Raquel, manos que dan vida

Una estudiante toledana de Enfermería será distinguida por la Policía Municipal de Madrid después de ayudar a resucitar a un hombre que se había desplomado en la calle

Toledo Actualizado: Guardar
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Raquel no sabe por qué ha estudiado Enfermería. «Es algo que me apasiona», responde esta toledana de 22 años, que el 4 de junio se graduará después de haber estudiado la carrera en la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid).

A Raquel Dengra Torres todavía le tiembla la voz cuando recuerda lo que le ocurrió el 26 de abril en una calle de la capital de España, donde tuvo una intervención providencial que la Policía Municipal de Madrid se lo agradecerá el 24 de junio, día de su patrón, san Juan Bautista.

El 25 de abril, Raquel se examinó de soporte vital avanzado, lo que en román paladino es sacar a una persona de una parada cardíaca. «Apto» fue su calificación, después de un curso de 20 horas y de haber interiorizado los conocimientos de su profesora, Mari Ángeles Infante.

Al día siguiente, inesperadamente, la teoría se hizo práctica y Raquel tuvo la oportunidad de salvar una vida. Sobre las 19.15, en la glorieta de Cuatro Caminos de Madrid, un hombre de 70 años se desplomó en el suelo. Cuatro personas alrededor de él. Raquel, que vio desde el otro lado de un paso de cebra a una persona desmayada, se acercó corriendo. Preguntó si alguien era sanitario. Un hombre dijo que era médico, pero no reaccionó. «Nadie me contestaba y yo no quería tomar la iniciativa por si me llamaban la atención, no quería agobiar. Pero al ver que nadie reaccionaba, que el hombre no tenía pulso y realizaba respiraciones agónicas, me puse a hacerle el masaje cardíaco».

Recuerda que realizó, aproximadamente, cuatro ciclos de 30 compresiones y dos respiraciones boca a boca. A Raquel le dio igual que el transeúnte tuviera sangre en la boca (las últimas guías desaconsejan esta práctica para evitar contagios) y tampoco se acordó de que ella todavía tenía muy recientes los puntos de sutura de una intervención quirúrgica seria que le habían realizado dos semanas antes. «La adrenalina era más fuerte», justifica.

El público avisó a una ambulancia que pasaba por allí. Un médico, una enfermera y un técnico acudieron a la urgencia. Un policía se sumó a la reanimación y Raquel lo relevó. La estudiante de Enfermería llegó también a participar en la intubación del paciente, que recuperó el pulso felizmente. «Ayudé como una más. Cuando vino la ambulancia, en ningún momento me sacaron del equipo. Me pidieron que siguiera con el masaje cardíaco. Confiaron en mí, fui una más», rememora entusiasmada.

La joven, que se graduará el próximo domingo, se había examinado el día antes de soporte vital avanzado

Raquel se marchó a casa. «Estaba en ‘shock’. Aunque me había preparado cuatro años para ello, nunca había sentido realmente la responsabilidad de enfrentarme sola a este tipo de situaciones. Segundos en los que tus decisiones hacen la diferencia entre la vida y la muerte», escribió luego a sus compañeros de la facultad. «Me sentía muy plena, ya que había contribuido a salvar una vida. Había recibido muchísimo cariño de la gente que presenció el momento, de los miembros de la ambulancia y de la familia del paciente. Además, yo misma me miraba las manos y pensaba:‘¿En serio he hecho eso?’».

En el portal del edificio donde vive, Raquel se encontró con el portero del inmueble, Alejandro, a quien le contó lo que había vivido cien metros más abajo. «Yo estaba conmocionada. Le conté a Alejandro que acababa de reanimar a un señor y que el día antes me había examinado precisamente de eso. ¡Fue providencial!».

La sorpresa

Raquel telefoneó también a Mari Ángeles, su profesora, para contarle lo que le había pasado. «Ella me había examinado el día antes y ella me lo había enseñado todo. Yo sentía que ella le había salvado, yo tenía que hablar con ella para decirle: ‘Oye, gracias a ti, he podido sacar esto. Si no, habría sido imposible’». «Yo te he dado los conocimientos, pero tú le has salvado. Estoy muy orgullosa», le respondió su profesora.

La sorpresa para Raquel llegó al día siguiente. Alejandro, el portero de su edificio, le envió un mensaje de wasap en el que le informaba de que el hombre al que había salvado la vida, Gustavo, es un vecino del inmueble, situado en la avenida de la Reina Victoria. Raquel vive en el noveno y Gustavo, en el cuarto. Su mujer agradeció personalmente a la joven el arrojo que tuvo para salvar la vida de su marido, a quien Raquel ha visitado en el hospital, primero en la UCI y luego en planta.

A Gustavo le darán el alta médica esta semana. No tiene daños neurológicos ni ningún órgano afectado. A sus 70 años, puede decir que ha vuelto a nacer gracias a Raquel, la vecina del noveno que se graduará como enfermera el próximo domingo.

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