El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha diseñado con el ministro de Economía, Luis de Guindos, unas nuevas previsiones si el entorno político-económico acompaña este año
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha diseñado con el ministro de Economía, Luis de Guindos, unas nuevas previsiones si el entorno político-económico acompaña este año - abc

Rajoy cree en un escenario mejor: un PIB del 3,6% y un millón de empleos en 2015

El equipo económico del Gobierno espera los resultados electorales de mayo porque guardan un as en la manga: unas previsiones mucho más optimistas que las enviadas a Bruselas

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Segundas partes nunca fueron buenas. O eso dice el argot popular. Pero no siempre tiene que ser así. No en vano, el dicho, utilizado para obras del mundo del cine y de la televión, sufre innumerables grietas. Tirando de memoria filmográfica me vienen a bote pronto algunas de las sagas más exitosas y segundas partes que supieron mantener el nivel de la primera, seguir con el mismo estilo, sí, pero revitalizando el enfoque, llegando incluso algunas a superar la primera. Por ejemplo, sublime fue, desde luego, la continuación de la obra de Mario Puzo, «El Padrino», contando paralelamente los inicios de Don Vito Corleone y de los problemas de Michael Corleone para sacar a la vez los negocios y la familia adelante.

Hablo, claro está, de «El Padrino II», del director Francis Ford Coppola. También deberíamos agradecer a James Cameron el trabajo realizado con «Aliens, el regreso», donde dio una vuelta más de tuerca a «Alien, el 8º pasajero», que derivó en una impecable secuela con más acción, menos terror psicológico, pero con muchos momentos de tensión y secuencias inolvidables. Y alguna otra, como «El caballero oscuro» de Christopher Nolan, una de las mejores «segundas partes» de los últimos tiempos y, en mi humilde opinión, la mejor de la trilogía de «Batman».

Pues bien, en economía segundas partes pueden ser buenas. ¡Ojalá! Al menos eso, sin lugar a dudas, es lo que deseamos, seguro, el común de los mortales en este país. Y entre los que está, fijo, el Ejecutivo al completo. No en vano, dicen por ahí que no es que el equipo de «las cifras» se guarde un conejo bajo la chistera si el devenir político-económico acompaña -que, por cierto, el convencimiento «interno» del propio presidente Rajoy es afirmativo-, es que hay todo un arsenal de previsión de buenos datos que irán viendo la luz pública, pildorita a pildorita, no antes del verano, y conforme la situación del país lo vaya requiriendo porque se vaya viendo que es posible su cumplimiento. Y, por supuesto, con todos los sentidos puestos en los resultados electorales -municipales y autonómicos- del próximo 24 de mayo. Y, aunque en el partido descuentan que los resultados no serán precisamente muy buenos, juegan con la baza escrita en la literatura macroeconómica que mantiene que las elecciones intermedias no tienen efectos económicos, ni negativos, ni positivos. Así que piensan que perderán poder, sí, pero no de manera relevante. Las generales, serán otro cantar... (inciso: Rajoy está convencido de que las ganan sí o sí).

Así, como si de un test de estrés se tratara, con sus dos escenarios y todo -uno «base» y otro «adverso» en el caso financiero, recuerden, uno con una situación económica más o menos aceptable y previsible, y otro que depende de las dificultades más extremas de un entorno tremendamente «estresado»-, el Gobierno popular tiene para sí, casi casi bajo secreto sumarial, también dos escenarios con las posibles cifras «macro» del futuro más inmediato. ¡A un año vista, vamos! Eso sí, de situación adversa, ¡nanai! Porque de «datos con estrés máximo», hacia un empeoramiento económico, desde luego, no hay nada. Más bien todo lo contrario. Y es que el equipo ecónomico al completo, con su ministro de Economía a la cabeza, Luis de Guindos, y con la complacencia de Mariano Rajoy, tiene bajo llave unas previsiones que para sí las quisieran ahora François Hollande o Matteo Renzi. En un escenario conservador, el conocido esta misma semana -y desvelado el pasado lunes por ABC, anticipándose incluso al anuncio del propio Rajoy en un foro económico ese mismo día, y a lo revelado en el Consejo de Ministros del jueves-, el Gobierno confirmó una previsión de crecimiento del PIB del 2,9% para 2015 y «del mismo tenor» para 2016. Una cifra que fue enviada a Bruselas también el jueves en el marco de las previsiones de primavera ( Programa de Estabilidad 2015-2018) que anualmente se remiten a la Comisión Europea. Nada de fuegos artificiales. Porque, como bien gusta argumentar al presidente, si por algo se ha caracterizado su Gobierno es por su prudencia a la hora de hacer previsiones. Por eso, las mejores de las cifras, bajo llave.

En cuanto al empleo -¡créanme, el verdadero as en la manga de este Gobierno!- Rajoy muestra su convencimiento de que España llegará a los 20 millones de empleos en la próxima legislatura si se mantiene el ritmo de crecimiento y de creación de puestos de trabajo que hay ahora. Por tanto, si esto es así, este año se crearán más de medio millón de empleos. Un ritmo que ya ha puesto de manifiesto la Encuesta de Población Activa (EPA). Y es que en el escenario más moderado, la economía habrá creado un millón de empleos en esta legislatura, teniendo en cuenta que 2014 se cerró con un aumento de 434.000 ocupados. El tirón del empleo también permitirá al Gobierno, en su escenario de previsiones más conservador, modificar la tasa de paro y situarla este año en el 21,1% en términos de EPA.

El quid de la cuestión, pues, está en la creación de empleo, lo que permite tener oculto ese escenario económico más optimista: El PIB crecerá a finales de año en el entorno del 3,5-3,6%, y los nuevos empleos serán más de un millón, cuando todas la previsión hasta ahora era de 600.000. Además, sobre la mesa, la «promesa» de muchos de los grandes empresarios al presidente de parar la sangría de despidos de años previos y seguir con su estrategia internacional. Por ello, esa seguridad de que el impulso del sector exterior será de nuevo clave en el crecimiento. Pero hay más, porque en el Gobierno creen «a pies juntillas» que el tercer trimestre en términos de empleo neto será «espectacular» (sí, sí, esa es la definición, «es-pec-ta-cu-lar»), con más empleo público y «ladrillo» tirando hacia abajo de la «imperdonable» tasa de paro que aún soporta este país. Unas cifras, por cierto, que coinciden con las que maneja ya el gobernador del Banco de España, Luis María Linde. Y Guindos lo sabe.

La prudencia viene de la mano del déficit público. Se sigue gastando, y los ingresos, con las rebajas fiscales previstas para este año, no crecen como para cumplir el objetivo pactado con Bruselas (4,2% sobre PIB). Ahora bien, Rajoy confía en que, gracias a todos los esfuerzos y al enderezamiento de la economía, la tolerancia mostrada con los déficits de Italia y Francia se extienda a España. Nos lo mereceríamos de lejos, y permitiría derivar recursos para tirar del consumo interno. En definitiva, unas previsiones «de segundas» que revitalizan, de largo, el enfoque de las primeras. Pero primero toca ganar las elecciones, de lo contrario todo quedará en agua de borrajas y en el «segundas partes nunca fueron buenas».

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