Pablo Iglesias, durante la investidura de Pedro Sánchez
Pablo Iglesias, durante la investidura de Pedro Sánchez - Ángel de Antonio

Pablo Iglesias, de las tertulias a los monólogos cómicos en el Congreso

Con sus bromas en la tribuna de la Cámara sigue desafiando al buen tono parlamentario

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Pablo Iglesias vive en streaming; trabaja pendiente de las breaking news y consulta los pactos con Siri. Como icono de la nueva política fue engendrado entre cables, micrófonos y dúplex televisivos. Nació en un plató pero no es un tertuliano al uso. Mientras para la Tesorería de la Seguridad Social los comentaristas han dejado de ser artistas y para la Agencia Tributaria no existen (sí, en cambio, los banderilleros y maquilladores, que tienen su apartado), el líder de Podemos ha saltado de escalafón: ha pasado a protagonizar monólogos cómicos en la tribuna del Congreso (el beso, el beso) y entre Pleno y Pleno, a ser invitado estelar de los platós que antes frecuentaba a cambio de unos suculentos eurillos. Su omnipresencia en la parrilla es, si cabe, mayor.

Aunque la Seguridad Social no se lo reconozca, no ha dejado de ser artista: conseguir desgravarse 41.045,48 euros como autónomo es tan difícil como que pasen cinco minutos sin que se convoque una rueda de Prensa en el Congreso. Iglesias es un artista, aunque Montoro no quiera reconocérselo ni a él ni al gremio de los tertulianos, nuevos licenciados en sabiendología. Un «artista» que desafía al buen parlamentario con bromas de asamblea de Facultad, insultos como el que dedicó a Felipe González y alusiones a cantantes callejeros. Pero no va a dejar la televisión, su verdadera casa-cuna.

La mala fama de algunos tertulianos que pueblan las parrillas es inversamente proporcional a la rentabilidad de estos programas. Un par de horas se paga con una mención publicitaria de veinte segundos. Y encima, la crisis no ha entrado en crisis: la exposición pública de la devastación (de la económica y de la que acarrea la corrupción) sigue interesando tanto a la audiencia que los debates crecen como hongos. Por eso, los nuevos líderes se han hecho hombres ante las cámaras. E Iglesias es un pionero en abrir la boca aunque le entre un enjambre de moscas.

En la carrera de tertuliano el secretario general de Podemos ha ido aprobando cursos a medida que su fama de referente del populismo más trasnochado iba tomando cuerpo. Comenzó en «La Tuerka» entrevistando a Cristina Almeida (hasta que llegaron los fajos de Mahmud Ahmadineyad, el presupuesto no daba para más); se maleó en la zona cero de Intereconomía; y terminó en su Fort Apache, subvencionado por la dictadura iraní, a 97.610 euros el trienio (ABC, 29-01-2016). Ahí sigue, aunque su sobreexposición le haya restado televidentes.

Su fama de buen fajador unido a su lustre de político en racha han reconducido su presencia masiva en los platós a intervenciones selectas con pinganillo desde la sede de su partido o a entrevistas como invitado principal. Es verdad que su prestigio como tertuliano quedó maltrecho hace un par de meses cuando le arreó sin piedad al diccionario, a la enciclopedia británica, a la Constitución y hasta a Barrio Sésamo. Todo en uno. Sus asesores recuerdan sus gazapos con una sonrisa indulgente: «El jefe estaba cansado», aducen cuando se les pregunta por las fe de errores que siguen del aspirante a vicepresidente del Gobierno de España.

1.-«Tu asesor económico Jordi Sevilla forma parte del consejo de administración de la multinacional House Water Watch Cooper», le dijo a Pedro Sánchez en un cruce dialéctico. En Podemos tuvieron que explicar después que Iglesias se refería a la consultora PricewaterhouseCoopers (PwC), en la que el exministro de Zapatero y asesor de Sánchez, Jordi Sevilla, estuvo trabajando en 2009. La propia firma agradeció en un tuit la publicidad involuntaria que el hoy diputado les había hecho.

2.-«Un conservador británico muy famoso decía: tortura los números que acabarán diciendo lo que quieras». El líder populista creyó citar a Winston Churchill. Sin embargo, la frase no era suya sino del escritor Gregg Easterbrook: «Tortura los números y lo confesarán todo».

3.- «El 4 de diciembre miles de andaluces salieron para decidir quedarse en España». Iglesias le espetó esta falacia a Pedro Sánchez durante un debate electoral para reprochar al líder socialista que no apoyara el referéndum en Cataluña. Lo cierto es que lo que hubo en 1977 en Andalucía fue una fuerte movilización para reclamar un Estatuto de Autonomía, que culminó con un referéndum el 28 de febrero de 1980.

Cuando hace unos días se le preguntó, no descartó seguir de tertuliano. El «sucesor» de Abril Martorell, Alfonso Guerra o Soraya Sáenz de Santamaría no renuncia al medio que le vio nacer. Aunque siempre podrá reconducir su perfil artístico por el de monologuista del club de la comedia.

Ver los comentarios