Murray posa para ABC
Murray posa para ABC - De san Bernardo
Tenis

Murray: «Nadal aún es el mejor de la tierra»

El escocés, que de golpe brilla en arcilla, ensalza al español pese a derrotarle con claridad en la final del Mutua Madrid Open

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Cae la noche dominical en Madrid y Andy Murray (Dunblane, 15 de mayo de 1987) espera paciente a que Rafael Nadal abandone la sala de prensa de la Caja Mágica, larguísima porque los periodistas quieren saber cómo está el héroe de los españoles. El balear ha perdido la final del Mutua Madrid Open por 6-3 y 6-2, un resultado que además no tiene matices, y se suceden las preguntas sobre su estado y sobre su caída en el ranking de la ATP, pues ayer amaneció como séptimo del mundo. «Es normal», acepta Murray, que cierra su participación en la capital atendiendo a ABC, diez minutos de charla después de conquistar el título más importante de su carrera en arcilla.

En el cara a cara es más reservado que en las redes sociales, uno de los tenistas más activos y que suele bromear con sus interlocutores.

En la desbravada ceremonia de entrega de trofeos, con la Caja Mágica enmudecida, Murray guardó las formas, pero huyó de los tópicos con la firma habitual a la cámara que regala el ganador de turno. «El matrimonio funciona», escribió el escocés, recientemente casado con Kim Sears, su novia de toda la vida.

«Desde luego que funciona, claro», exclama cuando se le pregunta. «Pretendía que fuera un mensaje diferente al de cada partido». Murray se casó el 11 de abril y desde entonces no ha perdido ni un solo partido, tan sentimental que lleva la alianza en un cordón de la zapatilla siempre que juega. «En ese sentido, mi vida es la misma. Llevamos juntos nueve años y medio, casi diez, y muchos viviendo juntos. Me acompaña a muchos torneos, está cerca de mí. Es un paso más en mi vida personal y estoy contento», resume.

Lo puede estar también por sus resultados, notables en este 2015 que le devuelve a su realidad. Después de una temporada irregular por las lesiones, ahora es el segundo de la carrera de campeones y el tres de la ATP, raqueta de referencia que rompe con lo establecido ya que tiene a una mujer como asesora. Desde que rompió con Ivan Lendl, un mito que le ayudó a enterrar el maleficio británico de Wimbledon, trabaja con Amelie Mauresmo, que actualmente está embarazada. «A mí no me importa que me entrene una mujer. Aprendo mucho con ella», insiste.

Entre otras cosas, ha aprendido a ganar en tierra batida, una superficie que le daba cierta alergia. De hecho, jamás había alcanzado una final y sumó dos del tirón. El lunes se impuso en Múnich y el domingo en Madrid, tremendo el salto.

«Me entrené muy duro en Barcelona durante diez días antes de ir a Múnich. Tengo más confianza después de mi primer título en tierra y se puede ver con victorias ante grandes jugadores como Raonic, Nishikori o el propio Rafa. No sé exactamente qué ha cambiado, pero desde luego se trata de mantener este nivel hasta Roland Garros», apunta.

Ahí, en París, estará entre los aspirantes, más disputado que nunca el torneo francés porque Nadal no está tan fuerte. Sin embargo, Murray le concede un favoritismo natural y le encumbra dos horas después de haberle derrotado con autoridad. «No creo que se haya acabado la era de Nadal en la tierra, en absoluto. Federer dominó el tenis durante mucho tiempo hasta que aparecieron otros tenistas que le cazaron como Rafa o Djokovic. Sigo creyendo que Nadal es el mejor jugador del mundo en esta superficie y cuando recupere la confianza, volverá».

Murray sueña con otro Wimbledon, el torneo que le reconcilió con Gran Bretaña, y aspira a competir con los tres pesos pesados. «He mejorado mucho en todas las pistas, eso es un paso. Si quiero competir con Nadal, Federer o Djokovic tengo que hacer algo más». De momento, ha dejado de defender y ahora juega al ataque. Y le va bien.

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