La Policía, ante el domicilio de Rodrigo Rato durante el momento del registro
La Policía, ante el domicilio de Rodrigo Rato durante el momento del registro - óscar del pozo

El Gobierno teme que el caso Rato pase factura a los candidatos del PP

El Ejecutivo sospecha que la investigación pudo ser filtrada desde instancias ministeriales

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Rodrigo Rato no es un nombre cualquiera en el Partido Popular, era un referente hasta hace muy poco tiempo, una «marca» de la casa, que ahora lleva camino de convertirse en otro «nombre maldito», como el de Luis Bárcenas. Así lo explicaban ayer fuentes de Moncloa, mientras agentes de la Agencia Tributaria registraban por la tarde el domicilio del exvicepresidente económico, detenido por la Policía. En el Gobierno hay preocupación y malestar por lo que consideran una filtración interesada desde dentro, no solo porque el caso Rato complica la campaña electoral de los candidatos del PP, a poco más de un mes de las elecciones, sino porque el mensaje de regeneración democrática, que Moncloa ha querido intensificar para hacer frente a los casos de corrupción, queda claramente «dañado».

«Rato no es cualquier persona, es el rostro del milagro económico de los años 90, un referente del PP, y este caso nos contamina la campaña, es una patada para los candidatos», porque la corrupción se sitúa en el centro del debate y la agenda, comentan las fuentes consultadas. En el Congreso, las noticias sobre la investigación abierta a Rato por un posible delito de blanqueo tras acogerse a una amnistía fiscal se recibieron con estupor y temor por los efectos que puede tener en un momento clave. «Es un golpe moral para todos», comentan en el Grupo, aunque la decepción con Rato ya era un hecho después de su imputación por el caso Bankia y las tarjetas opacas.

Dentro del gabinete de Mariano Rajoy existe, además, enfado por la filtración que se produjo de la investigación que Hacienda estaba llevando a cabo sobre Rato, algo que pudo surgir desde dentro del mismo Gobierno.

«Que se defienda solo»

Acusado el golpe, que les dejó noqueados el miércoles sin prácticamente reacción alguna, el Gobierno y el PP pasaron al ataque ayer, para evitar ser aplastados por el escándalo que iba creciendo según avanzaban las horas. Lo primero que iban a hacer era marcar distancias con Rato: «Que se defienda él solo, si puede». Ni una palabra de apoyo ni reconocimiento, aunque se respete su presunción de inocencia, hacia una persona que es «parte del pasado» y que hace años que está desligada del partido.

La segunda medida de Moncloa y el PP fue dar explicaciones «contundentes», en contra de la corrupción, poniendo de relieve la investigación que se ha abierto. Desde el Ministerio de Hacienda se vio el vaso medio lleno porque «los ciudadanos han comprobado que no hay impunidad», que la ley es igual para todos, que el caso se ha descubierto con el PP y que «al Gobierno no le tiembla el pulso». Así, el ministro Cristóbal Montoro aprovechó el debate parlamentario en el Pleno del Congreso para lanzar su mensaje: «En la lucha contra el fraude y la corrupción el respeto a la ley y el interés general están por encima de todo; por encima de intereses políticos y electorales, por encima de compañeros y rivales, por encima de amigos y enemigos, y que cada cual responda de sus actos». La Agencia Tributaria, subrayó, actúa sin importarle «lo más mínimo el nombre ni los apellidos de los posibles defraudadores».

El paso siguiente será la comparecencia a petición propia del director de la Agencia Tributaria. Será el martes por la mañana, para «dar datos y tecnificar» el caso. El Gobierno no descarta que comparezca el ministro de Hacienda. Mariano Rajoy se pronunciará en el Congreso como tarde el miércoles, en la sesión de control. «Queremos ser rotundos y que se note», insisten en Moncloa.

El Gobierno pretende ser especialmente explícito en su colaboración con la Justicia, sin poner ningún tipo de reparo ni mucho menos obstáculo a la investigación y los pasos que se den.

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