Estas son las alternativas al dañino aceite de palma

La industria responde que no es sustituible pero los expertos advierten de que hay sustitutivos saludables

MADRID Actualizado: Guardar
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La guerra al aceite de palma está declarada. Esta grasa de origen vegetal (y no por ello sana) contiene ácido palmítico en grandes cantidades (un 40 por ciento), lo que la hace altamente perjudicial para la salud por, entre otras cosas, aumentar los niveles de colesterol «malo». Por si esto fuera poco, al usarse en la industria para preparar productos de bollería, galletas, cremas de cacao, pizzas y un largo etcétera se somete a un sistema de refinación para los que son necesarios derivados del cloro y grasas que son cancerígenos.

La polémica por este producto llevó a los supermercados (Mercadona, Alcampo, Simply, Carrefour...) a reclamarle a sus proveedores que eliminen el aceite de palma de sus productos. Pero la respuesta de la industria fue contundente: «En muchos casos no se puede sustituir», aseguraron fuentes del sector a Efe.

Los expertos, sin embargo, no están de acuerdo con esta afirmación. «No es real», aseguró a este periódico de forma categórica Rafael Garcés, investigador del Instituto de la Grasa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Para hacer una manteca o un producto de bollería se necesitan grasas. ¿Por qué no optan por otras? Sencillo. Porque el aceite de palma es más barato. Ello podría explicar por qué Europa, por ejemplo, consume la misma cantidad de aceite de palma que China o el doble de la que produce de aceite de girasol y de oliva juntos. «En el pasado se decía que el colesterol era malo. Años después, se distinguieron dos tipos: el de baja densidad, que es el malo y el de alta densidad, que es el bueno. Lo mismo ocurre con los ácidos grasos saturados, y entre los malos está el palmítico, presente en el aceite de palma y también en las grasas animales», explica Garcés.

La presión social consiguió eliminar el uso de las grasas animales como manteca de cerdo o grasas de vacuno que provocan el mismo efecto negativo que el aceite de palma. Después se pasó a los aceites vegetales hidrogenados, que tienen ácidos grasos trans, también perjudiciales, y ahora llega la tercera opción: el aceite y la grasa de palma.

La justificación de la industria no es el precio. De hecho, dicen que no es fácil sustituirlo porque, señalan a Efe, «aporta consistencia, untuosidad, da un toque crujiente. También alarga la vida útil del producto y evita que se deteriore visualmente. Se ha intentado sustituir, pero no se ha podido». El especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Regional de Málaga, Gabriel Olveira, agrega que se usa porque «se oxida menos que otros aceites y aportan palatabilidad a los alimentos (mejoran el gusto)».

Pero estas características sí pueden aportarlas otro tipo de ácidos grasos saturados como el esteárico, presente por ejemplo, en la manteca de cacao. «Este ácido tiene tiene 18 carbonos y, según la Organización Mundial de la Salud o la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria reconocen que no afecta al colesterol y, por lo tanto, puede usarse en lugar del aceite de palma», explica Garcés.

Pero el problema vuelve al dinero: el aceite de palma es el más barato que existe, por lo que es la mejor alternativa para la industria que el esteárico. Algo parecido ocurre con frutas tropicales que tienen esteárico, como el hueso del mango o el mangostán, una fruta exótica común en Asia, «que tienen más dificultad para emplearse pero no es imposible reemplazarlas por el aceite de palma».

Los cruasanes del bar

Si bien nutricionistas y expertos recomiendan no tomarlo, la clave del consumo del aceite de palma está en las cantidades. «Debería eliminarse lo máximo posible de nuestras dietas, pero hay que recordar que ácido palmítico hay en todos lados, incluso en nuestro cuerpo. El alimento de un adulto debe decantarse por otros aceites como el de oliva o girasol que también tienen palmítico pero en un 5 por ciento, no en un 40 como el de palma. Lo mismo sucede con otros aceites estándar de semilla», aconseja Garcés. Para ello, debemos tomarnos la molestia de mirar las etiquetas.

El problema no está en los supermercados, sino en restaurantes y cafeterías. ¿Cómo se puede evitar consumir ácido palmítico cuando un cruasán, por ejemplo, tiene un 30 por ciento de grasa o un donut un 40 por ciento? La única solución es una normativa que obligue a retirarlo. «Hubo una norma con los hidrogenados a principios de siglo en Dinamarca que obligaba a reducir los ácidos grasos trans a cantidades inferiores al uno por ciento. En pocos años, disminuyeron en un 60 por ciento las enfermedades cardiocirculatorias», cuenta Garcés. A falta de leyes, solo queda esperar que el paso lo den los supermercados. El primero en tomar la decisión fue la cadena ecológica SúperSano. «Desde hace un mes no hay un producto en la tienda con aceite de palma, los hemos sustituido por otros que no lo contengan y el precio no ha variado, es decir, aunque el aceite de palma sea más barato no ha habido diferencias para el consumidor», explican a ABC. Alcampo también siguió con esta línea y trabaja para eliminar el aceite de palma de sus productos de marca blanca.

¿Mejor el ecológico?

Según fuentes consultadas por Efe, Mercadona lleva tiempo realizando movimientos para sustituir, cuando es posible, el aceite de palma y otras grasas trans en sus productos y van a continuar avanzando en esta línea». En Lidl, también intentan evitarlo «siempre que se pueda».

Carrefour exige el uso de aceite de palma sostenible y El Corte Inglés busca comercializar uno que cuenta con certificado ecológico. Pero ecológico o no, no cambia sus efectos perjudiciales para la salud. «La única diferencia es que si es ecológico no se destruye la selva para sembrarla», dice Garcés.

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