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Selección española

Del Bosque: «Me lo he pasado muy bien»

El hombre que llevó a la selección a la cima del fútbol mundial resume su viaje para ABC después de ocho años en el cargo

Del Bosque posa en la Isla de Ré ante un panel de la fiesta española en la Eurocopa de 2012
Del Bosque posa en la Isla de Ré ante un panel de la fiesta española en la Eurocopa de 2012 - EFE

Después de 114 partidos, Vicente del Bosque (23 de diciembre de 1950, Salamanca) ha decidido que, ahora sí, es el momento de dejar la selección española, apurando los días hasta que el 31 de este mes recoja los bártulos y deje el despacho a su sucesor (se sabrá la próxima semana y él dice que se mantendrá al margen de la elección de la RFEF). «Han sido ocho años muy felices», cuenta a ABC desde el otro lado del teléfono, todavía dándole vueltas a ese partido contra Italia que supuso el fin. Durante esta travesía, y pese a los chascos de Brasil y Francia, predominan los momentos de joya, inolvidable esa noche de Sudáfrica de 2010 y la continuidad en la Eurocopa de 2012. Ha sido, ante todo, una persona amable y cercana, también en las alturas. Y ha sido el hombre que instaló a España en el paraíso.

—¿Cómo ha llevado la semana?

—Pues muy normal. No ha habido ninguna situación extraña, ha sido una semana en la que he confirmado a la Federación mi salida y todo ha ido bien.

—¿Ya se hace a la idea?

—Sí, claro, claro. Pero me hago a la idea desde hace tiempo. No soy una persona muy nostálgica en ese sentido, se cierra una etapa y ya. Lo viví cuando terminé como jugador y ahora como seleccionador, no hay más. Es ley de vida.

—¿Le da pena?

—Hombre, me lo he pasado muy bien, no le voy a engañar. Pero todo llega y hay que asumir las cosas con normalidad. Vamos, al menos así lo entiendo yo, no es una cuestión de pena.

«Lo he hecho como creía, pensando siempre como un buen empleado que trabaja para su empresa»

—¿Por qué se va ahora?

—Lo tenía pensado desde hace tiempo, ya meses atrás. Sabía que era mi responsabilidad y consideré oportuno este momento. Era algo que habíamos hablado y simplemente teníamos que esperar a que terminara la Eurocopa, era innecesario decirlo antes.

—¿Está en paz?

—Lo he hecho como creía. He pensado siempre como un buen empleado que trabaja para su empresa.

—¿Un empleado que se jubila?

—Joé... ¡Hasta el día 31 no termina mi contrato! Tendré que ver la hoja laboral a ver lo que me corresponde, ya le contaré entonces. El día 1 de agosto le cuento.

—¿No pensó en irse después del chasco en el Mundial de Brasil?

—¿Por qué? ¡Qué va! Tenía trabajo, un contrato. ¿Por qué me iba a plantear la salida? Era mi profesión, mi trabajo. En la Federación, en caso de clasificarte para el próximo torneo, automáticamente te garantizan la renovación, y entonces quise seguir. Ahora, sin embargo, he considerado que era el momento de dejarlo, pero después de Brasil me veía con muchas ganas.

—¿Ese tortazo en Brasil es su peor momento como seleccionador?

—No, no. Hay que entender que un Mundial son 204 países y solo gana uno. Lo normal es fracasar. Pero en mi opinión el fracaso es no clasificarse para un gran evento. Luego, el perder antes o después ya es cuestionable. Pero solo gana uno, y en Europa igual. Hay países con tanta tradición como Inglaterra, Bélgica o Rusia que no han ganado nada desde hace tiempo. Ganar no es fácil.

—Da la sensación de que ha sido una despedida extraña.

—En absoluto. La convivencia ha sido extraordinaria. Usted ha estado ahí en la Isla de Ré, ha visto cómo iba todo. Y no porque nosotros seamos brillantes, ha ido todo muy bien por los propios jugadores. Son tan buenos que es imposible que salga mal, a no ser por una gran torpeza del entrenador. San José, Aduriz, Bartra, Bellerín, Koke, Thiago... Jugadores que no han tenido mucha presencia y han trabajado con ganas e ilusión. Y siempre con un ambiente muy agradable. Todo ha sido perfecto, salvo quizá el episodio de Pedro y lo que ya sabe de Íker (Casillas), que no quiero eludir el asunto. Situaciones de esas suceden siempre en cualquier evento, de todos modos. Es un roce entre un jefe y un empleado, que se enfada porque no le ponen. En ese sentido, siempre hay fricción, una mirada... Lo importante es que no se traslade al equipo y en este caso no ha sucedido. Pero, por mucho que lo diga, no os convenceré...

—Ha sacado usted el tema de Casillas...

—Sí, sí, y sin ningún problema. Es que no se puede contar algo que no se ha producido. Nosotros hemos perdido por un asunto deportivo, nada más. En las concentraciones siempre ha habido alguna tensión. En todos los eventos pasa algo, es lógico, pero no se pueden contar cosas que no han pasado. Que si el ambiente, que si lo otro...

«Es imposible que quede cicatriz con Casillas. Lo hablamos y ya está, le tengo un aprecio importante»

—¿Le molesta que haya pasado eso precisamente con Casillas?

—Pues sí que me molesta, la verdad. Y de ahí que dijera que es como la relación entre un padre y un hijo. Yo a veces me cabreo con mi hijo por algo que ha hecho mal y se lo digo, le pongo morro para que lo vea. Pero, al rato, estoy deseando que se arregle. Y así ha sido con Casillas, que he de admitir que dio el primer paso después de lo que dije. Seguramente en ese momento me equivoqué, cometí un error al decir aquello, pero lo hablamos y ya está.

—¿No cree que esa relación quedará marcada?

—No puede haber cicatriz. Con 9 años le conocí en la Ciudad Deportiva del Real Madrid, así que imagínese. Siempre hemos procurado cuidar a los chicos que entraban en el Madrid y nos hemos alegrado cuando alguien subía al primer equipo. Y el de Íker ha sido uno de esos casos, además siendo portero. Le tengo un aprecio importante.

—¿Ha sido feliz estos ocho años?

—Muy feliz, muchísimo. Cuando hay noticias desagradables, te entra desazón, sobre todo cuando no son verídicas. Pero no lucharé contra los que no ejercen su oficio de manera correcta, las energías las guardo para otras cosas. Me pueden decir lo que sea, pero que el jugador no ha sentido la derrota y que no ha llorado, me fastidia. Que los italianos pueden tener letra, se les hincha la vena... Pero nuestro sentimiento es incomparable. No se cuantifica, ¿cómo se puede decir que no lo hemos sentido?

—Pero la pregunta era si había sido feliz. Y dice que no gastará energía en esos temas y en cambio se enciende rápido...

—Es bueno que eso salga, de todos modos. Hay que desenmascarar al que no dice la verdad. Pero bueno, ¡que sí! He sido muy feliz, claro, ya le digo que lo hemos pasado todos muy bien.

«Nadie debe ser alabado por ser buena persona. No somos perfectos, y yo estoy lleno de imperfecciones»

—¿Por qué le molesta que le repitan que es buena persona?

—Nadie debe ser alabado por ser buena persona. No somos perfectos, y yo estoy lleno de imperfecciones. Alguno pone el acento en que soy bueno, y seguramente hay quien lo hace con cierta maldad, como si quisiera destacar eso como mi virtud y ya. Cuando se dice eso es por la negación del conocimiento, además. Sí, tiene una cierta maldad. Pero tampoco haré un ejercicio para demostrar que soy malo, ¿eh?

—¿Qué se lleva de todo su mandato?

—El recorrido entero. He estado bien tratado en la Federación, gente fantástica, desde el primero al último empleado. He tenido una tarea muy respetada, me he llevado muy bien con los 150-200 empleados que hay.

—¿Ha plasmado la idea de fútbol que tenía?

—Sí, he conseguido lo que quería, hemos desarrollado nuestra idea. Por mucho que el entrenador sea una cosa, hay que considerar las cualidades de los jugadores, y los hemos tenido muy buenos. El seleccionador se tiene que adaptar. Y en ese sentido, hemos podido hacer lo que hemos querido. Jugar con delantero, sin «9», con bandas, con tres centrocampistas, al toque... Hemos hecho el fútbol que queríamos.

«Era importante ganar y lo sabíamos, pero también el cómo resultaba fundamental»

—¿Cree que ha marcado tendencia?

—Pero no solo la selección. Ha sido una época muy buena para el fútbol español, también a nivel de clubes. Y nos hemos sentidos obligados a ganar, pero importa también el cómo. El cómo es importante en todo, en la vida igual. Somos un escaparate muy importante y así lo hemos entendido. Sé que hay que ganar, no vale lo mismo tener buenas propuestas y no ganar. Había que ganar, pero el cómo resultaba fundamental.

—¿Percibía que hacían felices a los españoles en momentos difíciles?

—Nosotros en estos años, y seguro que antes, hemos sido muy transparentes. Hemos entrenado con público casi siempre, que es más jorobado, pero queríamos estar cerca de los aficionados, de la gente. Había muchos niños, además, que es básico que sientan al equipo. Además, ha habido buenas relaciones con casi todos los medios, sin dar preferencia a nadie.

—¿Se ha perdido algo de ese cariño?

—Posiblemente después de Brasil hubo una menor simpatía, es verdad. Decayó un poco, yo lo notaba. Después, hicimos una fase de clasificación buena, y sin embargo recuperamos la simpatía en los dos primeros partidos de esta Eurocopa. Contra la República Checa y Turquía avanzamos más que en los nueve partidos oficiales anteriores. Y nos ganamos unos elogios tremendos, quizá demasiado exagerados, pero la gente se volvió a enganchar.

—¿Cómo verá ahora la selección?

—Como alguien que ha estado dentro. Alguien que va a desear los mayores éxitos para el fútbol. Ha sido mi profesión, mi hobby, mi pasión. Y España también.

—¿Le da vueltas a esta Eurocopa?

—Bueno, seguramente al partido de Italia sí. Porque ha sido uno de los partidos que más hemos preparado, lo hicimos a conciencia durante toda la semana. Y, posiblemente, ha sido de los peores. Italia no era un equipo común, le dimos más vueltas que a ninguno y buscando el compromiso de ellos, de los chicos. Les preguntamos su opinión, lo preparamos más y mejor que ningún otro. Y no salió como queríamos.

«Le he dado vueltas al partido de Italia. Es el que más hemos preparado y bo salió como queríamos»

—¿Cambiaría muchas cosas?

—Tampoco tiene mucho sentido ahora, aunque obviamente tocaríamos cosas después de haber visto el resultado. En realidad sí le he dado muchas vueltas al partido, obvio que cambiaría algo.

—¿Es el partido en el que más superado se ha visto?

—No, superado tampoco. Pero sí es verdad que teníamos tan interiorizado cómo jugaban y tan visto que me da rabia no haber estado a la altura ese día. Fueron mejores que nosotros.

—¿Ha visto la Eurocopa con nostalgia?

—Ninguna. Mire, Italia se fue cuatro días después, de ahí que le diga lo de que aquí solo gana uno. Los equipos siguen cayendo y ya solo quedan dos, los otros 22 están en sus casas. Hay que reconocer el éxito de País de Gales por llegar a semifinales, pero los otros tres semifinalistas eran equipos que pueden llegar a esas rondas siempre perfectamente. Ganar es muy difícil, insisto.

—¿Qué le ha dicho su hijo Álvaro?

-Je, je. Álvaro me quiere mucho y decía que era el mejor del mundo. Quería que me quedara.

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