Cuando yo era niño, mi regate en el colegio era de los más temidos. Era un regate seco, que dejaba en el sitio al defensor y que me convertía en un fino atacante del recreo, junto a Buceta, Nico, Torres, Víctor y otros mocosos, que teníamos 10 años. Cuando llegó Jensen al Real Madrid, su regate me dejó impresionado. Se paraba al borde del área, quieto, esperando al defensor (al estilo de Butragueño años más tarde) y se pasaba el balón de un pie a otro, para escaparse en cuanto el defensor hacía por él. A mí me fascinaba; y ese curso, en el cole, lo intenté una y otra vez, sabedor de que mis rivales en el patio quedarían anonadados...
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesión