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Susana Díaz, ayer, durante el mitin en el Pabellón de Ifema - Óscar del Pozo

Susana Díaz se presenta a las primarias porque «el PSOE y España» lo necesitan

González, Zapatero, Guerra, Rubalcaba y casi todo el poder socialista fueron a la presentación de la favorita para ser próxima secretaria general

Madrid Actualizado: Guardar
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Una buena parte de la grandeur pasada del PSOE: los expresidentes Felipe González (1982-96) y José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba, Carme Chacón (no Joaquín Almunia ni Manuel Chaves o Juan Carlos Rodríguez Ibarra) se unieron ayer al hoy del partido, cuatro presidentes regionales y decenas de alcaldes y cargos, para escenificar en Madrid el siguiente relato: o gana Susana Díaz la Secretaría General en las primarias de mayo, o el partido vuelve a caer en manos de Pedro Sánchez... y desaparece.

Fue en la Feria de Muestras de la capital y lo hicieron con la intensidad drámática que requería el desplazamiento hasta allí de 6.000 afiliados de toda España -muchos desde Andalucía-, venidos en no menos de 40 autobuses y cientos de vehículos particulares.

Abarrotaron el Pabellón 1 y otro anexo.

Ninguno de los oradores verbalizó tan crudamente ese relato, mucho menos Díaz, pero es la única lectura que cabe al desborde de sentimentalidad: desde el inusual paseíllo de todos -menos González- con la candidata al edificio anexo para que se dirigiera micro en mano a quienes no podían acceder al principal; su posterior entrada triunfal al escenario en el pabellón principal entre un ruido ensordecedor, los agarrones al paso del cortejo; pasando por las lágrimas (¡¡) de un tipo frío como Rubalcaba al ver abrazarse en el escenario a su hombre en las primarias de 2014, Eduardo Madina, con quien lo hizo imposible, Díaz, apoyando a su hoy adversario Pedro Sánchez.

Todo, hasta la lectura de los labios del fan número uno de ella, Zapatero -«¡¡qué grande has estado!!»-, al oído del hombre del PSC que acababa de desatar el aplauso de miles de andaluces con un canto a la «fraternidad», Antoni Balmón, abundaba ayer en la idea de excepcionalidad que vive un partido que ha visto cómo pasó de 110 diputados a 85, en un tris de haber sido sobrepasado por Podemos.

Únicamente González se mantuvo frío; no solo no hizo el paseíllo sino que evitó revelar a los periodistas si votará a su paisana: «Estoy aquí, ¿no?», dijo tras recordar que el voto es secreto e insinuar que si Patxi López o, incluso, Sánchez le invitan a un acto podría ir. Y es que nada de lo que ocurrió ayer en Ifema fue normal porque la propia situación del PSOE no lo es. La gestora planificó un congreso a ocho meses vista para extender la alfombra roja a Susana Díaz y ahora se ve ante un Pedro Sánchez redivivo que va a obligarla a bajar a la arena más de lo que esperaba.

No a «entregarse» a Podemos

De hecho, al ex secretario general, que a la misma hora daba otro mitin con algo más de 2.000 personas en Burjassot (Valencia), debieron pitarle los oídos al oír cómo Díaz explicaba que se presenta para «ganar» las elecciones generales; no se resigna a ser segundo plato.

«España nos necesita y el PSOE está dispuesto a hacerse cargo. Hoy estamos aquí por el PSOE y por España, y vamos a salir a la calle con fuerza, diciendo que somos el PSOE, el de siempre, el de ahora, el del futuro y el que no llegaremos a conocer». Susana Díaz se postula como secretaria general para «recuperar la fraternidad» perdida en estos dos años de mandato de Pedro Sánchez, que concluyeron abruptamente en el tormentoso Comité Federal del 1 de octubre con su salida del poder.

La presidenta andaluza garantizó que ella va a recorrer hasta mayo hasta la más recóndita de las agrupaciones socialistas pero no pedirá «el voto del rencor y el resentimiento», como cree que está haciendo Sánchez, al que no nombró. Además, garantizó que, si gana las primarias, el PSOE seguirá «teniendo como siempre un proyecto autónomo», porque «una cosa es pactar con el PSOE y otra entregarlo al modelo de otros», dijo en alusión a las alianzas con Podemos.

«Quiero ganar las primarias y las elecciones, pero no quiero el poder a cualquier precio», insistió la líder de los socialistas andaluces, al tiempo que avisó a sus rivales de que «más a la izquierda del PSOE no hay ninguna izquierda transformadora».

No menospreciar el pasado

Susana Díaz reclamó unas primarias «limpias», que no se conviertan en una «carrera de agravios ni de marketing, en un discurso de casi una hora en el que ha apelado al apoyo de los «socialistas que van con luces largas», a los de la «esperanza» y la «ilusión».

Para diferenciarse del Sánchez que contrapone su proyecto al «PSOE del siglo XX», que la apoya a ella, la andaluza reivindicó ayer las «raíces» de su partido, el orgullo de su historia y el legado de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que la escuchaban desde la primera fila junto a numerosos exministros -José Blanco, José Bono, Trinidad Jiménez, Juan Fernando López Aguilar, Miguel Sebastián, José Corbacho y Rosa Aguilar, entre otros- y la ex vicesecretaria general y hoy eurodiputada, Elena Valenciano.

«A nosotros no se nos ocurrirá quitar a nadie de una fotografía, ni ocultar parte de nuestra historia ¡queremos que se sepa!», clamó Díaz, que homenajeó uno por uno a los veteranos y a cada uno de los presidentes autonómicos que acudieron: Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Guillermo Fernández Vara (Extremadura), Ximo Puig (Comunidad Valenciana) y Javier Lambán (Aragón); incluso a la balear Francina Armengol -que no estaba porque apoya a Patxi López- y al presidente de Asturias, Javier Fernández, que sí la apoya pero que ayer no estuvo en Ifema para salvaguardar la imagen de neutralidad de la gestora.

Antes del acto, García-Page resaltó la idea del mismo: contraponer la división que, a su juicio están propiciando Sánchez y los suyos con el canto a la unidad que se vivió ayer. Se mostró «orgulloso» de que líderes como González y Guerra, o Rubalcaba y Chacón, que mantuvieron sus diferencias, y a quienes algunos insultan ahora en las redes sociales, fueran capaces de acudir ayer para beneficiar la imagen del PSOE.

«Prefiero a mucha gente que aquí ha demostrado cómo se cambia a España, cómo se gana al PP, que a aquellos que insultan mucho al PP sobre todo para disimular que pierden frente al PP», dijo Page en alusión a las derrotas electorales de Pedro Sánchez y Patxi López.

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