Por qué Ciudadanos gana terreno al PP
Manifestación de la Diada este año 2015 - efe

Por qué Ciudadanos gana terreno al PP

Diez motivos por los que la formación de Albert Rivera va ocupando espacios que antes eran del Partido Popular

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Diez motivos por los que la formación de Albert Rivera va ocupando espacios que antes eran del Partido Popular

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  1. España unida sin complejos

    Manifestación de la Diada este año 2015
    Manifestación de la Diada este año 2015 - efe

    La noche del 27 de septiembre, Albert Rivera compareció para valorar los resultados de su formación en las catalanas mientras la militancia lo aclamaba al grito de «Yo soy español». Sin complejos. Esa misma noche, Mariano Rajoy no compareció ante los medios. Bien es cierto que uno acababa de obtener unos resultados espectaculares y el otro una amarga derrota.

    La introducción del debate catalán en la agenda no ha permitido que el PP obtenga réditos. El partido de Rivera ha logrado capitalizar el discurso españolista, la idea de un proyecto único para toda España. Y lo ha hecho sin esgrimir banderas. No tienen que hacerlo para que se sepa qué es lo que defienden. En el PP, sin embargo, subsiste algún complejo que malinterpreta su inequívoca convicción sobre la unidad de España.

    La idea de un discurso único en toda España que desarrolla Ciudadanos tiene su mayor expresión en País Vasco y Navarra. El partido apuesta por un régimen fiscal común que acabe con los modelos especiales de estas dos regiones, y que por tanto cierra la puerta a cualquier negociación de pacto fiscal en Cataluña. Y lo ha hecho a sabiendas de que ese posicionamiento le está impidiendo implantarse con la misma fuerza en País Vasco y Navarra que en el resto de España.

    El partido presentó una moción en todos los parlamentos autonómicos en los que tiene presencia para defender la unidad de España. Una de las frases más potentes de Rivera es que «el último pueblo de Girona es tan español como la Castellana».

    En el PPpelean por demostrar que son «los únicos en no abrir el “melón” de la reforma constitucional», como decía hace solo unos días el vicesecretario de Comunicación, PabloCasado. Pero la irrupción de Ciudadanos les ha quitado el marchamo de ser la formación más «española», la que defiende sin ambages la unidad nacional; ahora ya son dos los que lo hacen. Con el agravante de que en la formación naranja están recogiendo los frutos de esta política, y en el PP no. Así se ha demostrado en las elecciones catalanas, donde el discurso constitucionalista y a favor de una España unida que ha realizado el PP no ha sido suficiente para evitar el ascenso de Ciudadanos en las urnas. «Hemos hecho el trabajo, y ellos se han beneficiado», reconocían en la dirección popular a las pocas horas de cerrarse los colegios electorales, el pasado domingo.

    Los populares achacan las simpatías evidentes que despierta Ciudadanos a su postura, mucho más cómoda: «Ellos no han tenido que tomar decisiones comprometidas», como sí ha hecho el partido en el Gobierno. Además, reconocen que los de Rivera han capitalizado el voto de todos aquellos que no querían la independencia y veían en ellos el principal partido de la oposición en el futuro Parlamento catalán.

    La misma empatía que despiertan los «naranjas» se convertía en antipatía hacia los populares, que sufrieron esa hostilidad en algunos de sus actos públicos –traducida en insultos, acosos y vejaciones–, y han perdido relevancia en Cataluña y País Vasco.

  2. Defensa firme de los valores constitucionales

    Mariano Rajoy, en el Palacio de Marivent
    Mariano Rajoy, en el Palacio de Marivent - reuters

    El PP y Ciudadanos coinciden en defender una España en la que los derechos los tienen los ciudadanos, y no los territorios, así como que los españoles son diversos, pero no diferentes. En Ciudadanos argumentan que esas diversidades radican en el reconocimiento y promoción, que ya tiene lugar, de las lenguas cooficiales. Pero las diversidades no deben entrar, según su criterio, ni en la nomenclatura ni en cuestiones de tipo económico. Y en este punto, entre los dirigentes de Ciudadanos no hay fisuras. Es más:la propuesta de reforma constitucional en la que trabaja Ciudadanos propondrá modificar el Título VII para clarificar qué competencias corresponden al Estado y cuáles a las comunidades autónomas. «Para que no haya extraños trasvases», suelen defender.

    Este férreo compromiso choca con los matices que en materia de reforma constitucional han introducido altos dirigentes del PP, como el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, o el candidato catalán, Xavier García Albiol. O con las propuestas del PSOE de incluir a Cataluña como nación en la Constitución.

    El pasado verano, desde el PP se coqueteó con plantear una reforma constitucional. Lo anunció el ministro de Justicia, Rafael Catalá, a quién avaló el presidente del Gobierno al abrir la posibilidad de que en la próxima legislatura se iniciara una revisión de la Carta Magna basada en el informe que elaboró al respecto el Consejo de Estado en el año 2006. Pero finalmente se quedó en globo sonda veraniego y desde el PPse anunció que no se incluiría en su programa electoral del próximo 20 de diciembre.

    Ese es el reflejo de que en el PP viven con menos nitidez estas cuestiones; el temor a no ser políticamente correctos, o a recibir una lluvia de críticas mediáticas, les condiciona a la hora de manifestar su postura en muchas cuestiones ideológicas en las que, en el fondo, sus planteamientos apenas mantienen diferencias con los de Ciudadanos.

    En la cuestión constitucional, y pasado el «arrebato» veraniego, se ha vuelto a la casilla de salida. El PP continúa manteniendo que no se hablará de esta cuestión hasta que no haya el suficiente consenso, un acuerdo de similar condición al que se dio cuando fue elaborada la Ley de Leyes. Algo que parece poco probable que ocurra tras las elecciones del 20-D, en la que las encuestas auguran un Parlamento fragmentado.

    Y aún habría una segunda condición antes de tocar la Constitución del 78: saber para qué se quiere reformar. Es una de las preguntas que reitera siempre que aborda este tema el presidente Rajoy: quien quiera modificar la Carta Magna debe decir en qué sentido quiere hacerlo, con qué intención. Porque, de lo contrario, abrir el debate sin una hoja de ruta sería equivalente a destapar una «caja de Pandora» de resultados muy inciertos.

  3. Capacidad de alcanzar acuerdos

    Cristina Cifuentes (PP) logró apoyos suficientes para convertirse en presidenta de la Comunidad de Madrid gracias al apoyo de Ciudadanos (en la imagen, Ignacio Aguado)
    Cristina Cifuentes (PP) logró apoyos suficientes para convertirse en presidenta de la Comunidad de Madrid gracias al apoyo de Ciudadanos (en la imagen, Ignacio Aguado) - jaime garcía

    Es un hecho que Ciudadanos tiene la capacidad de hablar con partidos a derecha e izquierda, e incluso de pactar con ellos. Las investiduras de la socialista Susana Díaz en Andalucía y de la popular Cristina Cifuentes en Madrid constituyen la prueba. En un primer momento esos pactos poselectorales afectaron a Ciudadanos porque daban a entender que se trataba de un partido sin criterio claro, dispuesto a pactar con cualquiera. Sin embargo, las encuestas en algunos de los territorios donde ya ha efectuado pactos de investidura reflejan que esos acuerdos no le han restado apoyos entre los electores. Esa ductilidad se traduce en una condición transversal que le permite arañar votos tanto al PP como al PSOE. Una capacidad que ha quedado contrastada en Cataluña, donde Ciudadanos ya es segunda fuerza política.

    Tras el 24-M y la formación de los nuevos gobiernos en autonomías y ayuntamientos, el partido naranja no sólo ha llegado a acuerdos con PSOE o PP, indistintamente, sino que también ha coincidido en algunas votaciones con Podemos, con los que comparten parte del diagnóstico sobre las causas de la crisis, pero en ningún caso sus soluciones.

    Frente a esta posición abierta –cuyo revés es la indefinición política–, el PP parece dar muestras de tener un solo interlocutor, precisamente Ciudadanos. Además, los populares se enfrentan a otro problema:el PSOE y Podemos –y sus marcas blancas– esgrimen de forma sistemática el discurso del veto al PP para alcanzar cualquier tipo de acuerdo.

    Este contexto ha permitido a Rivera presentarse como el único líder con capacidad para reunir en torno a una mesa a todas las fuerzas políticas y abordar las grandes reformas que llegarán en la próxima legislatura. Solo marca una línea roja en sus negociaciones: no se llega a pacto alguno con partidos que promueven la independencia de sus regiones respecto al resto de España.

  4. Discurso aglutinador y constructivo

    Inés Arrimadas, líder en Cataluña de Ciudadanos
    Inés Arrimadas, líder en Cataluña de Ciudadanos - Efe

    El discurso ilusionante es una de las claves de la comunicación de Ciudadanos. Su mensaje es crítico, pero no apocalíptico. Además, aunque no escatima en reproches a sus contrincantes políticos, está priorizando la comunicación de su programa. La premisa es sencilla: la gente no te va a votar porque los demás sean malos. Lo de votar por descarte, el mal menor, se ha terminado. Los mensajes son claros, y la ventaja de la novedad evita las contradicciones.

    Frente a la frescura, a veces insolente, de Ciudadanos, el PP es un partido con mucha historia: es una formación con muchos años de rodaje, y el partido con más militantes de España. Una gran riqueza, pero también una maquinaria pesada que cuesta mover en cualquier dirección que no sea la que señala la inercia. A la hora de realizar programas, los populares tienen presente una de sus máximas: que éstos son un contrato con los ciudadanos que luego hay que cumplir. Eso les corta las alas a la hora de realizar promesas que, saben por experiencia, luego son complicadas de ejecutar.

    Para el PP, un partido acostumbrado a «tocar poder», la dura realidad siempre se impone: «Es muy fácil lanzar ideas cuando no gobiernas ni vas a hacerlo», protestan los populares. Como Rajoy dice muchas veces, «hablar es fácil, pero gobernar es muy difícil».

    Para hacer llegar sus mensajes, además, Ciudadanos tiene una gran presencia en los medios de comunicación. Y ya no es solo Rivera el que se pasea por las radios y televisiones de toda España, sea cuál sea su línea editorial. En un intento por mejorar la imagen del partido, el PP designó caras nuevas con un perfil más joven e informal, que intentan, a base de apariciones mediáticas que en algunos casos llegan a la sobreexposición, dar forma física a ese «nuevo PP».

  5. Estrategia de comunicación

    El presidente Rajoy, durante una intervención que la prensa sigue a través de un plasma
    El presidente Rajoy, durante una intervención que la prensa sigue a través de un plasma - efe

    La comunicación del mensaje es una de las claves del éxito del partido naranja. El PP no ha sido capaz de transmitir la mejora de la economía. No ha logrado conectar con la gente porque en ocasiones ha pecado de triunfalismo. Ciudadanos, sin negar la mejora de las cifras económicas, ha sido muy claro: «No nos conformamos». Ni con las cifras de paro, ni con la deuda pública. Y un segundo mensaje: «Si no se hacen reformas en profundidad de la economía y de las instituciones, volveremos a estar expuestos a crisis de esta magnitud».

    Pero los éxitos comunicativos no se ciñen solo al mensaje político. Son ya memorables las ocasiones en las que el partido ha sabido dar la vuelta a campañas críticas en las redes sociales para explotarlas a su favor. Como cuando el portavoz de del PP en el Congreso, Rafael Hernando, se refirió al líder de Ciudadanos como «naranjito»: Rivera y su equipo lo transformó en una campaña viral en positivo y a su favor.

    En los últimos tiempos el PP ha intentado apostar por el formato audiovisual. En el mejor de los casos el resultado ha sido plano, como el último vídeo de campaña con algunos dirigentes del partido hablando en catalán. Por el contrario, el vídeo de la campaña de Ciudadanos para las elecciones autonómicas y municipales fue galardonado con el Victory Award 2015 en la categoría «Spot político de televisión del año».

    En el PP les falta frescura. Cuando quieren ser «modernos» se les ve incómodos; el peso de la tradición es demasiado grande y puede terminar asfixiando cualquier intento de innovar. A esto se unen las críticas por «falta de empatía» que viene recibiendo Mariano Rajoy. El presidente, que gana mucho en las distancias cortas, no consigue romper esa imagen. En los últimos meses se está prodigando mucho más, los esfuerzos son notables, pero su comportamiento mediático los tres primeros años de legislatura le ha granjeado una imagen distante que trata ahora de borrar.

  6. Cartas sin marcar

    Luis Bárcenas, durante una comparecencia en su proceso judicial
    Luis Bárcenas, durante una comparecencia en su proceso judicial - ignacio gil

    El partido de Rivera parte con una ventaja:no hay desgaste por la gestión. Sobre esa premisa, vende un mensaje contundente contra la corrupción. Ciudadanos es consciente de que en sus propias filas pueden surgir casos, pero siempre que ha habido alguna irregularidad ha expulsado a los protagonistas del partido. Además, en su políticas de pactos han planteado dos condiciones para poder llegar a acuerdos: que los imputados por corrupción política no puedan ocupar un cargo público y la supresión de los aforamientos.

    En el PP saben que la corrupción les ha hecho muchísimo daño, pero estiman que ya han pagado por ello. Insisten en señalar que aquellas personas que se han visto afectadas por algún escándalo ya no están en sus cargos ni en el partido. Pero les cuesta citar sus nombres en público. Ante quienes les acusan de no actuar con celeridad, contestan con las numerosas leyes que han promovido en el Congreso para que no sea posible que se repitan estas situaciones, y para que quienes se han apropiado de dinero público tengan que devolverlo. Pero el esfuerzo puede parecer baldío, pues partidos como Ciudadanos o Podemos van a dedicar mucho tiempo a tratar de mantener vivo un debate que les beneficia, frente a los partidos tradicionales.

  7. Marketing

    Rivera, con una imagen de Naranjito
    Rivera, con una imagen de Naranjito - twitter

    Ciudadanos ha hecho de su imagen un motivo de voto. Sus candidatos son de catálogo: ofrecen una imagen fresca, de renovación y de esperanza frente a los estereotipos que se achacan al Partido Popular.

    Los candidatos de Ciudadanos son caras nuevas. La mayoría son jóvenes, aunque no todos, pero en cualquier caso la totalidad de ellos tienen una vida profesional anterior. La sensación de no depender de la política es extremadamente positiva para una sociedad que ha demonizado al político de profesión. Sea justo o injusto.

    Uno de los errores más graves que ha cometido Albert Rivera fue precisamente cuando su exaltación de la juventud le llevó a jubilar a toda persona nacida antes de 1978. Supo rectificar enseguida, pero lo cierto es que tanto el PP como el PSOE se han lanzado a rejuvenecer sus listas. Javier Maroto, Pablo Casado o Andrea Levy son un buen ejemplo en el partido de Génova, 13. Estos nuevos perfiles se adaptan mejor, son más moldeables, a las nuevas exigencias de la comunicación política que quienes han sido políticos toda la vida.

    En el PP explican una y otra vez que la experiencia es un grado, y que Mariano Rajoy es mucho más conveniente que la aventura de resultado incierto que puede representar Rivera, pero lo cierto es que su imagen es menos atractiva en una época en que la imagen pesa más que la reflexión. Frente a la novedad que representa Ciudadanos, la «marca Partido Popular» intenta todavía –a menos de dos meses de las generales– dar una sensación de renovación .

  8. Liderazgo

    Albert Rivera, líder de Ciudadanos, atiende a la prensa
    Albert Rivera, líder de Ciudadanos, atiende a la prensa - reuters

    Ciudadanos explota, y va a seguir haciéndolo, la imagen de Albert Rivera. Cada vez puede decirse menos que el partido solo es él. Especialmente desde el 27-S, en que apareció Inés Arrimadas, la candidata por Cataluña. Pero es evidente que Rivera sigue teniendo muchísimo peso. Ciudadanos ha corrido el riesgo de ser tachado simplemente como el partido de un solo hombre. Pero el riesgo de su sobreexposición de momento no ha dado mal resultado. Es el líder político mejor valorado por los españoles en el consenso de todas las encuestas.

    Mientras, el ciudadano de a pie se ha mostrado especialmente duro con Rajoy, que sufre el desgaste de las medidas aprobadas para hacer frente a la crisis pero no recibe el agradecimiento por haber dado la vuelta a la situación económica. Desde muy pronto de su mandato carga con el lastre de haberse convertido en el presidente peor valorado (un 2,31 en el barómetro del CIS de octubre de 2014 fue su nota más baja).

    Ciudadanos va a explotar ese contraste. Rivera se ha destacado como un líder para el que no es una obligación comunicar, sino que forma parte del relato y de la figura que ha construido. Rajoy, por su parte, le ha puesto cara a los recortes; ha sido el presidente durante la etapa más dura de la reciente historia de España, ha tenido que comunicar noticias tan impopulares como la bajada de sueldos a funcionarios o las subidas de impuestos. Posiblemente, al cabo de los años se reconocerá su labor al frente de un país al borde del rescate que en cuatro años se ha convertido en el ejemplo a seguir en las instituciones europeas.

    En el PP no terminan de entender esta realidad; por eso insisten campaña tras campaña -y este año ha habido ya varias- en «vender» cómo ha mejorado el país desde que los populares llegaron al Gobierno en noviembre de 2011. Pero si los datos macroeconómicos son buenos, la realidad cotidiana sigue siendo muy dura para una gran parte de la sociedad. De ahí que algunas de las acciones de Rajoy a pie de calle no hayan salido todo lo bien que deseaba.

  9. Sensibilidad social

    Protesta contra los recortes en Sanidad, celebrada en Sevilla
    Protesta contra los recortes en Sanidad, celebrada en Sevilla - kako rangel

    Ciudadanos es un partido que hace bandera del discurso social. Para ellos este punto es fundamental. Esto es clave para atender a un votante en el que Ciudadanos tiene a su elector potencial, y en el que el PP pierde apoyos: los jóvenes. También resulta fundamental para atraer a los que en la escala ideológica se autoubican en el 5 y 6, el centro y centro derecha.

    Mientras, en el PP luchan denodadamente por eliminar el sanbenito de liquidador del estado del bienestar que se le ha colgado desde la izquierda. Insisten en que las pensiones se han garantizado gracias a decisiones de su Gobierno, y que a pesar de la crudeza de la crisis, jamás se bajaron.

  10. Apuesta por el cambio sensato

    Un ciudadano, ejerciendo su derecho al voto
    Un ciudadano, ejerciendo su derecho al voto - inés baucells

    El eslogan de AlbertRivera, «el cambio sensato», ha calado. La gente quiere cambio. Quiere reformas. Se trata de un discurso sin fisuras. Los cambios no se abordan, como en el caso de la Constitución, como un riesgo de inestabilidad, sino como una oportunidad de hacer las cosas mejor.

    Además, su evocación a los tiempos de la Transición y al consenso generan mucha empatía. Se diferencian del PP en no tener miedo a los cambios, del PSOE en haber establecido un rumbo fijo y de Podemos en plantear los cambios con espiritu reformista y no rupturista.

    Esa es una de las principales debilidades del PP frente a Ciudadanos: los de Rivera son, como definen algunos,«populares sin complejos», sin miedo a decir algo políticamente incorrecto, sin temor a ser juzgados por ello. Tal vez por inconsciencia, o por la libertad que acompaña al que no tiene responsabilidades de gobierno, como les achacan en el PP.

    El caso es que frente a ese «buffet libre» de propuestas sociales, económicas o culturales que ofrece Ciudadanos, los populares de Rajoy –que promete otra campaña basada en los logros económicos del mandato– son más refractarios a las «ocurrencias», más previsibles en sus políticas, y se mantienen fijos en un «menú del día» que resulta menos atrac

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