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Un momento del coloquio, moderado por José Luis Martín, delegado de ABC en Castilla y León - José Ramón Ladra

Enfrentadas por las cuotas, juntas por la igualdad

Cuatro parlamentarias piden medidas que faciliten a las mujeres la posibilidad de llegar a altos cargos

Madrid Actualizado: Guardar
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«¡Es la liquidación del anarquismo y de la CNT!», criticó el padre de Federica Montseny en 1936 cuando esta se convirtió en la primera española (y anarquista) que accedía a una cartera ministerial. Desde entonces, muchas se han convertido en «la primera mujer» en desempeñar diversos puestos institucionales, hasta haber normalizado y puesto en valor su presencia en la vida política del país, pero todavía quedan retos pendientes.

«Aún queda mucho por hacer. Las mujeres no han tenido espacio en la política y no se puede ganar tan rápido», aseguró la presidenta de las Cortes de Castilla y León, Silvia Clemente, durante una mesa redonda sobre mujeres parlamentarias organizada esta semana en ABC. Fue un desayuno que se desarrolló con ánimo constructivo y dialogante en el que también participaron la diputada del PSOE Ángeles Álvarez, la senadora de Podemos Maribel Mora y la diputada de Ciudadanos Marta Rivera.

Incorporación de la mujer

Pese a que desde las 21 diputadas que había en 1977 en las Cortes Constituyentes se ha pasado a 138 -lo que supone casi el 40 por ciento del hemiciclo-, las cuatro políticas tienen claro que aún quedan batallas por ganar. Y muchas se centran en la letra pequeña de la realidad. Álvarez, por ejemplo, se refirió a cómo las mujeres tienen unos tiempos de permanencia en las instituciones mucho más breves que los de los hombres. También a que queda un asunto simbólico que aún no se ha producido: que haya una presidenta del Gobierno y que, además, esté comprometida con los derechos de la mujer.

Sí suscitó fricciones entre las cuatro dirigentes la imposición de cuotas. Así, por ejemplo, la ley marca para las listas electorales un mínimo del 40% de los puestos para cada sexo, en tramos de cinco diputados. Sin embargo, cada partido lo aplica de forma distinta, ya sea con listas cremallera o sin ellas.

«El mérito es el que debe determinar el acceso a los puestos», dijo Clemente, a quien no le gustan las cuotas como criterio. Una afirmación que respaldó la diputada de Ciudadanos: «La cuesión no es cuántas mujeres hay, sino lo que hacen». Rivera, cuyo partido es el que menor presencia de mujeres tiene en las Cortes, defendió la visibilidad de las que sí están en su formación: Inés Arrimadas, Begoña Villacís o Melisa Rodríguez. «Siempre hay menos de las que debería haber, pero la cuestión es lo que hacen».

Álvarez inmediatamente entró para responder: «Sí es una cuestión de cuotas». En su opinión, la imposición de porcentajes es una «herramienta útil», ya que en otros países que no cuentan con ellas, como en Estados Unidos, solo hay un 20 por ciento de mujeres en el Congreso, por muy avanzada que sea su democracia.

También las consideró como un elemento «fundamental» de compensación la senadora de Podemos. «Los hombres han tenido cuotas solo por ser hombres». «Si no fuera por la discriminación positiva, no llegaríamos a las cuotas actuales hasta dentro de 500 años».

Puestos de responsabilidad

Más allá de los números absolutos, el acceso a los cargos de responsabilidad es otro de los grandes hándicaps, según las ponentes. De hecho, al frente de las comisiones del Parlamento el número de hombres dobla al de mujeres: 12 presidencias son para ellos y solo 6 para ellas. Algo parecido ocurre con las portavocías de los grupos políticos en dichos órganos: 108 hombres hablan como titulares de sus partidos, frente a las 52 mujeres en dicha función.

«Si no damos más facilidades de conciliación familiar y laboral, muchas mujeres no aceptan puestos de responsabilidad», dice Clemente, que aseguró haber vivido la situación de ofrecer un cargo de mayor responsabilidad a una mujer y que esta renunciara por las exigencias de su desempeño en el núcleo familiar. «Es un rol del que no se desconecta rápidamente».

La diputada de Ciudadanos coincidió, aunque achacó parte del problema a la proyección social, en el que la madre sigue siendo la que lleva la mayor parte de la carga familiar: «Siempre te preguntan cómo te vas a apañar con los hijos, y a los hombres nunca».

Quien introdujo un elemento diferente en la ecuación fue Álvarez, para quien es clave evaluar la responsabilidad del Estado en este reparto. «Es el que pone los recursos», explicó. Así, cuando se establecen ayudas para dependientes o la tercera edad, es una carga de la que se libera a la mujer, que tradicionalmente era la que se encargaba del cuidado de sus padres, ejemplificó. «La mujer no quiere renunciar ni a tener su independencia ni a tener hijos, pero al final la supervivencia se impone y se acaba renunciando a parte del proyecto de vida».

«Hay que contribuir socialmente a que nos resulte tan fácil como a los hombres acceder a los puestos de responsabilidad», zanjó Clemente.

Defensa de las mujeres

¿Puede un hombre defender los derechos de las mujeres igual que ellas? La respuesta mayoritaria fue «sí», porque lo que cuenta es la «sensibilidad» de cada persona. «Cuando el nivel de interés no es el máximo, no responde bien a esas necesidades, pero ni a esa ni a otras», explicó Clemente. Álvarez se remitió al ejemplo del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, que llegó a crear un Ministerio de Igualdad, mientras que la diputada de Ciudadanos aseguró que fue el líder de su partido, Albert Rivera, quien personalmente impulsó la propuesta para que la baja de maternidad pase a ser compartida. «Las mujeres tienen problemas específicos, y hay hombres que lo ven y otros que no».

Eso sí, la senadora de Podemos matizó: «Los colectivos que más sufren son los que tienen más fuerza por conquistar sus derechos». Algo que no significa que los hombres no sean comprometidos, pero sí que, en su opinión, los mayores avances en este tema han venido por parte de las mujeres.

Forma de hacer política

Para Rivera, hay una foto que supone la plasmación de una realidad: la de la reunión en la operación para la captura de Bin Laden. Todos observan serios, concentrados. Hillary Clinton, la única mujer sentada a la mesa, tiene la mano en la boca. «Ella ve la parte humana de la matanza de un hombre», comenta la diputada de Ciudadanos, sobre la icónica fotografía de 2011.

«La palabra clave es la mirada. Miramos lo mismo que los hombres, pero de otra forma», comentó Álvarez. Para Clemente esa palabra es «perfeccionismo», mientras que para Mora es una cuestión de perspectiva.

Batallas legislativas

En cuanto a las batallas legislativas por abordar, no hubo fisuras: las cuatro hablaron de la igualdad laboral. «No podemos ser una mano de obra barata», criticó Álvarez, que aseguró que «ahora que se debaten las pensiones, lo primero que se ha puesto sobre la mesa son las de viudedad». Un guante que recogió Clemente, que tildó de «brutal» la diferencia salarial entre hombres y mujeres, de casi un 40 por ciento. «Es el Estado el que debe hacer una regulación muy exigente», aseguró. Entre otras cosas, reclamó más incentivos fiscales y de la Seguridad Social para que las empresas contraten más mujeres en igualdad de condiciones salariales, mientras que Rivera optó por un mayor control sobre las empresas.

Críticas machistas

Todas tienen algo que decir en cuanto a las críticas machistas y, pese a haberles preguntado por las de Donald Trump, lo traen al terreno nacional con ánimos encendidos. «En este país tenemos ejemplos sucios de cómo se ha insultado a las ministras de Zapatero», comentó la socialista, en referencia al polémico exalcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva. «Hay que pedir que en este país no toleremos estos insultos». Clemente recordó que esos comentarios fueron reprobados por su partido, y Rivera dijo que en el último «Rodea al Congreso» a las diputadas que salieron de su grupo las llamaron «putas» sin recibir ningún tipo de repulsa por otros grupos. La de Podemos prefirió responder a la pregunta y consideró un riesgo ese comportamiento de un líder político. «Respalda los comportamientos machistas», dijo, algo que compartió Clemente. «EE.UU. es un espejo en el que se mira todo el mundo». En lo que sí se pusieron de acuerdo es en que las armas de crítica a las mujeres son más fáciles, pero no hay que permitirlas. «La gente que está en políticia tiene que saber que los comentarios machistas ya no se toleran».

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