Operación Soule

La falsa llamada de Villar

El expresidente de la Federación asegura que tras ser detenido llamó a su abogado, pero el acta de la UCO confirma que eligió avisar a la Federación

La aún secretaria general de la Federación, Esther Gascón EUTERS

FERNANDO ROJO

La mañana del 18 de julio , Ángel María Villar asegura que se levantó pronto para hacer gimnasia, que se duchó y que, cuando iba a salir, llamaron al timbre de su domicilio de la calle Marqués de Mondéjar, en el corazón del barrio madrileño de Salamanca. Era la Guardia Civil con un mandato judicial. «Mi mujer abre la puerta. Entra la secretaria del juzgado, varios agentes de la UCO, me dan un papel, firmo, y empiezan a revisar (...) Me dijeron que podía hacer una llamada y llamé a mi abogado», asegura el expresidente en una entrevista publicada anteayer por «El Español». Sin embargo, este último detalle no se compadece con lo que refleja el acta levantada por la UCO. Según consta en el sumario que instruye el juez Pedraz, Villar no utilizó la llamada a la que tiene derecho para hablar con su abogado. A quien eligió fue a su mano derecha, Esther Gascón , aún hoy secretaria general de la Federación Española de Fútbol. Lo hizo, como pide la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en presencia de un agente de la Guardia Civil y la comunicación duró cinco minutos.

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Villar se benefició de un derecho, el de llamar a una persona de su elección, que no existía en la jurisdicción española antes de la última reforma en 2015 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal . Hasta entonces, eran los agentes judiciales los que ponían en conocimiento de un tercero elegido por el detenido el hecho y el lugar de la detención, pero no podía hablar directamente. Esta modificación generó incertidumbre en el mundo judicial, pues el detenido podía intentar confabular o sugerir la ocultación de evidencias. Precisamente para evitarlo, Villar tuvo que hablar con Gascón en presencia de un agente, que no anotó ninguna incidencia reseñable de dicha conversación.

El abogado ya estaba allí

En todo caso, si la intención de Villar poniéndose en contacto con la persona de su mayor confianza era la de avisarle de la investigación que esa mañana se estaba llevando a cabo, fue en vano porque a la hora a la que hablaron, las 11.18 de la mañana , la UCO ya llevaba más de dos horas registrando la sede de la Federación Española de Fútbol, en Las Rozas. De hecho, la Guardia Civil inició ambos registros, el del domicilio de Villar y el de la RFEF, exactamente a la misma hora: las 9.15.

Tampoco hubiera tenido demasiado sentido hablar con su abogado porque este fue inmediatamente avisado de la detención y se personó en el domicilio familiar de los Villar en un tiempo récord. Según consta en el sumario, fueron los agentes los que hablaron a las 9.30 con el letrado designado por Villar para preguntarle si aceptaba defender al entonces presidente de la Federación. El abogado aceptó el caso y a las 9.56 se presentó en el piso de la calle Marqués de Mondéjar. Así que cuando Villar hizo uso de su derecho , su abogado ya llevaba más de una hora allí.

Entre los investigadores no extrañó que Villar eligiese a Gascón como su primera interlocutora, pues se trata de la persona en la que siempre más ha confiado en los últimos años, hasta el punto de que, tras el despido de Jorge Pérez como secretario general, no dudó en poner en ese cargo a Gascón. A ello se suma una segunda circunstancia que pudo motivar la elección de Villar. La Guardia Civil le informó esquemáticamente de los motivos por los que era detenido, entre los cuales se encontraba uno que afectaba directamente a su relación con Gascón: «Habría dispuesto una estrategia para que la secretaria general de la RFEF perciba una importante suma de dinero, simulando un cese fraudulento en la relación laboral de ésta con la citada Federación», le leyó el agente tras informarle de sus derechos. Gascón ha negado en todo momento que llegara a cobrar 300.000 euros por su despido y recolocación, pero las investigaciones apuntan que se intentó favorecerla.

Mientras todo esto ocurría en la calle Marqués de Mondéjar, a apenas siete minutos caminando, en la calle Mártires Concepcionistas se procedía al registro del domicilio de Gorka Villar , el hijo del presidente. Cuando le preguntaron a quién quería llamar, éste eligió a su padre. Sin embargo, después cambió de opinión. Debieron de informarle de que también estaba detenido y eligió llamar a su mujer, Mónica Han Cho , con la que apenas habló tres minutos, poco más de la mitad de lo que conversó su padre con la aún secretaria de la Federación aquella mañana en que empezó a hundirse el imperio de los Villar.

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