LONDRES 2012
Defar (delante), Cheruiyot (iz) y Dibaba, al final del 5.000./David Gray (Reuters)
El dopaje siempre existió. El atletismo necesitó especializarse, apoyarse en la tecnología, para desenmascarar a los tramposos, pero la ciencia corre lo suyo. Una de las épocas más turbias fue la de los años 80, la década en la que se produjeron los actuales récords del mundo femeninos del 100 al 800. Una de esas marcas asombrosas la logró el equipo de Alemania del Este en 4x100. El 6 de octubre de 1985, fechas tardías, el invierno de la temporada, el cuarteto formado por Gladish, Rieger, Auerswald y Gohr corrió en 41.37 durante la Copa del Mundo celebrada en Canberra. Han tenido que pasar 27 años para que esa plusmarca pasara a la historia.
Tianna Madison, Allyson Felix (el día anterior ganó los 200), Bianca Knight y Carmelita Jeter completaron la vuelta pasándose el testigo sobre la 'alfombra mágica' del estadio de Stratford en 40.82, una marca deslumbrante, más de medio segundo más rápidas que las alemanas de la RDA. Jeter, la última posta, recorrió la recta y cuando llegó a los cuadros miró el cronómetro y cruzó la meta señalándolo. Las otras dos medallas llegaron con otros dos récords nacionales: Jamaica (41.41) y Ucrania (42.04).
Lasse Viren reconoció, pasado el tiempo, haberse aprovechado de manipulaciones sanguíneas para lograr un hito del olimpismo: ganar las medallas de oro en 5.000 y 10.000 en dos Juegos seguidos en los años 70(Múnich'72 y Montreal'76). Tirunesh Dibaba se propuso, supuestamente sin ayudas, hacer en Londres lo mismo que el finlandés. A la minúscula corredora etíope, campeona de 5.000 y 10.000 en Pekín, que ya había ganado en la distancia más larga en Londres, sólo le faltaba el segundo 5.000. Pero en su camino se cruzó una vieja 'enemiga', Meseret Defar, que fue más rápida que ella donde antes era imbatible Dibaba, en la última vuelta, esos 400 tiempos que ha llegado a recorrer en 56.03.
Defar, como Félix Sánchez en los 400 m vallas, recuperó el título logrado hace ocho años en Atenas. La campeona (15:04.21), que corrió con una imagen de la virgen en el pecho, dentro del 'top', que se emocionó en la meta, evitó una vez más el triunfo de Kenia, que nunca ha ganado el oro en el 5.000.
Dibaba, con vistosos vendajes en los isquiotibiales, intentó imponer su superioridad en el último kilómetro. Después de un paso muy lento por el 3.000 (9.27.75) apretó en los últimos mil metros (2.39). Pero todo se decidió en la última vuelta, donde fue superada, ya en la recta, por Defar y también por la keniana Vivian Cheruiyot.
El estadio olímpico vivió otra tarde explosiva. Uno de los puntos más calientes estuvo en la jaula del martillo. La rusa Tatyana Lysenko triunfó con una serie fabulosa (cuatro marcas por encima de los 77 metros) y un récord olímpico de 78,18, tercera mejor marca de todos los tiempos. O con el vibrante triunfo de Bahamas sobre Estados Unidos en el 4x400. O el éxito turco en los 1.500, como en el Europeo de Helsinki, que logró los dos primeros puestos gracias a Asli Çakir (oro con 4:10.23) y Gamze Bulut. La pértiga mostró también la capacidad competitiva de Renaud Lavillenie. El francés, que había fallado sobre 5,91, se dejó dos intentos para batir a los alemanes Otto y Holzdeppe con un nuevo récord olímpico (5,97).
Bolt quiere ser como Alí o Jordan
Usain Bolt, algo obsesionado con el asunto de las leyendas, descansó después de su segunda exhibición en nueve días, tras ganar su segunda medalla de oro olímpica en 200, como antes había hecho en 100. Lo que no logró Carl Lewis. "Esto es lo que vine a hacer. Ahora soy leyenda", proclamó. Está henchido de gloria el jamaicano, que eligió asiento en el olimpo. "Cada uno en su deporte: Alí en boxeo, Jordan en baloncesto. Yo estoy en la misma categoría". La categoría 'the greatest', el más grande. "He demostrado al mundo que soy el mejor (atleta)".
¿Y ahora qué? La pregunta zumba la oreja de Bolt. Sobre todo después de otra exhibición, superior incluso, de David Rudisha tras batir el récord del mundo, quebrando la barrera del minuto y 41 segundos, de 800. El ansiado encuentro por el aficionado en un mano a mano en la vuelta a la pista, la distancia intermedia. "No", dijo, rotundo el velocista, y añadió: "Y no vuelvan a hacerme preguntas sobre el 400".
¿Y entonces qué? Embriagado por sus triunfos, Bolt se deja llevar y avanza por la frontera de la realidad y la ficción: el fútbol (dijo que quería hacer una prueba con el Manchester United), el cricket (se atrevió a hablar de la Major League de la India), el salto de longitud ("es algo que siempre quise intentar", aseguró)... "Alcancé mi objetivo. Necesito sentarme y pensar en algo que me motive". Aún tiene que meditar. Pero los aficionados pueden respirar. "No me voy a retirar aún. Adoro el deporte. Todo el éxito que tengo es gracias al deporte, y todos los seguidores que tengo son gracias al deporte".
Bolt no sólo atisba un horizonte sin altas cimas por conquistar. También intuye la amenaza que su propio técnico, Glen Mills, el hombre que preparó a los tres medallistas del 200, ha creado. Johan Blake llamó a su puerta en los Trials de Kingston y le recordó, con sus dos victorias, que había unos Juegos a la vuelta de la esquina. La Bestia sólo fue su delfín en Londres. Pero el futuro puede ser suyo. "Blake está en 19,40, pero en los próximos Juegos irá como un tiro. Creo que me gustaría salir antes de que él empiece a correr demasiado rápido. Río (los próximos Juegos) será una dura misión. Allí yo tendré 30 años; Blake y Weir (el tercer jamaicano, bronce en los 200), 26. Pienso que yo he tenido mi momento. En la vida todo es posible, pero para mí será un duro partido". Pero de Londres a Río hay cuatro años de atletismo. "Creo que pensaré en la retirada a los 30 (años): el atletismo es un camino muy duro".
Bolt, en realidad, se ha autoproclamado 'the greatest'. Pero es muy posible que Carl Lewis no esté de acuerdo. El 'hijo del viento' se retiró con nueve medallas de oro y una de plata. Es cierto que no fue capaz de revalidar los dos títulos olímpicos de los sprinters, pero ¿es más grande repetir en 100 y 200 que en 100 y longitud y, además, quedar segundo en 200? Bolt cree que sí. Lewis pide medir el calibre de una leyenda con la cinta de la longevidad, por sus títulos en cuatro Juegos diferentes.
El Rayo dejó claro que desprecia al estadounidense. "He perdido el respeto por Lewis. Él solo busca llamar la atención". El dardo que sale de los dedos de Bolt es su respuesta a las insinuaciones de Carl Lewis en una entrevista con 'The Telegraph'. "En países como Jamaica no tienen pun programa de control antidopaje aleatorio. Me cuesta entender que (Bolt) bajara de 10.03 a 9.69 en un año". Aunque el norteamericano, de quien se asegura que dio positivo por un estimulante en varios controles, antes de 1988, que tapó Estados Unidos, quizá no sea el más apropiado para hablar.
