Psicología

Javier Prado: «El sufrimiento se está convirtiendo en algo muy individualizado»

El presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica habla en LA VOZ sobre la salud mental en España en la antesala del XXIII Congreso Nacional y IV Internacional de la citada entidad que se celebra en Cádiz hasta el sábado

El suicidio, la muerte silenciada que continúa siendo un tema tabú

«Las personas con pensamientos suicidas tienen una visión negativa de uno mismo, de los demás y del futuro»

Javier Prado, presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica Antonio vázquez
Jesús Mejías

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Cádiz es la sede del XXIII Congreso Nacional y IV Congreso Internacional de la Sociedad Española de Psicología Clínica que se desarrollará hasta el próximo sábado. Está previsto que participen más de mil psicólogos. Calidad, derechos y comunidad es el lema de esta edición, que pretende rendir homenaje a los orígenes y desarrollo de la especialidad de Psicología Clínica en Andalucía. Se tratarán diversos temas como el derecho a una atención psicológica de calidad, el suicidio, el exceso de medicalización o las autolesiones, entre otros. El presidente de la citada entidad, Javier Prado, habla en LA VOZ sobre el estado de la atención psicológica en España y los retos que se deben afrontar como país de cara al futuro.

- ¿Qué nos puede contar del XXIII Congreso Nacional y IV Congreso Internacional de la Sociedad Española de Psicología Clínica? ¿Cuáles son los temas que se van a tratar?

- El lema es calidad, derecho, y comunidad, y de alguna manera lo que pretende visibilizar y promover es que en el respeto a los derechos de las personas con problemas de salud mental en gran parte deberíamos de pedir todos un incremento en la accesibilidad o tratamientos psicológicos en la sanidad pública, y la perspectiva comunitaria que intente no individualizar tanto el sufrimiento de la gente y que permita también paralelamente que hagan este apoyo de volver a volver a ese tipo de modelos en los que Andalucía además en los años ochenta fue absolutamente pionera. Básicamente nos vamos a querer mover en estos tres pilares, el tema de respeto a los derechos, el tema de dónde está la calidad de la atención a las personas con problemas de salud mental y la importancia, de la comunidad, de lo comunitario y de ese tipo de aspectos.

- ¿Cuál es el estado de la atención psicológica pública en España? ¿Responde a las necesidades de los pacientes o es deficitaria?

- Es deficitaria y se caracteriza por la falta de una dotación de profesionales adecuada. Es ciertamente una red potente en cuanto a cobertura pública cuando lo comparas al partido casi con cualquier otro país del mundo y lo que tenemos es un problema de desarrollo y de entrenamiento de profesionales para cubrir los determinados recursos que nos permitan atender el número adecuado de pacientes. Por poner un ejemplo tenemos 7 psicólogos químicos por cada 100.000 habitantes en el sistema nacional de salud, unos 12 psiquiatras por 100.000 habitantes y los datos más adecuados sería que tuviéramos cerca de 12 por 100.000 habitantes según las estimaciones que nosotros tenemos las, estimaciones que el Gobierno conoce y que hace suyas y que está intentando trabajar en esta legislatura.

Luego lo que nos encontramos es una marcada desigualdad territorial que no garantiza la equidad entre españoles y te hablo de que hay 7 por 100.000 en la media nacional y en el lugar como Andalucía tenemos 3,2. En un lugar como Galicia tenemos 3,5 y en ese sentido también hemos querido el año pasado llevar el Congreso A Coruña, este año aquí en Cádiz para centrarnos en los lugares que más necesidad tienen, que peores condiciones de salud mental tienen, más problemas, menos profesionales, peores recursos, más listas de espera para de alguna manera tratar de, ya no llegar a los estándares, sino que al menos puedan fomentarse que se coloquen en la media nacional.

- Muchos españolas se quejan de las deficiencias del sistema de salud pública en cuestiones de salud mental y la necesidad de acudir a un especialista privado donde una sesión puede costar 50 euros como mínimo.

- Yo creo que una de las cosas de las que más orgulloso nos teníamos que sentir como españoles en su época era de la sanidad pública que nos habíamos dado y de lo que eso decía de nosotros como pueblo. Una sanidad pública que se basa en que la paga muchas veces el que no la necesita para que el que no la paga y la necesita la puede usar, y eso es algo que además es un consenso social, eso habla muy bien de nosotros como país. Lo que ocurre es que desde la crisis del 2008 la sanidad pública se ha ido erosionando, laminando de manera progresiva hasta llegar a una situación, incluida la salud mental, en la que la joya de la corona como es el sistema nacional de salud es algo que empieza a costar defender cuando si lo fue y la idea es que lo tenemos que recuperar, y en materia de salud mental ahora que se empieza a visibilizar una cosa que estuvo invisibilizada, porque quizás tenemos unos mejores sistemas y si alguien tiene cáncer o si alguien necesita cirugías muy complejas, la sanidad pública responde bien a eso, pero a lo mejor cuando alguien tiene un problema de salud mental es una cuestión que por tabú, por estigma, porque nunca se habló porque nos daba miedo porque la tapábamos pues eso también tenía su correlato en la sanidad pública que eran especialidades poco desarrolladas como la psicología o la psiquiatría.

- Una de las cuestiones que ustedes pretenden denunciar o sobre las que quieren poner el foco es en el exceso de medicación a los pacientes. ¿Por qué se produce este fenómeno?

- Precisamente se produce porque tenemos un muy buen sistema sanitario, que a pesar de las múltiples complicaciones y deterioro progresivo que ha padecido sigue teniendo una gran accesibilidad en atención primaria y este es el arsenal que nos manejamos porque no ha habido una perspectiva alternativa a la medicalización de los problemas de la gente.

Es muy sencillo en este país consultar a tu médico de familia por un malestar, que ese malestar no se acabe de resolver, que el médico de familia por ese afán de querer ayudar te prescriba un ansiolítico o te prescriba un antidepresivo porque además hay listas de espera, son problemas menores, hay trastornos mentales graves y circunstancias muy complejas que el contexto de pocos recursos se ocupa todo el tiempo, y esto queda como olvidado y de repente descubres como puede ser que España sea un país en el mundo que más psicofármacos consume de este tipo. ¿Tan mal estamos? Realmente no es que estemos mal tan en cifras, simplemente es que ese tipo de tratamientos o de prescripciones son muy accesibles.

Lo que ocurre es que estos medicamentos palían sintomáticamente pero no resuelven los problemas, y entonces se convierten en prescripciones crónicas con lo cual ya se crean problemas de dependencia porque pueden tener su indicación en momentos puntuales en el contexto de un trabajo terapéutico pero no pueden ser la única respuesta que nosotros damos, además de que el malestar está claramente exacerbado, las redes de apoyo se han transformado, hay unos recursos comunitarios, volvemos al tema del Congreso, y poco menos que el sufrimiento se está convirtiendo en algo muy individualizado, que se busca una solución en el sistema sanitario y el sistema sanitario tiene una respuesta medicamentosa y esa es un poco la pescadilla que se muerde la cola, y la situación que tenemos la gente no resuelve sus problemas cómo se resolvían en otros momentos de la historia con la familia. todo está bien precarizado, toda la gente no tiene tiempo, todo lo que está pasando con la infancia, las dificultades y políticas de conciliación.

- Otra de las cuestiones que se va a tratar en una de las mesas es el suicidio. Según datos del INE en 2022 se suicidaron once personas al día en España. ¿Cómo se debe combatir este fenómeno?

- Nosotros lo tenemos muy claro, el Gobierno lo sabe, lo están pensando, entendemos la complejidad, es un consenso de la mayoría de las sociedades científicas del ámbito, de los usuarios, de los pacientes, una recomendación a los países de la Organización Mundial de la Salud que es trabajar el Plan Nacional de Prevención del Suicidio liderado por el Gobierno con un sistema de cogobernanza con las comunidades autónomas, que implique al sistema sanitario en su capacidad de dar respuesta rápida pero no solo porque la mayor parte de la prevención la vamos a hacer en otro tipo de lugares, como las escuelas, en atención primaria, en los lugares donde están los problemas con otros agentes comunitarios que habrá que desarrollar.

Es un tema muy complejo, muy difícil yo entiendo, que no tenemos en este país un plan nacional de prevención del suicidio por la propia complejidad que implica, pero debería ir y luego a nivel político desde luego se necesita de un pacto de país. Este es el tipo de cuestión que como país debemos de decidir que nos vamos a dar un plan nacional de prevención del suicidio porque 4.200 muertes de este último año nos parecen muchas y son muchas.

- ¿Ustedes notan que a raíz de la pandemia la sociedad tiene una mayor preocupación por su salud mental?

- Sí. No han incrementado las tasas de prevalencia como algunos titulares y algunos intereses pretenden vender, eso es importante. Se ha visibilizado y se ha destapado lo que no se miraba y no se veía en su momento, ya existía este nivel y lo que se ha incrementado es la comunicación, el interés, el debate público, el debate político, y la conciencia por parte de la gente como que es algo importante, que cuidarse, que mirarse a la salud mental es relevante, y eso es la transformación en la que estamos y de la que deben de salirse decisivas medidas políticas que tienen que ser acertadas. No pueden ser parches, sino que tienen que estar bien planificados porque la salud mental requería de una mirada como esta por parte de todos desde hace mucho tiempo y ahora que tenemos esta atención tenemos que ser responsables, tenemos compromiso social y hacerlo de la manera adecuada. Esto no se va a resolver con grandes titulares, vamos a necesitar un trabajo de fondo que involucra también a la sociedad y que involucra a muchas personas. La salud mental no es solo hacer terapia o tomarse fármacos, salud mentales hablar entre nosotros, políticas de conciliación, salarios decentes, trabajos estables, es no tener miedo a llegar a fin de mes, es no tener las tasas de exclusión social y de pobreza que tenemos, no tener la desigualdad que tenemos entre territorios, que Andalucía no tenga peor sistema sanitario que Cataluña o el País Vasco, que no haya tantas diferencias entre Extremadura, Galicia y la Comunidad de Madrid.

- ¿Cómo se logra por lo tanto tener una mente fuerte?

Es una pregunta compleja. Es complejo, pero algunas claves para tener una buena salud mental son hacer ejercicio físico, estar bien físicamente, buena alimentación, una buena red de apoyo, gente que te trata bien, a la que tratas bien y en la que encuentras un lugar donde reconocerte en los demás y de ser reconocido, ausencia de malos tratos en la infancia, ausencia traumas graves, ausencia de consumo de tóxicos. Básicamente una vida equilibrada, una buena alimentación, una buena red de apoyo y ausencia de todo lo que son los disparadores, los desencadenantes de gravedad que son traumas en la infancia, aislamiento, maltrato.

-Le pregunto por último por los jóvenes, que viven con una presión social por la que parece que tienen que cumplir con una serie de metas a una determinada edad, como empezar una carrera universitaria con 18 años, tener una familia, casa y trabajo estable a los 30 años... No alcanzar esos objetivos en muchas ocasiones se considera un fracaso. ¿Somos injustos con la población más joven y como debe gestionar una persona que vea que su círculo de amigos se han independizado, tienen una casa o hijos y ellos aún viven con sus padres?

- La cuestión es que no sé si debemos de transmitir que esto es un asunto a resolver individualmente, sino poner esto tan ofensivo de hablar de la generación de cristal cuando en realidad es una generación que nace entre dos crisis, que no conocen otra cosa que la precariedad y la crisis, un mundo donde los adultos les cuentan cosas del pasado, pero es que el mundo de los adultos era un mundo diferente. ¿Qué tengo que hacer para conseguir mis objetivos? Es que el mundo en el que estamos qué objetivos les plantea, qué capacidad de acceso tienen para la vivienda, qué oportunidades laborales tienen, qué valor tienen los títulos universitarios o para qué sirven.

Vivimos en un tiempo donde si tú estudiabas encontrabas un empleo, tenías dinero te comprabas, una casa montabas una familia y eso está y eso era una expectativa social y era una realidad materializable. Esas expectativas siguen siendo parecidas, pero la realidad material no permite, y entramos en una paradoja no y luego individualizamos el problema, no, no lo estás consiguiendo porque tú no estás teniendo una mentalidad fuerte, no lo estás enfocando adecuadamente, no. La realidad es que los salarios son los que la capacidad de emplearse es la que es y que el tema de la vivienda está como está.

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