Beata y José María, en la fiesta donde le entregaron el galardón
Beata y José María, en la fiesta donde le entregaron el galardón - ONCE

«Yo, por la ONCE, mato»

José María Conejo Escobar, que desde hace tres años y medio trabaja en la Organización Nacional de Ciegos, ha logrado ser el mejor vendedor de la ONCE en Castilla-La Mancha en 2015

Toledo Actualizado: Guardar
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Quién le iba a decir a José María Conejo Escobar hace tres años y medio, cuando comenzó a trabajar para la Organización Nacional de Ciegos (ONCE), que iba a ser elegido el mejor vendedor en Castilla-La Mancha en 2015. ¡Toda una plusmarca! «El reconocimiento no te lo dan por las ventas. Se valoran también otros aspectos: el trato a la gente, el respeto por nuestro cliente, saber transmitir los valores institucionales de la organización,... somos la imagen de la ONCE ante el público, el espejo de la empresa», explica José María (Madrid, 1965), que acaba de recoger su galardón en una cena de gala celebrada en Madrid.

Trabaja para la ONCE, pero él no es ciego; eso salta a la vista.

En realidad, sufre una discapacidad reconocida del 33 por ciento debido a una artrosis en sus piernas. De momento, la enfermedad no ha podido con él y José María camina de un lugar a otro para vender cupones. «Por mi artrosis degenerativa, necesito andar y, por mi trabajo, me muevo bastante», cuenta este hombre afable, a quien su profesión de toda la vida, la hostelería, le causó su enfermedad y le abrió también la puerta para llegar a la ONCE.

José María llegó a Toledo con 18 primaveras para trabajar unos meses en un bar, pero ya no se movió de la capital de Castilla-La Mancha, donde estuvo currando 25 años en la hostelería, como camarero y cocinero. En ese tiempo, llegó a ser el propietario de un bar, «El Chato», en el barrio de Santa Bárbara, durante una década.

Sin saberlo, la relación de José María con la ONCE comenzó precisamente en «El Chato», establecimiento colaborador de la organización de ciegos para la venta de boletos. También sin saberlo, José María estuvo «incubando» su artrosis en esos años. «Ya en el bar me di cuenta de que no me podía mover con facilidad, me veía muy limitado, y el tribunal médico me confirmó después que mi enfermedad se había debido a mi trabajo en la hostelería, por estar de pie mucho tiempo sin apenas andar», desvela mientras atiende a sus clientes junto al palacio de Justicia de Toledo.

Después de que la crisis le obligase a cerrar el bar, José María logró trabajar durante tres años como operario en el Ayuntamiento de Cobisa. Luego llegó la ONCE. «De verte sin nada a entrar en una empresa importante donde valoran tu trabajo... es un orgullo. Yo, por la ONCE, mato», admite este vendedor, que no tiene palabras para agradecer el cariño de sus compañeros.

Un coche y 7.500 euros

Por la proliferación de compradores en apenas quince minutos de entrevista, se nota que es jueves, uno de los días más fuertes en ventas junto con el viernes. José María también juega, a un número fijo, pero no le ha tocado. «Por ahora». En cambio, sí ha repartido con la ONCE un coche, un premio de 7.500 euros y otros cuatro de 500. «Me quedé a un paso de dar los 100.000 euros a la serie», se lamenta el vendedor, casado «felizmente» con la polaca Beata Szwakoef desde hace once años y padre de una hija.

José María no se ha librado de «algún listo» que le ha querido colar un billete falso de 50 euros y otro de 20. Pero él fue más astuto y además guardó las normas de cortesía. Porque la ONCE le ha enseñado que con educación se llega muy lejos. José María ya lo sabe.

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