Artur Mas y Duran i Lleida durante la Diada de 2013
Artur Mas y Duran i Lleida durante la Diada de 2013 - inés baucells

Las diez derrotas de Artur Mas

Llamado a ser el guía del catalanismo tras la era de Jordi Pujol, Mas se ha convertido en preso de sí mismo, de su obsesión por sacar adelante un proyecto secesionista

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Artur Mas parece un héroe porque resiste, pero no resiste contra la Historia sino contra sus propias derrotas, porque siempre pierde. En una letal mezcla de destino trágico y de incompetencia, naufraga en cada uno de sus propósitos y sus huidas hacia adelante suelen constituir un error todavía más grande que aquel del que pretendía escapar. Su carrera ha estado marcada por el despropósito y por el infortunio. Hay algo definitivamente peor que ser un mediocre. Y es ser un mediocre y acarrear la desgracia. Éstas son las diez derrotas que resumen su trayectoria política.

2003: CiU pasa a la oposición por primera vez

La primera derrota de Mas fue en 2003, cuando pese a ganar las elecciones (46 diputados), las izquierdas organizaron el tripartito y por primera vez Convergència i Unió pasó a la oposición.

Fue el primer síntoma de que algo no funcionaba. Lo que no habían conseguido los socialistas con su infinito juego sucio, lo consiguió Mas la primera vez que se presentaba. CiU no obtenía un resultado electoral tan pobre desde 1980 (43 diputados).

2005: Traicionado por Zapatero

En su carrera por recuperar la Generalitat, Mas lo fió todo a parecer más nacionalista que Esquerra. Pactó con Maragall, en 2005, un Estatut de máximos en el parlamento de Cataluña. Pero en su avidez por ser presidente, se fue de escondidas a La Moncloa a desencallarlo con Zapatero, y aceptó rebajarlo a cambio de que el entonces presidente del Gobierno le prometiera que en las siguientes autonómicas Montilla sería el candidato en lugar de Maragall, y se comprometiera a apoyar la investidura del candidato más votado. Dos lecciones fundamentales nos dejó esta excursión: la primera es que fueron muy cínicas las quejas de Mas sobre la sentencia del Constitucional que recortó el Estatut, porque el primero que lo laminó fue él y por su más estricto interés personalista. La segunda es que una vez más Zapatero mintió, y aunque Mas ganó, Montilla urdió el segundo tripartito.

2006: Las dudas del «padre» Pujol

El pacto con Zapatero del Estatut forzó la expulsión de ERC del gobierno y que el presidente Maragall adelantara las elecciones, que finalmente se celebraron el 20 de noviembre. Y aunque es cierto que Mas fue engañado por ZP, también lo es que tras tres años de desastroso tripartito, que incluyó episodios tan sonados como el pacto de Carod-Rovira con ETA, Mas sólo fue capaz de ganar dos diputados (48) y a Montilla le bastaron 37 para convertirse en presidente con el apoyo de ERC y los comunistas. El propio Pujol empezó a dudar de la capacidad política de Mas.

2010: Se le escapa la mayoría absoluta con todo a favor

Después del catastrófico segundo tripartito, y de la miseria política, económica y moral que dejó, Mas logró al fin imponerse por suficiente diferencia (62) para alcanzar la presidencia de la Generalitat. Pero a pesar de tenerlo todo a favor, no fue capaz de lograr la mayoría absoluta (68). Un año más tarde Rajoy, enfrentándose al legado del zapaterismo, comparable en su horror al del tripartito, no sólo la consiguió sino que mejoró (189) el mejor resultado electoral de su partido (Aznar en el 2000, 186).

2012: El mayor ridículo electoral de la democracia

La manifestación de la Diada de este año sorprende a propios y extraños, y el entonces director de «La Vanguardia», José Antich, convence a Mas de que anticipe las elecciones y saque provecho de aquella ola de entusiasmo patriótico. El presidente catalán va a solicitarle a Rajoy el concierto económico, con la intención de que le diga que no y tener la excusa de finiquitar la legislatura, y reclamar a los catalanes la mayoría absoluta para poder convocar un referendo sobre la independencia. No sólo no obtiene la mayoría deseada sino que pierde 12 diputados y se queda con 50, haciendo el mayor ridículo de la democracia. Es la primera campaña electoral que le dirige Quico Homs.

2013: Soledad internacional

Artur Mas intenta internacionalizar el «conflicto». Manda una carta a los presidentes de los países de la UE pidiéndoles su apoyo. Nadie le responde por escrito. Y los que lo hacen de palabra le recuerdan que Cataluña es un problema interno de España. Además, tras tantos años de reclamar el reconocimiento del catalán como lengua oficial en las instituciones europeas, envía todas sus cartas en inglés, salvo a Hollande, que se la manda en francés, en lo que significa un absurdo desprecio a lenguas tan importantes como el italiano o el alemán. Luego no entiende por qué nadie quiere acompañarle.

2014 (mayo): Superado por ERC

Las elecciones europeas son los primeros comicios desde la recuperación de la democracia en que ERC vence a Convergència. Si Pujol había sabido capitalizar el grueso del voto nacionalista, y mantener a Esquerra bajo mínimos, con la dirección de Mas CiU sucumbe por primera vez ante los republicanos.

2014 (julio): Mala reacción al caso Pujol

En plena ebullición del proceso, el expresidente Jordi Pujol sorprende a todos con la confesión de que durante 30 años tuvo en el extranjero un dinero sin declarar que le legó su padre. Mas es incapaz de aguantar el tipo, y en lugar de tirar de épica para explicar las circunstancias en que el padre del fundador del catalanismo moderno quiso proteger a su hijo, le humilla públicamente desposeyéndole de todo y distanciándose de él como de un apestado. Tan mal reacciona Mas, con tan poco honor y tan poco liderazgo, que sus adversarios se acaban llevando por delante, no sólo la honorabilidad de Pujol, sino la de toda Convergència.

2014 (noviembre): Una consulta que acaba en patochada

Promete un referendo secesionista para el 9 de noviembre y a medida que va dándose cuenta de que no podrá celebrarlo va rebajando su desafío. Primero pasa de «referendo» a «consulta no vinculante», y en un segundo restreñimiento, de «consulta no vinculante» a «proceso participativo». Al final todo queda en una patochada con dos graves consecuencias: una querella por desobediencia de la Fiscalía Superior de Cataluña y la ruptura definitiva con Esquerra, porque Junqueras se siente estafado por Mas y le acusa de haber jugado con los sentimientos de los catalanes y de haber perdido una gran oportunidad de iniciar la confrontación con España. Se cierra cualquier posibilidad de presentarse a las siguientes elecciones bajo una candidatura conjunta.

2015: El fin de CiU

Mas, despreciado por Esquerra y con las siglas de su partido calcinadas por la corrupción, y por su propia incompetencia, se acaba quedando definitivamente solo cuando Duran decide no asumir el ultimátum independentista del sector radical -y no demasiado inteligente- de Convergència. El «Periódico» publicó el miércoles una encuesta devastadora para Mas (15-17 diputados menos) y en la que por primera vez la suma de los partidos independentistas no alcanzaba la mayoría absoluta.

Un proceso que empezó basándose en la suma y en la aglutinación de grandes mayorías ha acabado con Mas arrinconado y sin margen de maniobra. El ruego que en los últimos días ha dedicado a las entidades callejeras del soberanismo, como quien pide limosna, para que se sumen a su candidatura, ha creado más desconcierto que entusiasmo. Descontando algunas adhesiones personales, esta desesperada estrategia, va camino de convertirse en su undécima derrota.

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