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CONSULTA EN CATALUÑA

Mas tira la toalla tras dos años de desafío

El presidente de la Generalitat se topa con la legalidad

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El 13 de octubre de 2014 será recordada como la fecha de la derrota. Fin de sueño para los promotores de la consulta. Fin de la pesadilla para los cientos de miles de ciudadanos que en Cataluña se sentían arrinconados. Y fin del pulso al conjunto del Estado, a sus instituciones y a la ley. Un viaje de más de dos años que ha llevado a Artur Mas a sacrificar todo su rédito político y, a la vez que calentaba el sentimiento independentista, hundía poco a poco las opciones de su partido.

Todo comenzó un 11 de septiembre de 2012. Artur Mas interpretó la movilización de la Diada de aquel año como un sentimiento inequívoco delos anhelos independentistas. Trató de hacerlos suyos.

De canalizarlos y liderar el proceso. Tan solo dos días después, durante una visita a Madrid, pide un Estado propio para Cataluña.

En el año 2010 Artur Mas había ganado las elecciones y desalojado al tripartito del Gobierno de Cataluña. No había logrado no obstante la mayoría absoluta. Es por ello que decide adelantar las elecciones. El 25 de noviembre de 2012 quedará en el recuerdo por el fracaso electoral que supuso para CIU. Ganó las elecciones, pero lejos de alcanzar la mayoría absoluta perdió 12 escaños. El resultado fue el ascenso vigoroso de ERC. Los votantes prefirieron el original a la copia.

Pero lejos de amedrentarse en su desafío, más aún, envalentonado por la necesidad de iniciar la travesía con un compañero de viaje que no le permitiría alejarse del camino, Mas puso rumbo firme a la consulta.

El 23 de enero de 2013 el Parlamento catalán aprueba una declaración que impulsa el «derecho a decidir» de Cataluña. Apenas un mes después, el Estado ya actúa para poner coto al desafío. El 26 de febreo el Congreso de los Diputados rechaza las propuestas de CiU e Izquierda Plural sobre el derecho a decidir en Cataluña.

El 8 de mayo el Tribunal Constitucional suspende temporalmente la declaración soberanista del Parlament tras admitir a trámite la impugnación de la misma por parte del Gobierno central. La respuesta llega el 27 de junio, con la constitución del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir en Cataluña.

Ante las puertas que va cerrando la legalidad Artur Mas va abriendo nuevos caminos, con la advertencia de que no habrá respuesta que no sea la ley. El mayor portazo, el desafío definitivo lo consuma Mas el 12 de diciembre de 2013. El presidente de la Generalitat anuncia la convocatoria de una consulta soberanista para el 9 de noviembre de 2014 con una doble pregunta: «¿Quiere usted que Cataluña sea un Estado?» y, en caso afirmativo, «¿quiere que sea un Estado independiente?».

2014 se abre con la fractura del PSC. El Parlament aprueba pedir poderes al Congreso para convocar el referéndum. Tres diputados socialistas votan a favor y días después son suspendidos de militancia. El 26 de febrero el Congreso de los Diputados rechaza el plan soberanista con 316 votos a favor, los del PP, el PSOE y UPyD. El 25 de marzo el Tribunal Constitucional rechaza definitivamente la declaración soberanista aprobada por el Parlamento catalán.

El 25 de mayo se celebran las elecciones europeas. Ese día se consuma lo que las encuestas llevan tiempo advirtiendo. ERC gana unas elecciones en Cataluña por primera vez desde la década de 1930. CiU pasa a ser la segunda fuerza política. El 16 julio la Comisión de Asuntos Institucionales del Parlament aprueba el dictamen de la Ley de Consultas, solo con el rechazo de PP y Ciutadans.

El 19 septiembre la cámara catalana aprueba la ley de consultas con el apoyo de CiU, ERC, ICV-EUiA, CUP y PSC, aunque éstos advierten que esta ley no permite convocar la consulta soberanista del 9N, a la espera de la firma del decreto de convocatoria por parte de Mas. El 27 de septiembre se firma el decreto de convocatoria de la consulta. Tan solo dos días después el Tribunal Constitucional suspendía la consulta soberanista. Menos de dos semanas después se hace efectivo lo que la ley dictaba y Mas ya sabía pero se negaba a aceptar.

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