómetros de la calle Romaneros, en la plaza de Zocodover de Toledo, igualmente se celebró este lunes una manifestación de repulsa. Fue en la fachada de la Delegación del Gobierno de Castilla-La Mancha, con la asistencia de autoridades civiles locales, provinciales y regionales.

La muerte de Cristina es el segundo caso de violencia machista en Castilla-La Mancha en ocho días. El 28 de enero murió otra mujer, de 40 años, a manos de su novio en la urbanización El Quiñón de Seseña, también en la provincia de Toledo. Debido a este crimen, cuyo presunto autor permanece en prisión de manera provisional, el Ayuntamiento de este municipio (22.000 habitantes) ha convocado para las doce de este martes por la mañana una concentración de condena en la plaza Bayona, delante de las casas consistoriales.

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