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Ruiz Mateos en la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados, desde dónde siguió un debate sobre las irregularidades en la reprivatización de Rumasa en 1987 - abc

José María Ruiz-Mateos, el hombre que un día fue el más rico de España

Llegó a ser la mayor fortuna del país allá por los años sesenta y ha terminado sus días acorralado por la justicia y sin rastro alguno de su emporio

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Si hay una figura que representa el éxito y la decadencia empresarial esa es, sin duda, la de José María Ruiz Mateos. Fue el hombre más rico de España allá por los años sesenta y ha terminado sus días acorralado por la justicia y sin rastro alguno de su emporio. Entre medias, todo un camino lleno de altibajos y salpicado con disfraces de Súperman y abeja, «¡que te pego, leche!», anuncios de televisión e intentos fallidos de llegar al mundo de la política. La del empresario gaditano ha sido una vida de extremos, y no sólo en el plano profesional. También la familia que formó junto a Teresa Rivero ha sido pasto de la polémica.

El matrimonio tuvo trece hijos, seis varones (Pablo, Álvaro, Alfonso, Javier, Zoilo y José María) y siete mujeres (Begoña, Patricia, Socorro, Rocío, Nuria, Paloma y Almudena).

Se criaron en la mansión familiar ubicada en Somosaguas, una lujosa urbanización situada a las afueras de Madrid, que hoy se encuentra cerrada, con las persianas echadas y sin servicio que se haga cargo de su alto mantenimiento. Una metáfora casi perfecta del destino familiar.

La lucha de Ruiz-Mateos comenzó el 23 de febrero de 1983, día en que el Gobierno de Felipe González le expropió el grupo Rumasa, constituido por aquel entonces por más de 700 empresas, 60.000 personas en plantilla y una facturación que superaba los 350.000 millones de las antiguas pesetas. Se le acusó de estar en bancarrota y soportar sus empresas gracias a un complejo maquillaje contable. Después de un largo litigio, la empresa se troceó y privatizó. Y el empresario ingresó en prisión tras ser condenado por evasión de divisas, fraude y apropiación indebida.

Dicen que Ruiz-Mateos nunca llegó a superar realmente aquel golpe. Después de su paso por la cárcel, volvió a la vida pública y se convirtió en propietario del Rayo Vallecano (1991) y constituyó un partido político (Agrupación Ruiz-Mateos), con el que fue elegido diputado al Parlamento Europeo. Quiso reconstruir su imperio y llamó a «los niños» de la casa para que ayudaran en los negocios.

Fue entonces cuando creó Nueva Rumasa, un holding empresarial con aproximadamente 16.000 trabajadores y marcas como Clesa, Dhul, el citado Rayo Vallecano, Elgorriaga, Quesería Menorquina... Las nuevas empresas de Ruiz-Mateos parecían volver a funcionar pero llegó la crisis en 2008 y la falta de liquidez, que puso en jaque a muchos empresarios españoles, dió el jaque mate al patriarca. Ruiz Mateos revivió entonces sus peores años: sus compañías quebraron una a una prácticamente al tiempo que estalló el escándalo de los pagarés.

«Si no tuviera fe», afirmaba Ruiz-Mateos en febrero de 2011, «me pegaría un tiro». El empresario respondía así a las dudas que existían sobre su posibilidad de devolver el dinero a los cerca de 5.000 particulares que confiaron sus ahorros a cubrir los pagarés que emitieron las compañías de Nueva Rumasa entre 2009 y 2010 y que ofrecían rentabilidades de hasta el 8%.

Las diez empresas más importantes del conglomerado se acogieron finalmente al procedimiento especial concursal y Ruiz-Mateos fue denunciado por estafa en la compra de dos hoteles en Mallorca. Según la Audiencia Nacional, la familia había utilizado el dinero de Nueva Rumasa para mantener sus sociedades patrimoniales, con las que mantenían su elevado nivel de vida.

A principios de este año, dos de los hijos varones de Ruiz-Mateos (Javier y Alvaro) ingresaron en la prisión madrileña de Navalcarnero tras ser condenados a dos años y nueve meses de prisión y al pago de una multa de 1,8 millones de euros por el impago del IVA en la venta de un hotel en Peñíscola y transferir parte del importe a una cuenta suiza de una sociedad perteneciente a la familia y radicada en el paraíso fiscal de Belice. Otros dos de sus hijos, Pablo y Alfonso, mantienen también litigios por presunto fraude a Hacienda.

El empresario será enterrado mañana en Rota.

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