Núria de Gispert, presidenta del Parlamento catalán
Núria de Gispert, presidenta del Parlamento catalán - efe

Núria de Gispert, la independentista conversa

La presidenta del Parlamento catalán, descendiente de un caballero español, adoctrina en la secesión: UDC le ha dado de baja

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Ocurrió el pasado 12 de junio, durante la visita de un grupo de escolares al Parlamento catalán. «Vino una guerra a Barcelona y a Cataluña y ganaron, no los catalanes, sino los otros, y los otros, hicieron una Ciudadela, que es el parque de la Ciudadela, una ciudadela amurallada y pusieron edificios militares, como un polvorín, con armas y bombas. Y lo hicieron para controlar a los catalanes para que no volvieran a hacer una guerra. Los catalanes la hacían para tener libertad». Quien así habló fue la presidenta de la Cámara catalana, Núria de Gispert (Barcelona, 1949), cuya repentina conversión al independentismo le ha hecho olvidar la neutralidad que exige su cargo. Referente del sector crítico de Unió Democràtica de Catalunya (UDC), De Gispert reniega del partido al que pertenece desde 1986, alineada con el proyecto rupturista de Artur Mas.

Ayer, De Gispert anunció que dejaba de pagar su aportación mensual al partido como presidenta del Parlament, ya que lo destinará a la plataforma crítica soberanista «Hereus UDC 1931». La respuesta del partido fue fulminante, y de inmediato se le tramitó la baja como militante.

Hace solo dos años, Núria de Gispert aseguraba que la palabra independencia no entraba dentro de su vocabulario. En 2011 se negó a votar en la consulta popular sobre la autodeterminación celebrada en Barcelona -entonces sí- por respeto a la institución que representaba. Hoy, esta descendiente de caballero español, tataranieta de la benefactora chilena Dorotea de Chopitea y del fundador del Banco de Barcelona Josep Maria Serra Muñoz, ha dado la espalda al diálogo con el Estado que defiende el líder de Unió, Josep Duran Lleida, a quien acusa de seguir una «estrategia calculada» para acabar con el proceso secesionista de Mas. «¡Ni tan siquiera estaban de acuerdo con el pacto fiscal, el derecho a decidir, el 9-N ni el Estado propio! Tenían una estrategia calculada y pensada», explicó la semana pasada De Gispert en la presentación de la plataforma que agrupa a los críticos del partido.

De Gispert, licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona, lleva encandenando cargos en la administración catalana desde 1984 gracias precisamente a su pertenencia a un partido coaligado con Convergència Democràtica (CDC). Primero fue secretaria general de la Consejería de Justicia, después de Gobernación. Hasta que en 1995 fue elegida consejera de Justicia, un puesto que había ocupado su padre entre 1980 y 1982. Educada a la «antigua usanza», la pequeña de nueve hermanos, forma parte de aquella clase alta instalada en las mejores fincas del Ensanche barcelonés.

Castellano en familia

Seis años después, sustituyó al frente del departamento de Gobernación a Duran Lleida. Casada y con cuatro hijos, De Gispert siempre ha hablado en castellano en su entorno familiar y, dado su perfil pactista, Duran le encomendó negociar la nueva coalición con CDC que culminaría en la federación de CiU, hoy rota por la deriva secesionista de los convergentes. Asimismo, presidió la parte catalana de la Comisión mixta de Transferencias Estado-Generalitat y fue ponente del Estatuto de 2006. Hasta que en 2010, fecha en la que los nacionalistas recuperaron la Generalitat, se convirtió en la primera mujer en presidir el Parlament.

A diferencia de Joan Rigol, otro histórico dirigente de UDC que también sucumbió al «proceso» y ha decidido abandonar el partido, Núria de Gispert parecía estar dispuesta a mantener el pulso con Duran hasta el final, aunque ahora ya está fuera del partido. «El 14-J (día en que se celebró la consulta sobre la hoja de ruta de Unió) obtuvo una victoria pírrica, de esas que le gustan, va de victoria en victoria hasta la derrota final», se mofó la díscola De Gispert. Ruptura total.

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