Carlos Slim, accionista mayoritario de FCC
Carlos Slim, accionista mayoritario de FCC - reuters

La salida del número dos de Koplowitz confirma a Slim como el timonel de FCC

El mexicano prepara el nombramiento de un directivo de su confianza antes de octubre

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La salida anticipada del consejero delegado y vicepresidente segundo de FCC, Juan Béjar, el pasado lunes puso de relieve la fisura entre el modelo de gestión llevado a cabo por la anterior propietaria del grupo, Esther Koplowitz, y quien es, desde el pasado mes de diciembre, el mayor accionista de la histórica compañía de construcción española, Carlos Slim. Las decisiones del nuevo equipo nombrado por el magnate mexicano han precipitado que Béjar ejercitara antes de lo previsto la extinción de su contrato, que dispone de una cláusula de blindaje que se extendía hasta el próximo mes de diciembre.

Béjar ya había trasladado su intención de abandonar el cargo después de haber logrado los objetivos de reestructuración del pasivo de más de 4.500 millones de euros y haber puesto en marcha un cambio de rumbo en la línea de negocio de la compañía -que pasó por adelgazar drásticamente su división de construcción con la supresión de cerca de 2.000 empleos- para focalizarse en los grandes proyectos internacionales.

Una vez obtenidas estas metas, explican fuentes próximas al directivo, el número dos de Koplowitz dio por cumplida su etapa al frente de la compañía. Y más cuando la sintonía con el azteca no era la idónea. Existían notables divergencias entre un sistema de gestión «más basado en el detalle», encarnado por los nuevos representantes de Inmobiliaria Carso (25,63%), que se suma a la «autosuficiencia» de los nuevos administradores, explican fuentes del grupo. De hecho, uno de los pasos adoptados por el grupo que evidenció el distanciamiento entre Koplowitz y Slim fue la destitución de José Luis Sáenz de Miera, expresidente de Cementos Portland, y el nombramiento de uno de sus hombres de confianza, Gerardo Kuri Kaufmann, para dirigir la filial cementera. Un golpe de autoridad de Slim.

De manera simultánea, el mexicano remodeló la cúpula directiva de Realia, a la que también accedió Kuri Kaufmann como consejero, después de decidir frenar su venta. La brecha resultaba evidente: mientras Béjar había catalogado a la inmobiliaria como uno de sus activos dispuestos para la venta, Slim apostaba ciegamente por el sector inmobiliario español, tanto que meses después no dudó en lanzar una opa por el 100% de la empresa, después de conseguir el control del 36,8% que adquirió a través de FCC y comprar la participación del 24,95% de Bankia.

Kuri Kaufmann forma parte de todas las quinielas, junto con el director financiero, Miguel Martínez Parra, de los posibles sustitutos de Béjar. Sin embargo, quién asumirá el relevo resulta aún una incógnita. La compañía ha contratado a una firma de «head-hunters» para poner en marcha un proceso de búsqueda y selección de ejecutivos que deberá concluir, como muy tarde, el próximo 30 de septiembre.

El no blindaje

Conocido era el difícil equilibrio en la cúpula ejecutiva del grupo desde la llegada de Slim. Los bancos acreedores que participaron en la refinanciación del grupo sabían que la entrada de un nuevo accionista mayoritario -en principio FCC tanteó a George Soros, pero las exigencias de este y la acuciante necesidad de liquidez de Esther Koplowitz la llevaron a acudir al mexicano- podía ocasionar fricciones con unos accionistas que hasta el momento habían dirigido la compañía prácticamente como un negocio familiar.

Por ello, con el fin de asegurar estabilidad y continuidad en las reformas emprendidas por la empresa, las entidades exigieron la inclusión de una disposición en el contrato de Béjar para blindar su permanencia hasta, al menos, el próximo 23 de diciembre.

El contrato por el que había sido nombrado consejero delegado de FCC le permitía decidir unilateralmente el abandono de su cargo si Esther Koplowitz perdía el control del grupo. Finalmente, Béjar pactó con el órgano ejecutivo la resolución del contrato «por mutuo acuerdo» a cambio de una compensación de 8,37 millones de euros y un pacto que le impedirá trabajar en otro grupo competidor durante al menos un año. Lo cierto es que el movimiento de retirada del todavía consejero delegado era perceptible, a juzgar por la rapidez con que se desprendió del 70% de sus acciones en FCC el pasado mes de marzo tras vender 25.000 títulos.

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