En 1979, el Parlamento foral de Guipúzcoa decidió eliminar de su escudo oficial los doce cañones que Castilla, con la ayuda de milicias guipuzcoanas, requisó a las tropas navarras que combatían junto a Francia. La figura del Rey, del blasón original, también fue borrada. Como se aprecia en la imagen de la derecha, el escudo ha quedado reducido a tres tejos (árboles) sobre mar. Los expertos discuten el nulo anclaje con la Historia del nuevo emblema, que entró en vigor desde 1990.
En 1979, el Parlamento foral de Guipúzcoa decidió eliminar de su escudo oficial los doce cañones que Castilla, con la ayuda de milicias guipuzcoanas, requisó a las tropas navarras que combatían junto a Francia. La figura del Rey, del blasón original, también fue borrada. Como se aprecia en la imagen de la derecha, el escudo ha quedado reducido a tres tejos (árboles) sobre mar. Los expertos discuten el nulo anclaje con la Historia del nuevo emblema, que entró en vigor desde 1990. - abc

Bildu manipula la historia de Guipúzcoa mutilando sus escudos

Elimina los cañones ganados a Navarra en 1512 por «simbolizar la pérdida de libertad»

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Primero fue el parlamento foral de Guipúzcoa, en 1979, el que ordenó eliminar de su escudo oficial el elemento heráldico de los doce cañones que Castilla, con la ayuda de milicias guipuzcoanas, requisó a las tropas navarras en su huida junto al rey de Francia. Las piezas de artillería de aquella famosa Batalla de Velate, en 1512, representan para el nacionalismo vasco la pérdida de «libertad de Euskal Herria» que supuso la caída del Reino de Navarra. La reina Juana otorgó en agradecimiento a la «muy leal y noble» Guipúzcoa el privilegio de incorporar a su escudo de armas los doce cañones, situados en el cuartel superior derecho del blasón guipuzcoano desde 1513. A la izquierda, se hallaba la figura del Rey, también borrado de un plumazo.

El nuevo escudo entró en vigor en 1990 reducido a tres tejos (árboles) sobre monte y mar, y que los especialistas en heráldica discuten por lo que supone de pérdida de referencias a la verdad histórica y de patrimonio cultural. La publicación «Estudio histórico-jurídico sobre el Escudo y Blasón de Guipúzcoa» le mereció a Rosa Ayerbe el Premio Nacional de Heráldica en 2008. Esta profesora de Historia de la UPV reconoce el «derecho» –y la competencia- de «todos los pueblos» para adoptar los símbolos «en los que se vean reflejados, siempre y cuando sea por refrendo popular», si bien apunta a la excesiva simplificación y ruptura con la tradición del actual escudo.

Además de la provincia de Guipúzcoa, tres de sus villas (Lizarza, Cizúrquil y Anzuola) adoptaron por gracia Real los dos elementos heráldicos extinguidos: los cañones y el rey. Los tres feudos «abertzale» han decretado o están en vías de hacerlo la modificación de sus escudos. Lizarza lo cambió al inicio de la democracia, sin hacer ruido. Cizúrquil lo sustituyó en septiembre. «Al contrario del odio y dolor de los cañones», el Pleno aprobó un dibujo simple de montaña, árbol y puente en un nuevo «escudo redondeado o de forma española», curiosamente. El alcalde, en cambio, sigue utilizando en los documentos oficiales el sello y el membrete con el blasón tradicional y los doce cañones de Guipúzcoa, tal vez por ignorancia.

Anzuola ha dado esta semana el último paso para borrar los cañones, no así la figura Real, que en su caso está encadenada, por ilustrar a un rey moro. En 2011 se convocó un «premio-concurso» para idear el nuevo «escudo-símbolo» municipal y este lunes se abrió el plazo de un mes para posibles alegaciones antes de su aprobación definitiva. «Es una auténtica pena. Personalmente, creo que se debe preservar el alto valor patrimonial del escudo y no primar las interpretaciones del momento», apunta Andoni Esparza Leibar, miembro de la Real Academia Matritense de Heráldica y autor del trabajo «Los cañones de Guipúzcoa», donde denuncia el «harakiri heráldico» perpetrado. Para este heraldista navarro la pérdida de las doce armas de Velate supone «un brusco corte con el pasado centenario» del blasón guipuzcoano, «basado en un supuesto de patriotismo navarro agraviado» que cuestiona. Ninguna institución de Navarra se quejó nunca por ello, asegura, por más que el Parlamento guipuzcoano remitiera en 1979, al aprobar la supresión de los cañones, un «mensaje de hermandad» a la comunidad vecina. «Entiendo a quien no quiera usar hoy elementos bélicos en su escudo, como una cabeza de rey moro o armamento bélico. Pero la realidad es que durante cinco siglos se ha usado pacíficamente», señala recordando que hay numerosos escudos de armas familiares en Pamplona y el valle del Baztán, originarios de Guipúzcoa, que lucen los cañones sin mayor discordia.

Pese al rodillo nacionalista, los blasones señalados perduran sin embargo para la memoria colectiva en imponentes piedras armeras de las fachadas consistoriales de las tres villas guipuzcoanas citadas, además de San Sebastián, Tolosa o Azpeitia. Sin ir más lejos, la fachada del palacio foral de Guipúzcoa –antigua sede del Parlamento foral- está igualmente coronada por el viejo escudo, que también se encuentra en las exuberantes farolas del puente donostiarra de Santa Catalina.

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