Granada - Cádiz

Disparados en el pie (0-0)

Los de Sergio se complican más aún la salvación tras no ser capaces de ganar a un rival directo que jugó en inferioridad más de medio partido

Negredo la tuvo al comienzo del partido. EFE

Alfonso Carbonell

Disparados en el pie. Así salieron los de Sergio de Granada, donde también se pudo morir. Pero la agonía tiene pinta de alargarse en el tiempo porque tampoco se perdió ante un rival directo que jugó con uno menos desde la media hora de partido. Y no, el Cádiz no supo jugarle ni antes ni después. Muchos nervios, que se contagiaron en ambas escuadras que no ganan ni a palos. Los de Robert, al que su afición le pidió su marcha al final del partido, llegaban al derbi tras cinco derrotas consecutivas que debieron ser seis si el Cádiz llega a tener más enjundia, más gol, más calidad. Mas todo. Y no tiene nada. Bueno sí, algo que pesa en el corazón pero no en la clasificación. La banda parece tener fe, pero con eso no basta. No da más que para no enfandarse.

Sergio consideró que le salió bien la apuesta la pasada jornada y, además, vio que le quitaron al Pacha Espino por sanción y no tuvo otra que doblarla en otra jugada a vida o muerte, la de Granada. Y así, con su misma intención y gallardía, reforzaba su idea repitiendo once con la salvedad de Arzamendia, que entrada en el perfil zurdo para suplir a su compañero amonestado.

Nadie de los contendientes quiso bautizar al derbi como una final , pero en el ambiente del Nuevo Los Cármenes se respiraba eso que se respita cuando se está ante algo importante, que pesa, que da o quita ilusiones. Sobre todo en el bando gaditano, que aunque su ciudad, valiente y chirigotera, rezaba a su modo, cantando, los rostros de los hombres de Sergio irradiaban antes del partido que iban camino de una batalla que deja muerto o vivo al que desenfunda. '¡Venimos a luchar!' clamaba uno de los fondos del estadio granadinista. Quedaba todo dicho en un duelo hermanado por Andalucía pero dividido por lo mucho, muchísimo, que había en juego sobre el verde esperanza de una tierra que, a veces, para vivir necesita de la sangre del vecino.

Comenzó el partido con cositas que nunca son son pero que no lo suelen ser cuando es el Cádiz el beneficiado porque si es la víctima sí que lo pueden ser. Así, se fueron al limbo un codazo de Germán sobre Lucas Pérez dentro del área tras una bombita de Luis Hernández y otro sobre Negredo tras un error de Domingos Duarte del que no supo aprovecharse bien Negredo ante Maximiano, que aguantó bien a un tiburón sin los colmillos afilados en los primeros minutos de un partido al que Ledesma entró con pies de hielo.

Se frenó un poco el duelo tras unos primeros diez minutos emergentes y con brío pero no, no se le veía cómodo al Cádiz. Pese a ello, una buena acción de Akapo por su banda se convirtió en una aproximación amarilla que terminó con un disparo de Lozano dentro del área que no vio puerta.

No estaba cómodo el Cádiz, pero tampoco el Granada, que veía a los veinte minutos como los primeros murmullos de los suyos comenzaron a notarse sobre el clima del estadio nazarí. Sin demasiado juego, lo único reseñable antes de la media hora del Granada fue un intento de Luis Suárez con un disparo muy tapado por la defensa amarilla y que acabó con el balón en las manos de Ledesma.

Chocaban ambos planteamientos y el partido, más allá de la emoción por el asunto que había sobre la mesa, no era ni limpio ni vistoso. Los delanteros de uno y otro equipo clamaban en el desierto pidiendo tranquilidad a sus compañeros pero está la cosa para pedir tranquilidad...

Estaba la cosa tan oscura en la sala de máquinas que hasta Lucas y Negredo bajaban a recibir para organizar algo el ataque. Fue así como llegó el primer disparo a puerta del Cádiz tras una apertura del madrileño a Arzamendia que acabó con el centro del paraguayo y el remate débil de cabeza del madrileño que recepcionó sin problemas el meta local.

El Granada se queda con uno menos

Los nervios iban por barrios. Y producto de otra indecisión de la zaga nazarí se quedó el Granada con uno menos tras un derribo claro de Domingos Duarte sobre Negredo tras un mala entrega de Germán. Era el minuto 35 de partido y la situación se le pon

Negredo se quedó solo ante el meta local y no supo superarlo. EFE

ía muy bien al Cádiz. Muy bien. Tan bien que daba hasta miedo.

Mientras se hacían ambos equipos al nuevo escenario, el Cádiz intentaba aclarar el panorama al mismo tiempo que el Granada intentaba embarrarlo. Y mejor lo hizo el Granada, que cervca estuvo de adelantarse en el marcador tras una buena internada de Collado que finalizó con un disparo respondido por Ledesma. La reacción la puso el Choco, pero llegó muy forzado al área rival y su disparo fue al cuerpo de Maximiano.

Acabaron los primeros 45 minutos para alivio de cualquier amante al fútbol. Los nervios de ambos equipos se apoderaron de una primera parte mala de solemnidad, pero que dejaba al Cádiz como máximo beneficiado tras la expulsión de Duarte.

Un viejo conocido del cadismo como Machís salía tras el descanso para darle al Granada todo el peligro que no tuvo en la primera mitad con Uzuni. Por su parte, Sergio mantenía a los mismos, a esos mismos que intentó convencer de lo básico, que con uno más se juega más y mejor.

Y no comenzó mal del todo para el Cádiz ya que tras el enésimo error de entendimiento en la zaga local Lozano se hacía con el balón para llegar hasta la línea de fondo y no acertar con su pase de la muerte a Lucas Pérez y que finalmente fue interceptado por un defensa granadinista.

Poco a poco, el Cádiz fue haciéndose dueño del balón con posesiones más largas con la finalidad de ir cansando a su adversario mientrasiba buscándole las grietas. Pero nada, el partido seguía en el terreno enfangado que facilitaba el Granada y ante esto Sergio activaba las bandas con la entrada de Iza y Alejo por Fali y Akapo y cambiaba el dibujo dejándolo en un 4-4-2 con Lozano escorado a la izquierda. Y sí, daba ese pasito el frente. Media hora más el añadido tenían por delante.

Las prisas comenzaban a notarse en el Cádiz, que asustó a su parroquia tras una falta de comunicación entre Ledesma y Luis Hernández que Machís no supo aprovechar.

Pasaban los minutos y no pasaba absolutamente nada. El Cádiz chocaba contra un muro y no daba razones para cambiar la situación. Era tan matemático el encuentro que Sergio echó mano de la magia introduciendo en la ecuación al capote de Perea. Antes de la entrada del manchego llegó una ocasión doble de los amarillos pero ni Negredo a la media vuelta en un mano a mano con Maximiano ni luego Iza con un zurdazo ajustado le dieron esa alegría al cadismo.

Paradójicamente, esas dos oportunidades le dieron vida al partido. Y al Granada, que cerca estuvo del gol con una acciób individual de Collado que salvó en última instancia Alcaraz. Pasado el susto, volvió a la carga el Cádiz. Y ya con todo. Y con Perea también, que sustituía a Lozano en el 77'.

Lo intentaba el Cádiz, todavía con un cuarto de hora por delante, y lo hacía con centros, casi siempre bien repelidos por Germán, y también desde lejos con un disparo de Perea que paraba el Maximiano.

Pasado el 80, Sergio se descartaba con sus dos últimos cartuchos. Álex y Sobrino entraban por Lucas Pérez y San Emeterio con la idea de meter más cabeza en el centro del campo y velocidad en el área. En el otro banquillo, Robert daba paso a la pólvora de un viejo rockero, Jorge Molina.

Ni tenía ideas arriba ni tampoco abajo, donde un muy mejorable Arzamendia concedía una ocasión al Granada que ni Machís ni Molina tuvieron la astucia de aprovechar.

Se desesperaba el cadismo y con razón porque se avecinaba el final del partido y los suyos no eran capaces de hacer sentir que estaban con uno más y jugándose la categoría.

Pudo tenerla en el descuento el Cádiz, pero el testarazo de Sobrino se fue al limbo, allí donde andan las aspiraciones de permanencia de un Cádiz sin gol y al que le debe quedar fe para proseguir con un sueño cada vez más complicado.

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