Mundial de ciclismo en QatarEspaña, la selección de los gregarios

El equipo nacional se presenta en Qatar sin figuras, con un grupo que realza el valor de los ayudantes

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Es hora de pruebas en Doha, calor achicharrante y 37 grados de mínima en la capital de Qatar, una ciudad que convive con arena y rascacielos. Los ciclistas ejercen como conejillos de Indias para los futbolistas. Allí se celebrará en 2022 el Mundial de su majestad el fútbol y en ese punto del planeta se congregan esta semana todas las selecciones ciclistas para un Mundial atípico. Más sol que nunca, más tarde que nunca (16 de octubre) y más planicie que nunca (260 kilómetros como la palma de una mano). Frente a esa colección de variables, España enseña un muestrario inusual. No corre ninguna figura, casi ningún ciclista conocido para el gran público, sino un grupo de competentes trabajadores especializados en otros menesteres: ayudar a los demás.

Es el equipo gregario de Javier Mínguez.

Carlos Barbero, Imanol Erviti, Jonathan Castroviejo, Diego Rubio, Juanjo Lobato, Luis Ángel Maté, Omar Fraile, David de la Cruz y Fran Ventoso componen la selección española que aspira el próximo domingo a suceder a Óscar Freire, Alejandro Valverde o Purito Rodríguez en la conquista de medallas.

«Es lo que hay –cuenta a ABC desde Qatar Javier Mínguez, presto a entrar en el comedor y con el aire acondicionado a tope–. Ellos conocen su oficio y también tienen ganas e ilusiones. Mi obligación como seleccionador, por las características del circuito, es traer a gente rápida y con ambición».

Ciclistas que ejercen su profesión desde una posición secundaria, la del rostro anónimo calado en gafas y casco que solo adquieren fama en su región o pueblo, que reciben como premio una palmada en la espalda y no una entrevista en primera página o una subida de sueldo, gente reconocida en el sector por su valía en labores de fontanería, los entresijos que se desconocen fuera del pelotón y que fueron magníficamente descritos en un libro firmado por el exciclista inglés Charly Wegelius. Relato descarnado de quien nunca cató la gloria, ni un etapa o una clasificación, sino que vivió de la sintonía con un líder. Una historia de hoteles con cucarachas en el Tour, ruina financiera o algún resultado amañado. Sinfonía de la soledad, de alegrías puntuales al calor del equipo, de dolor de piernas diario. Según sus palabras, el ciclismo profesional «no es precisamente un puto cuento de hadas».

Carlos Barbero, del Caja Rural, es un joven velocista burgalés que muestra como escarapela haber quedado detrás de Valverde en todos los campeonatos de España que ha disputado. El pamplonés Imanol Erviti tiene la virtud primordial del gregario: no es egoísta. Este año ha descubierto un nuevo mundo: las clásicas del Norte. Fue séptimo en Flandes y noveno en Roubaix, donde nunca ha triunfado un español.

Diego Rubio mide 1,91 y realizó una sensacional función en el último Europeo en Plumelec. Juanjo Lobato es el jefe teórico de España en Qatar:velocista, sin muchas opciones en el Movistar, se marcha al Lotto-Jumbo. A Luis Ángel Maté le gusta la aventura y fomenta la dinámica de grupo. Fran Ventoso es el veterano y el único que ha ganado en Qatar (una etapa en la carrera bendecida por el Tour). Omar Fraile ya ha conquistado dos reinados de la montaña en la Vuelta. David de la Cruz venció en el Naranco y fue líder de la pasada Vuelta. Jonathan Castroviejo aspira en la crono a abandonar la medalla de chocolate, el cuarto puesto al que se ha abonado. Gente laboriosa y eficaz que también sueña.

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