Messi devuelve la sonrisa

Sin Piqué en el once por segundo partido seguido, el Barça encarriló el triunfo en la primera parte no se sabe cómo. No está acostumbrada la afición azulgrana a ver a su equipo sobreviviendo a tantos minutos de descontrol y sufrimiento. Y en esas situaciones, el balance suele terminar en negativo. Fresco y atrevido, el Ajax calcó la primera mitad que firmó la temporada pasada contra el mismo rival, aunque esta vez no acertó con la red, entre otras cosas, porque Proença no pitó un penalti bastante claro por mano de Jordi Alba. Precisamente el lateral catalán, protagonista en las dos áreas, salvó a los suyos de que un puñado de jóvenes fantásticamente adiestrados (en el toque, la presión y el uso del espacio) volviese a poner de manifiesto, marcador favorable mediante, que a Luis Enrique, de repente, se le ha desmontado el invento.

[Narración y estadísticas del Ajax-Barcelona]

Entre Alba y Ter Stegen (meritoria parada del alemán a Klaasen) achicaron el peligro que los holandeses generaron antes del descanso a espaldas de una medular desorientada, superada en ímpetu. Nadie como Rakitic para significar dicho retroceso. De golpe, al croata se le han venido encima todas las dudas no tuvo cuando arrancó el curso. No le ayudó por su zona Dani Alves, que sencillamente no dio una derechas, ni Luis Suárez, definitivamente perdido pegado a la cal. El charrúa, como demostró en la segunda mitad, se siente mucho más cómodo como referencia, con espacio para moverse. En ese escenario, a punto estuvo de estrenarse como goleador culé en partido oficial, pero topó con Cillesen en un mano a mano.

El meta holandés también respondió bien a la única ocasión clara que generó el Barça en el primer parcial (una arrebato mal finalizado de Alba), pero pudo hacer más en la acción que sirvió para reanimar a los de Luis Enrique. En el minuto 36, después de un tiro libre botado por Messi, el rechace terminó en Alves, que intentó un servicio profundo y elevado sin demasiado sentido. Cillesen, dueño de la misma osadía que sus compañeros, salió a por la bola, pero Bartra, igualmente un gran ejemplo de amor propio, le ganó la partida. El defensa, descolgado en área contraria, centró para Messi, que cabeceó llorando para silencio del Ámsterdam Arena.

La segunda parte quedó sin historia. No sirvió para volver a ver al mejor Barça, pero al menos sí para comprobar que los azulgrana aún saben gestionar partidos desde la posesión del balón (desfavorable, por cierto, en los primeros 45 minutos). Veltman fue expulsado rigurosamente y Messi, tras una gran combinación con Pedro, igualó a Raúl como máximo goleador de la Champions. El reencuentro del «10» con el gol fue, quizás, la mejor noticia que Luis Enrique se llevó de Holanda. Eso y la clasificación.