Juan Rosell, Jesús Terciado y German Barrios
Juan Rosell, Jesús Terciado y German Barrios - ABC

Las batallas judiciales tiñen las elecciones por el mando en la CEOE

La patronal pierde dos vicepresidentes por supuestos cobros opacos a poco más de un mes de que Juan Rosell y Antonio Garamendi luchen por la dirección

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Las cartas están sobre la mesa. Juan Rosell y Antonio Garamendi se enfrentarán el próximo 17 de diciembre por la dirección de la organización empresarial, de nuevo en sus horas bajas tras perder, en menos de un mes, a dos de sus pesos pesados, Arturo Fernández y Jesús Terciado, ambos relacionados con supuestos cobros irregulares. Cuando aún lucha por desprenderse del borrón dejado por los escándalos que llevaron a prisión al expresidente Gerardo Díaz Ferrán, la CEOE pelea ahora por un modelo de gestión que la divide en dos.

Rosell parece partir con mayoría. Sus defensores destacan que uno de sus logros ha sido modernizar la organización tras más de veinte años de liderazgo de José María Cuevas. También ha limitado los mandatos e impuesto un código ético, lo que ha inyectado transparencia a la organización con más auditorías y una «limpia» de cargos ligados al pasado, que le ha granjeado un buen número de enemigos, entre los que están los que ahora quieren desplazarle del sillón presidencial.

A poco más 30 días de que se cele bren los comicios, la marcha forzosa de Fernández y Terciado han empañado el código ético de Rosell. Dos files escuderos del presidente dejan una mancha en su candidatura, avalada, por otro lado, por un talante negociador, que ha permitido sellar acuerdos de peso con el Gobierno, como la reforma de las pensiones o el pacto salarial acordado con UGT y CC.OO., un acuerdo clave que fue muy celebrado por el Ejecutivo y que ha permitido una moderación salarial durante 2012 y 2014 clave para frenar la destrucción de empleo en España.

Cara a cara con Rosell estará el próximo diciembre Antonio Garamendi, el empresario vasco que ha conseguido aglutinar el desconcento con la gestión actual, después de sondear sin éxito a pesos pesados como Manuel Pizarro o Pilar González de Frutos.

Garamendi cuenta con el respaldo de las organizaciones más poderosas, la Confederación Nacional de la Construcción (CNC) y Confemetal, a las que se han ido sumando otras organizaciones territoriales como Andalucía, País Vasco, Valencia y Castilla-La Mancha. Todas se han opuesto al nuevo modelo de formación firmado por Rosell con el Gobierno, UGT y CC.OO. por el que las empresas y los sindicatos pierden la exclusividad de los fondos públicos para cursos de formación.

Los críticos han advertido de la importancia que tiene la gestión de esos fondos para financiarse. Rosell ha justificado el acuerdo, en cambio, en la necesidad de que sus ingresos no se basen esencialmente en la formación, como hasta ahora, y en tener mayor control sobre su ejecución. «Prefiero que nos pasemos de control que de descontrol», afirma Juan Rosell a este periódico ante las críticas, que también se extienden a la ley de cámaras o de mutuas.

Esta última norma llegó a provocar un enfrentamiento entre el presidente de Confebask, Miguel Ángel Lujúa, también máximo dirigente de la mutua Mutualia, con Rosell en una de las últimas juntas directivas a cuenta de una de las medidas estrella, el tope a los salarios de los directivos. En la nueva norma, el Ejecutivo limita los salarios del gerente y el presidente de estas entidades y pone un tope: no podrán ganar más que lo que gana el presidente de una empresa pública. También limita el del resto de directivos de estas entidades, que no podrán tener un sueldo mayor que el ministro o ministra de Empleo. Topes que no cuentan con el respaldo de la patronal de mutuas, AMAT.

Acabar con las corruptelas

Cuando se le pregunta a Rosell por estas críticas dice que ha defendido el pacto de formación «porque acabará con las corruptelas» y que es partidario de poner coto a los sueldos de los gestores de las mutuas, entre otras cosas, asegura, porque han llegado a cobrar hasta 250.000 euros anuales.

No se quedan ahí las recriminaciones. Los más duros con el presidente también creen que durante su mandado la organización ha perdido el peso que han ganado los grandes del Ibex, el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), que a día de hoy es más partidario de Rosell. Los críticos reniegan de los esfuerzos del presidente de la patronal para atraer y dar más peso a las grandes empresas, máxime cuando la CEOE se define como una confederación de organizaciones empresariales y no de compañías particulares. «La patronal ha perdido mucho poder de interlocución con el Gobierno y lo ha ganado el Consejo de la Competitividad», sentencian.

Aunque si hay algo que ha levantado ampollas ha sido la gestión que ha hecho Juan Rosell, anterior presidente de Fomento del Trabajo, la patronal catalana, de la cuestión catalana. Le acusan de no haber sido contundende en defensa de la unidad de España: «Es el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales», aseguran.

La batalla parece que no ha hecho más que empezar.

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