López Simón y Cayetano salieron a hombros de Illescas
López Simón y Cayetano salieron a hombros de Illescas - José Luis Cárdenas

Cayetano y López Simón, dos triunfos de distinto valor en Illescas

El del primero estuvo sustentado en su tirón mediático, mientras que el del segundo sí fue rotundo e incuestionable

Illescas Actualizado: Guardar
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Los diestros Cayetano Rivera y Alberto López Simón salieron este sábado a hombros en la primera edición de la «Corrida de Primavera» de Illescas (Toledo), dos triunfos de distinto valor, pues mientras el del primero estuvo sustentado en su tirón mediático, el del segundo sí fue rotundo e incuestionable.

La primera gran noticia de la tarde la dio el aficionado, que, al reclamo del buen hacer de la empresa, mostró las muchas ganas que había de toros llenando prácticamente el coqueto coso cubierto de Illescas, una localidad toledana, a las puertas de Madrid, que acogió una tarde de las llamadas «del clavel» para conmemorar su primera corrida «de primavera».

Y eso que la función tardó en carburar, principalmente por el deslucido comportamiento del envío de Algarra; pero la garra y el momento de López Simón puso el auténtico argumento de la tarde, en la que Cayetano también salió a hombros, pero éste con un triunfo más condescendiente y facilón, apoyado fundamentalmente en su tirón mediático.

Ponce, sin toros, se fue de vacío.

Empezando por lo mejor de la tarde: Mayestático fue el saludo a pies juntos de López Simón al blandengue tercero, muy protestado por el tendido. Pero el madrileño, todo actitud, tornó las cañas en lanzas, primero con un prólogo de rodillas, y después a base de quedarse muy quieto, e imprimir mucha suavidad a todo lo que hizo.

Estuvo perfecto López Simón, exprimiendo hasta la última gota de un animal que se sujetaba con alfileres, y al que cortó una oreja de ley.

En el sexto llegó lo más rotundo de la tarde. Fue éste el animal con más fuelle del envío, y López Simón se «rompió» a torear por el derecho con un relajo, una verticalidad y una cadencia extraordinaria. Las series, compactas y reunidas, siempre a más, como la propia faena, que nunca bajó el diapasón, y que fue premiada con otro apéndice.

El primero de Cayetano fue toro de informales y cortas acometidas, al que le costaba un mundo seguir los engaños, quedándose la mayoría de las veces debajo.

Tampoco el torero, que pegó un quiebro a cuerpo descubierto antes de abrir labor con ayudados por alto, acabó de confiarse. Demasiado lineal y sin mando en una faena basada en los detalles. Pero la gente quería toros y estuvo mucho con él, lo que explica la oreja que acabó paseando.

El cuarto, al que apenas castigaron en el caballo, tendió a defenderse y a protestar en la muleta de un Cayetano que, otra vez, volvió a mostrar un nivel más bien discreto. Faena en la que alternó enganchones con medios pases, que fueron más bien trallazos. Ni planteamiento, ni estructura, ni sustancia. Dio igual, la gente quería verle triunfar, y le premió con otra "orejita".

El toro que abrió plaza, de tanta nobleza y docilidad como poco fondo, apenas duró dos tandas en la muleta. Ponce, que dejó destellos de buen gusto manejando el percal, inició faena doblándose por abajo con mucho gusto y torería. La primera tanda a derechas tuvo también prestancia, por la estética con la que brotaron los muletazos.

Lástima que la falta de raza y fuerzas del astado propiciara que aquello empezara a venirse abajo. Faltó final a la labor del valenciano, que acabó saludando una calurosa ovación.

El cuarto se derrumbó ya en el tercio banderillas, y ni la consabida técnica de Ponce logró sujetar a un inválido de lo más claudicante.

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