Laura Lara: «La batalla de Guadalajara fue una guerra civil italiana en España»

En 2017 se cumplen 80 años de esta contienda y esta joven historiadora guadalajareña presenta este martes en su ciudad, a las 19.30, su libro 'Guerra en La Alcarria'

La historiadora guadalajareña Laura Lara, en la recreación de un hospital de campaña ABC
Mariano Cebrián

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En 1937, en los medios de comunicación extranjeros se hablaba de Guadalajara. Las máquinas de escribir no cesaban de teclear porque la Guerra Civil española vivía en tierras de Castilla una de las horas de mayor incertidumbre. En 2017 se han cumplido 80 años de la batalla que tuvo lugar en la Alcarria guadalajareña y que supuso la primera derrota del fascismo. Este episodio de la historia de España es el que recupera la joven doctora en Historia Laura Lara Martínez (Guadalajara, 1981) en su libro 'Guerra en La Alcarria. 1937: El frente de Guadalajara' (Editorial Alderabán), que se presenta el martes, a las 19.00 horas, en el Centro San José (calle Atienza, 4-Guadalajara), con la presencia del presidente de la Diputación Provincial, Josñe Manuel Latre.

De manera resumida, ¿por qué es importante esta batalla?

La batalla de Guadalajara fue un laboratorio de la Segunda Guerra Mundial en plena Alcarria. Los dos sistemas políticos fraguados en la Europa de los años 30 se veían las caras y lo hacían en la Meseta: el comunismo, con las Brigadas Internacionales, y el fascismo, representado por el Batallón Garibaldi y el Corpo Truppe Volontarie (Cuerpo de Tropas Voluntarias) enviados por Mussolini. Fue una guerra civil italiana librada en España y constituyó la primera vez en que resultó vencido el fascismo. El corresponsal estadounidense John Rodrigo Dos Passos, pocos días después del desenlace, en una entrevista concedida al periódico Solidaridad Obrera, afirmaba: «España está luchando hoy contra todo el mundo».

¿Cómo ha preparado el libro?

En Guerra en la Alcarria, a través de la investigación en documentos históricos, fotografías, prensa, literatura, cine, música y testimonios orales, analizo la resonancia de la batalla de Guadalajara, que aunque no fue una fase tan sangrienta como otras de la Guerra Civil, sí que fue una campaña «mediática». También se aborda aquella dura etapa desde la mirada de la infancia, con hechos insólitos como las cuatro hermanas de Madrid que, en vísperas de la contienda, enviaron una carta a Largo Caballero, como si escribieran a los Reyes Magos.

Por su parte, María Lara, en el prólogo La guerra y el viento. Novedades de 1937 , a partir de su investigación como Fellow en Harvard, compara la lucha que en España se libró entre 1936 y 1939, con la Guerra de Secesión americana, plasmada en la de la película Lo que el viento se llevó . Lo hace para invitar a la reflexión desde una perspectiva conciliadora y prudente, pues han transcurrido 80 años desde la Batalla de Guadalajara y es un intervalo cronológico ya mayor al que se registró en Estados Unidos entre el conflicto de confederados y yanquis y la fecha del film (1939). Sin embargo, con independencia del bando al que hubieran pertenecido sus antepasados, a finales del XIX la sociedad estadounidense levantaba en las ciudades memorials (monumentos conmemorativos) pues, consciente de la imposibilidad de borrar los sucesos, había descubierto el enorme romanticismo de las raíces históricas.

¿Qué lugares de la Alcarria jugaron algún papel?

Muchos fueron los pueblos implicados en la batalla de Guadalajara, tanto por el fragor de las armas como por la evacuación de municipios ante la llegada de las tropas. En el listado podríamos citar Cogolludo, Torija, Jadraque, Trijueque, Masegoso, Cifuentes, Romancos, Hita, Las Inviernas, Alaminos, Hontanares, Renales, Membrillera, Arbancón, Taragudo, etc.

Sin embargo, Ernest Hemingway optó por denominar como «de Brihuega» la batalla de Guadalajara y, si quiso que así fuera recordada la escaramuza, era porque reunía argumentos de peso, habida cuenta del intrépido carácter del futuro Premio Nobel. En Guadalajara Hemingway estuvo con el realizador holandés Joris Ivens tomando imágenes para el documental The Spanish Earth (Tierra Española, 1937), del que el estadounidense fue guionista y locutor.

¿Y qué personajes destacados intervinieron en ella?

En marzo de 1937 estuvo con las tropas republicanas recitando sus versos Miguel Hernández. Aunque era soldado de la 11ª División y del 5º Cuerpo del Ejército, por formar parte del «batallón del talento», el autor de Perito en Lunas tenía permiso para viajar al municipio que considerara oportuno como factor inspirador de ese Viento del pueblo que, en breve, vendría a representar su obra. Una noche, en Torija, después de cenar, el poeta guadalajareño José Herrera Petere —que había compartido filas con el alicantino en el recientemente disuelto Quinto Regimiento— pronunció su composición Jardín de la verde oliva.

Por otro lado, con el ejército del CTV iba el teniente italiano Guglielmo Sandri, aficionado a la fotografía que durante la Guerra Civil tomó más de 4.000 imágenes de toda España, también de la derrota en Guadalajara.

Milicianos del Ejército Popular de la II República entran en la ciudad de Guadalajara José Díaz Casariego

¿Eran desiguales las tropas?

El éxito defensivo en torno a Madrid, en la Casa de Campo y en la Ciudad Universitaria, había creado una subjetividad positiva en las fuerzas republicanas, que se presentaron con 20.000 efectivos en Guadalajara. Es cierto que ambos bandos tuvieron apoyos extranjeros. El Ejército Popular fue apoyado por las Brigadas Internacionales.

Por su parte, la División Soria (15.000 hombres) recibió el refrendo del Corpo Truppe Volontarie italiano (35.000 soldados) y de los aviones alemanes de la Legión Cóndor; aunque la meteorología evitó su actuación. Y hay constataciones insólitas en ambos ejércitos. Durante 1937 la República importó enormes cantidades de mascaras antigás para dotar a su ejércitos de medios defensivos ante un ataque químico. Y, así, entre las instantáneas más curiosas que quedan de la batalla de Guadalajara, están los brigadistas tocando instrumentos y los españoles republicanos posando como «extraterrestres» con las caretas.

Seguimiento en prensa

¿Cómo fue el seguimiento que tuvo esta batalla en la prensa de la época?

ABC fue el principal medio que siguió en España los movimientos, con sus dos cabeceras, la republicana en Madrid, y la nacional, en Sevilla. Pero en marzo de 1937 en los periódicos extranjeros se hablaba y mucho de Guadalajara. Las máquinas de escribir no cesaban de teclear porque la Guerra Civil vivía en tierras de Castilla una de las horas de mayor incertidumbre, ante las inclemencias atmosféricas y el desgaste de la trinchera.

De los sucesos de Guadalajara dieron cuenta la diputada Margarita Nelken, en la revista gráfica La Estampa, y Mika Etchebéhère, activista argentina que llegó a ser capitana de una milicia del POUM. La memoria es un banco de datos emocionales.

Por Guadalajara pasó la fotógrafa alemana (descendiente de polacos judíos) Gerda Taro, pareja sentimental y profesional de Robert Capa. Las instantáneas de Gerda transmiten una visión diferente del conflicto, menos centrado en el despliegue militar y más en la retaguardia. En su objetivo, captó a las mujeres instruyéndose en la playa, a los chavales jugando entre las barricadas, a los campesinos de Aragón, a los huérfanos de los asilos, etc.

Al poco, el 26 de julio de 1937, con 27 años, en el ocaso de la ofensiva de Brunete, Gerda perdió la vida al caer del estribo del coche en el que viajaba cuando un avión enemigo se aproximó a baja altura. Su cuerpo fue trasladado a París y, en 1938, una marca de chicles de Filadelfia incluyó, en una colección sobre Historias verdaderas de la guerra moderna, un dibujo coloreado que representaba el fatal accidente.

¿Qué huellas materiales, y de otro tipo, dejó esta batalla?

Los pueblos fueron evacuados, las divergencias de mando se condensaron en coplas, hubo italianos que dijeron haber venido a Guadalajara a grabar la película Escipión el Africano y, de repente, por el Kremlin y en París, con el desenlace, la sorpresa... Alberti se enteró de la victoria republicana porque se lo contó Stalin, en una visita que estaba realizando a Moscú, y uno de los primeros vehículos que liberaron París, al final de la Segunda Guerra Mundial, se llamaba Guadalajara.

Cerca de Almadrones, en el kilómetro 105 de la nacional II, se levantó un pequeño cementerio de guerra conocido como la «Capilla del Legionario». Se inauguró en 1938 sobre un proyecto del capitán castrense italiano Giovanni Bergamini, pero se destruyó en 1986, al hacer la Autovía del Nordeste. Quedan uniformes, monedas, cartas, obuses que a menudo salen a la luz y tienen que ser desactivados, y sobre todo queda la memoria de los ancianos.

Yo y mi hermana María nos adentramos por primera vez en la historia cuando teníamos sólo 3 años por los cuentos de mi abuelo Ángel, quien estuvo al frente de las Transmisiones en Guadalajara. Queda viva, por tanto, la llama del recuerdo.

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