Las «funne» pisan por primera vez el mar
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Las «funne» octogenarias cumplen su sueño de ver el mar

Las ancianas han podido viajar gracias a una campaña de micromecenazgo

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Cumplieron su sueño: ver por primera vez el mar a los ochenta años. Un grupo de doce mujeres octogenarias, habituadas siempre a cuidar a la familia y trabajar en el campo, no habían salido nunca de su pequeño pueblo de montaña, Daone, de 588 habitantes, uno de los más fríos de Italia, en la provincia de Trento.

Dos tardes a la semana se encontraban en el Círculo Rododentro, el club de jubilados local, para jugar a las cartas, al bingo y a veces marcarse algún baile. La más joven, Erminia, de 70 años, es la animadora del grupo y la idea partió de ella: «¿Por qué no organizamos una excursión al mar?» Para las «funne» -así se llama a las mujeres en dialecto local- era un sueño, algo inalcanzable: nunca habían tenido vacaciones.

Algunas no habían viajado ni siquiera a Trento, que dista 60 kilómetros y, además, no tenían recursos. Probaron a hacer el milagro. Como destino pensaron en la isla de Ugljan, en Croacia, al descubrir que allí celebran la fiesta de la Virgen de las Nieves, que es también la patrona de Daone.

Para recoger dinero, primero vendieron tartas y dulces en las fiestas del pueblo. El resultado fue decepcionante. El siguiente paso fue una aventura: hacer un calendario, con una foto de cada una de ellas por mes del año. Se pusieron sus mejores prendas, se maquillaron y se hicieron fotografías sin que faltara la imaginación en los montajes: una en globo, en un autobús londinense, en un caballo, otra en un retrato en el Louvre… Se crearon grandes expectativas, pero las ventas fueron un fracaso.

Eso sí, no faltaron las risas maliciosas de algunos convecinos. El giro espectacular llegó con la sugerencia del nieto de Erminia: intentar una colecta en internet mediante crowdfounding. Con escepticismo, pero lo intentaron: Su proyecto lo llamaron «Funne - Le ragazze che sognano il mare» («Mujeres - Las chicas que sueñan el mar»). Ofrecían pequeñas recompensas: desde una postal con sus firmas, a ofrecer, por cien euros, lecciones de cocina con las recetas típicas de montaña, que se recibirían por internet o en el pueblo para quien deseara conocer a las «Funne».

La respuesta fue inesperada, extraordinaria: el dinero comenzó a llegarles desde Londres, París, Nueva York, Australia… Pedían 3.116 euros y a los pocos días superan los 6.000 con más de 300 donantes. Pudieron así organizarse el viaje para descubrir Croacia. Después de doce horas de autobús, se acercaron en barca a la isla que les estaba esperando, vestidas todas elegantes para la ocasión, emocionadas como niñas cuando reciben un regalo completamente inesperado: habían llegado al mar que siempre habían soñado.

Después de comprarse por primera vez en su vida un bañador, las «funne» pusieron pie en la arena y se dieron un baño, algunas sosteniéndose entre ellas agarradas de la mano. «Ninguna de nosotras sabe nadar», confesaron sonrientes. La aventura de las «funne» ha servido para recordarnos que, con perseverancia, los sueños se pueden realizar y pueden mover hasta las montañas.

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