Curri Valenzuela

Denunciar o tapar

Curri Valenzuela
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María Dolores de Cospedal debe sentir envidia de Cristina Cifuentes aunque no lo manifieste. A la secretaria general del PP le hubiera gustado actuar contra Luis Bárcenas cuando se descubrió el dineral que el tesorero de su partido tenía escondido en Suiza de la misma manera como se ha comportado la presidenta madrileña al sospechar la corrupción que se escondía tras la gestión del Canal de Isabel II: denunciándolo.

De hecho, Cospedal fue la única dirigente popular que denunció a Bárcenas presentando una demanda por intromisión en su honor al haber asegurado que cobró dinero negro. Lo hizo a título personal. Y ganó en los tribunales. Los demás eligieron la opción de no remover excesivamente las aguas, no crearse problemas que pudieran terminar provocando las iras del tesorero pillado in fraganti.

Organizaron aquello de fingir que Bárcenas se había marchado del PP aunque le siguieran manteniendo despacho, sueldazo y secretaria y enterraron la cabeza en la arena, como el avestruz, para esperar el día o el año, que todavía no ha llegado, en que la gente se olvide de todo aquello.

Son las dos almas que conviven en el PP, en otros grandes partidos como el PSOE y en muchos ámbitos del mundo económico donde es frecuente que las empresas echen tierra sobre los escándalos que les afectan para no provocar la reacción en contra de sus productos de los consumidores.

Volviendo al PP, que es lo que preocupa a los españoles estos días, existe una corriente de opinión entre dirigentes de medio y alto rango de ese partido que se lamentan de que Cifuentes decidiera tirar de la manta que cubría las corrupciones de Ignacio González vistas las consecuencias de repudio de la opinión pública hacia su formación a lo ancho y alto de la geografía española. No lo dicen en voz alta para que nadie piense que amparan a los ladrones. Puede que en algún caso así sea; en muchos se trata de cobardía, de miedo a las consecuencias de provocar una catarsis de final incierto.

Enfrente de ellos, Cifuentes y Cospedal, el mayor apoyo que la presidenta madrileña ha encontrado en Génova en estos tiempos revueltos, y líderes locales y regionales en su mayor parte jóvenes, son partidarios de denunciar, investigar irregularidades y remitirlas a los fiscales para que los corruptos reciban sus merecidos castigos caiga quien caiga. Aunque el que caiga sea un amigo. Ellas y ellos no tienen nada que perder, todo lo contrario. Su futuro en el PP exige que el PP se regenere. De momento, y por primera vez, van ganando.

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