VIVIR TOLEDO

El Estadio de Palomarejos. La verdadera y desaparecida casa del CD Toledo (1931-1972)

Fue inaugurado el domingo, 31 de mayo de 1931, mes y medio después de la proclamación de la II República, casi en vísperas de la fiesta del Corpus

Vista de las pistas deportivas de la Escuela de Gimnasia en 1945. A la izquierda, el Estadio de Palomarejos con su blanco vallado

RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN

La Fábrica Española de Magnetos S.A, como otras importantes empresas de mediados del XX (más de 6.000 trabajadores en 1970), contaba con su propio equipo de fútbol (el FEMSA) que, como visitante, jugó el 30 de enero de 1972 frente al CD Toledo –ambos en Primera Regional- con la victoria de los locales por tres goles a uno. Tras este partido llegaría la demolición del Estadio de Palomarejos, campo levantado por el club cuarenta y un años antes, donde se fraguaría el alma del equipo actual.

En un artículo anterior repasábamos los orígenes del Toledo FC –renombrado CD Toledo, en 1941- y los desvelos de las juntas directivas que, dese 1928, luchaban por disponer de un estadio propio. El objetivo se cumplió en 1930 con la compra de un terreno situado junto a la carretera de Ávila a la Asociación General de Ganaderos del Reino. Se delimitó una parcela de 19.200 metros cuadrados (160 por 120 metros), por 8.000 pesetas pagadas sin ninguna aportación pública. Una Junta General celebrada el 30 de junio de 1930 daba las gracias a los socios y a tres significados protectores ( Emilio Grondona, Epifanio de la Azuela y Juan Francisco Talavera ) por haber podido afrontarse aquel objetivo. El 22 de julio se exponía el proyecto para que «los maestros de obras y albañiles en general», interesados en ejecutarlo, presentasen propuestas en el domicilio de la entidad, localizado entonces en la calle de Alfileritos, 14, bajo.

Miembros de la Junta avanzaban a la prensa que en Toledo la práctica del fútbol requería un campo para situar a la ciudad «al nivel que le corresponde en cuanto a cultura física se refiere». Revelaban que el estadio se ceñiría con una valla de hormigón de 2,50 metros de altura -o 5, según la zona-, contando con una pista perimetral de seis metros de anchura para celebrar carreras ciclistas y pruebas atléticas. Como existía terreno suficiente, incluso, para fomentar el tennis y la pelota a mano, se pensaba crear una pista y un frontón. Tan hermoso plan ya atrajo, en 1930, nuevos socios a la vez que el club invitaba a otras entidades deportivas a unirse a esta naciente etapa del Toledo , celebrándose en la Feria de agosto de aquel mismo año una animada cena en la Venta Circo Romano con jugadores y simpatizantes. El club manifestó al Ayuntamiento el deseo de disponer del campo para la siguiente temporada, lo que beneficiaría a la ciudad, pues la competición traería «el natural contingente de forasteros».

El 8 de septiembre de 1930, el secretario del club, Santiago Muñoz Martínez, tramitaba ante el Ayuntamiento el permiso para construir el estadio proyectado por el ya jubilado arquitecto municipal, diocesano y también académico, Juan García Ramírez (1847-1934). Este técnico fue autor de numerosas obras edilicias desde 1876 a 1928. Entre otras, intervino en las puertas y murallas de la ciudad, en el Teatro de Rojas, el Matadero, el nuevo Cementerio, la conclusión del Mercado, además de la ampliación del Seminario y el monumento al Corazón de Jesús en el Cristo de la Vega.

El futuro campo del Toledo ofrecía unas mínimas trazas con una valla exterior de 556 metros y dos accesos para el público en el lateral contiguo a la carretera de Ávila. El interior reunía el campo de fútbol, la citada pista de carreras –con un radio inferior a la semicircunferencia en las dos curvas de ambos fondos- y, tras las porterías, las zonas y fosos dispuestos para saltos de altura, longitud y lanzamientos. En el ángulo noroeste se trazaba una mínima caseta de 55 metros cuadrados, si bien, luego se habilitaría una construcción más amplia con duchas, espacios diferenciados para los jugadores, para el árbitro y algún almacén. El proyecto presentaba un aforo de 12.000 espectadores repartidos en «palcos, tendidos, silla de pista y entrada general». Se contemplaba un graderío de cinco escalones en casi todo el perímetro de la pista de atletismo, aprovechando, para ello, en el lateral norte, el desnivel natural del terreno.

El proyecto fue visado favorablemente por el Gobierno Civil, en enero de 1931, por ser la autoridad competente en materia de espectáculos públicos. En febrero de 1931 el Ayuntamiento autorizaba la ejecución de la obra, si bien, desde septiembre de 1930 se venía trabajando en la explanación del terreno con una licencia provisional. El 17 de noviembre, García Ramírez comunicaba su dimisión como «arquitecto-director» de las obras, lo que suponía la paralización de las mismas. Desconocemos cómo se solventó este imprevisto, pero lo cierto es que en la primavera de 1931 el campo ya estaba dispuesto para acoger los primeros encuentros de fútbol. La Directiva informó que el coste de la obra había supuesto a la sociedad unas 50.000 pesetas tras hacer grandes esfuerzos y gracias a los trabajos gratuitos de algunos socios.

El estadio de Palomarejos fue inaugurado el domingo, 31 de mayo de 1931, mes y medio después de la proclamación de la II República, casi en vísperas de la fiesta del Corpus. Asistieron más de 5.000 espectadores y las primeras autoridades civiles y militares. Los precios de las localidades fueron: 16 pesetas el palco de ocho sillas; 1,75 las de grada; 1,25 las de general; 0,75, las medias entradas y 0,30 para los niños. La «niña Lolita Talavera izó» la bandera tricolor con los acordes del himno de Riego. Luego, desfilaron alumnos de la Escuela Central de Gimnasia que efectuaron varias pruebas de atletismo y una breve exhibición de «Hand Ball o balón a mano». Amenizó la tarde la Unión Musical Guerrero, dirigida por el maestro Serrano, anunciándose la interpretación del Himno al Toledo FC, cuya partitura sería curioso rescatar. Tras el saque de honor, a cargo de «la señorita Amparito Arrabal», comenzaría el esperado encuentro entre el Toledo FC y el Real Madrid, que finalizó con el resultado de uno a tres goles.

Rafael del Cerro Malagón, autor del texto, es historiador

Seguidamente, el estadio de Palomarejos albergaría los partidos del primer equipo toledano hasta la Guerra Civil . Tras la depuración política de los miembros de la sociedad (exigencia aplicada entonces a cualquier otra institución), el club, de hecho, desapareció. Entre 1937 y 1939 se celebraron algunos partidos promovidos por Falange o equipos militares. Desde 1940, la naciente etapa futbolística quedaría bajo la tutela de la Obra Sindical de Educación y Descanso, así como la administración del estadio hasta su definitivo cierre, en 1972, pues su solar acogería nuevos usos asistenciales. Este hecho obligó al CD Toledo a emigrar temporalmente al campo de la Fábrica de Armas, el Estadio Carlos III, inaugurado en diciembre de 1950. El 23 de noviembre de 1973 por fin pudo recalar en el flamante estadio municipal Salto del Caballo , estrenado con un partido frente al Atlético de Madrid, ajeno a la competición federativa. Hoy el recuerdo del viejo campo de Palomarejos , la verdadera casa propia del Toledo , queda tan solo en las fotografías y en la memoria en blanco y negro de muchos toledanos.

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