Bancada socialista en el Hemiciclo del Congreso
Bancada socialista en el Hemiciclo del Congreso - EFE

Las relaciones de PP y PSOE se agrían sin remedio por la corrupción

La decisión de los socialistas de romper el pacto anticorrupción ha sembrado una profunda desconfianza en los populares hacia Pedro Sánchez

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La decisión del PSOE de abandonar de repente, y por televisión, las negociaciones para alcanzar un pacto anticorrupción han abierto con el PP una brecha mayor de lo que parece. En la formación que sostiene al Gobierno no dejan de recordar que la apertura de ese diálogo tuvo que esperar meses a que los socialistas arreglaran sus problemas de liderazgo con el relevo de Alfredo Pérez Rubalcaba y que, una vez en conversaciones, tramitaciones muy importantes como la del Código Penal se han tenido que frenar por si era necesario incluir en ella medidas salidas de ese acuerdo entre los dos grandes partidos, que avanzaba muy bien.

Intensas reuniones, hasta dos por semana, certificaban la correcta marcha de este proceso, que el PP asegura que ambas partes habían decidido mantener ajeno a la sacudida de eventuales caos de corrupción que pudieran ir apareciendo.

No les cabe duda de que el anuncio de la fractura, -el lunes a mediodía, horas después del estallido de la operación Púnica-, se debió a la presión que el PSOE siente por el avance de Podemos.

Un día después, los socialistas verbalizaban sus razones: la «insoportable apatía» de Mariano Rajoy ante la corrupción, la idea de que el PP estaba utilizando las conversaciones para «tapar sus vergüenzas» y la existencia de la «amnistía fiscal», según enumeró el portavoz parlamentario, Antonio Hernando. Y ayer, -día en que se supo que los populares impulsarán una reforma en el Congreso para que los diputados sean suspendidos en cuanto se les abra juicio oral por corrupción-, empezaron a reivindicar la paternidad de la medida que, efectivamente, aparece en el documento con más de una treintena de iniciativas para la regeneración democrática que el PSOE había presentado el mismo día.

La desconfianza del PP hacia ellos es ahora máxima, como dio cuenta el portavoz popular Alfonso Alonso al reclamar también el martes, quizás en un arrebato de sinceridad, que la próxima vez que tengan de qué hablar, los socialistas aparezcan con un permiso por escrito de los barones para llegar a acuerdos. Es un clamor que los dirigentes regionales del partido, que tienen elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, exigieron a Pedro Sánchez que se apartara de un pacto así con el PP, un movimiento táctico que olvida deliberadamente que los socialistas están cercados por una gravísima trama de corrupción como es la de los ERE de Andalucía.

Hay decisión en el PP en no entrar en el «y tú más», en una espiral de descalificaciones como la que se vivió este miércoles en el hemiciclo, y de agilizar los hechos, sean penales, de leyes que pongan coto a los desmanes en todos los aspectos régimen jurídico de los partidos y, por qué no, de su financiación, repasando asuntos como las donaciones u otros menos abordados como la condonación de los créditos bancarios. Si puede ser con la colaboración del PSOE, y si no, a solas.

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