Los payasos de Sortu encenderán las luces navideñas de San Sebastián

Los payasos de Sortu Pirritx, Porrotx eta Marimototx serán los encargados mañana jueves de encender las luces navideñas de San Sebastián, por expreso deseo de su Ayuntamiento, gobernado por el bildutarra Juan Karlos Izagirre. Los «payasortus» han anunciado que cantarán varias canciones en la céntrica Plaza de la Constitución y donarán íntegramente el dinero de la actuación a la ikastola «Kaxkarotenia», de la localidad vasco francesa de Ciboure, y al Banco de Alimentos de Guipúzcoa.

Pirritx eta Porrotx, a los que más recientemente se agregó Marimotox, tuvieron su época de esplendor en la década de los noventa, cuando Herri Batasuna gobernaba un número significativo de ayuntamientos de Guipúzcoa, que los contrataban para las galas de primavera, verano, otoño e invierno.

En ocasiones, también lo hacían corporaciones del PNV. Como la de Bilbao, que los invitó para que actuaran en una fiesta a favor del euskera y acabaron cantando canciones en las que demandaban la anexión de Navarra al País Vasco y el acercamiento de los presos de ETA. Entre los asistentes figuraba, como el mayor de los entusiastas, el entonces representante de Herri Batasuna en la comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco, José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, «Josu Ternera». Poco antes de fugarse para eludir que le investigaran por ordenar el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza.

Tras el disfraz

Con la ilegalización de Batasuna, Pirritx eta Porrotx vieron reducida sensiblemente su agenda de compromisos. Pero después, con el regreso de Bildu, se reactivaron sus galas.

Pero quizá, la actuación más recordada para el gran público de Pirritx en solitario fue en marzo de 2002, cuando en un pleno del Ayuntamiento de Lasarte, los vecinos le reclamaron que condenara el asesinado del concejal del PSE en ese municipio guipuzcoano, Froilán Elespe, asesinado por ETA. Pirrix se desprendió del disfraz, apareció una tal Aiora Zulaika, edil de Batasuna-Euskal Herritarrok en el mismo consistorio, y a sangre fría eludió, por tres veces, reprobar el crimen de su compañero. No hubo aplausos, sí mucha indignación.