Cádiz - Almería

Un empate como aperitivo a lo que puede ser 2023 (1-1)

El Cádiz salva un punto tras un gol anulado por el VAR y una segunda parte horrenda en la que solo Lucas Pérez aparece para salvar los muebles

Iza encara a Akieme. nacho frade

Este Cádiz de Sergio es un querer y no poder. Un doctor Jekyll y señor Hyde. Un igual te la formó contra el Atlético como te la formo en Vallecas, pero al revés. ¿Un sinsentido? Puede ser, pero no lo es. Como el Cádiz, como la vida misma. Hay entrenador porque lo hay, pero el equipo no se sostiene. Y esos que los muchachos de Sergio lo luchan, lo sufren y hasta lo sangran. Es más, llevan así dos años permanenciendo en la elite con una plantilla que bien podría pasar por una Segunda. Pero son profesionales y valen su peso en oro. Pero la realidad es testaruda e indica que el Almería, sin hacer nada, bien pudo haberse llevado los tres puntos sino es por la aparición de Lucas Pérez.

Este empate es una pequeña brazada en mitad de un largo océano. Puede servir, o no. Porque en la medianía se mueve este Cádiz, que o lo revolucionan con fichajes de esos que marcan un ciclo o irremisiblemente se irá al cajón por muchos titulares que dé su presidente. Hay trabajo, hay entrenador y hay jugadores, pero faltan muchísimas cosas más. De uno en uno sólo se va al servicio, y así es muy complicado salvarse. El empate ante el Almería, que sigue a cinco puntos encierra muchas cosas, pero la más importante es que es un pan para hoy y hambre para mañana. Queda enero y sólo ahí debe estar la salvación. No toca otra que firmar jugadores que le den a Sergio ese espaldarazo que todo buen entrenador necesita para ser feliz.

Comenzó el Cádiz con las ideas claras , muy claras. Presión avanzada, intensidad en la búsqueda del balón y la mente puesta en la portería contraria. Diez minutos le duró. Y no por la intención, que era bueno, sino porque en frente había un rival que no era tonto.

Porque el Almería, viendo la que se le podía venir encima, dio un paso adelante y salió del refugio, algo que aprovechó el Cádiz para seguir abriendo las alas a través de Ocampo, que desde el comienzo del choque dio muestras de estar con la flechita hacia arriba. De su banda, en colaboración con Espino, llegó el primer aviso amarillo. Un centro del charrúa le llegó al segundo palo a Alcaraz, que entregó el balón a las manos del portero rival una vaselina bien pensada pero infantilmente ejecutada.

Al minuto, el catorce, llegó la respuesta. Ramazani, tras irse de dos cadistas, lo intentaba con un zurdazo desde fuera del área que era rechazado a córner por Ledesma. El Almería, poco a poco, iba entrando en el partido y aunque no lo controlase daba señales de peligrosidad con muy poco que hiciera. Más tarde se comprobaría.

El VAR y los árbitros anulan un gol legal en el fútbol de antaño

Pasado el cuarto de hora, otra vez Ocampo se sacaba un buen centro desde la banda izquierda para que Negredo cabecease en picado pero sin la eficacia necesaria para sorprender a Francisco, que bien colcado enviava a córner el balón. Avanzaba y avanzaba el Cádiz en su búsqueda de un gol que encontró en el 22' de partido tras una contra iniciada por Fali, que en su robo pisaba el tobillo de Robertone. Álex prosiguió la jugada para enlazarla con Ocampo, que desde la izquierda se sacó un derechazo para alojar el balón en el fondo de las mallas. Alegría hasta que los árbitros se pusieron a toquetear el invento del maligno, ese que ha venido para destruir lo poco que queda del fútbol de antaño. Efectivamente, Fali pisaba al contrario, no sin que antes fuera obstaculizado por un rival. Pero ya se sabe, los árbitros entienden mucho de normas y legislación, pero lo que viene siendo de fútbol van bien cortitos. Anulado.

El gol abortado cayó como un jarro de agua fría y el Almería se rehacía de nuevo con otro ataque atajado por Ledesma, que se hacía con el balón tras un centro chut de Robertone.

Pasada la depresión, de nuevo Ocaña volvía a la carga por la izquierda. El uruguayo llegaba a la línea de fondo y en su intento de meter el pase atrás vio como era interceptado por un defensa cuando Negredo ya iba a rebañar el regalito que iba en camino y que se rompió por el camino.

La iniciativa seguía siendo gaditana. El Pacha, que se alternaba con su compatriota para llevar agua al ataque, metía un centro que era bien defendido por la defensa indálica, que no parecía sufrir en demasía, la verdad.

Eran los mejores momentos del Cádiz pero sin éxito. Eso sí, Ramazani seguía intentándolo para volver a encontrarse con Ledesma. El partido se rompió por momentos, algo que le venía como agua de mayo a Brian Ocampo, que terminaba de desatarse con una internada en la que dejaba atrás a dos rivales para acabar la jugada con una vaselina a las manos del portero.

La buena imagen del Cádiz hizo olvidar aquel gol anulado en la grada. Se la prometían felices en Carranza, pero todo eso cambió de la peor manera posible. Melero marcaba un gol tras una contra bien defendida por el Cádiz pero con la mala suerte que un rechace le llegó al mediocentro madrileño dentro del área cadista para fusilar a Ledesma.

Tras el golpe, el Cádiz intentó no evadirse antes del descanso e incluso lo intentó con una vaselina que se fue alta de Negredo pase de Fali. Tocados, pero no hundidos, se iban los pupilos de Sergio a los vestuarios.

Sin cambios comenzó el Cádiz el segundo tiempo, y la verdad que no entró muy bien al campo porque el Almería creaba dos situaciones de gol a las primeras de cambio. Y hablando de cambios, Sergio metía más madera con Lucas Pérez y el Choco Lozano, pero no cambiaba mucho el desaguisado porque el Almería pudo incluso sentenciar de no ser por Ledesma, que salvó los muebles ante El Bilal Touré, que le robó la cartera a Fali antes de encontrarse con el arquero argentino. Poco antes, el delantero de la UD se encontraba con el poste tras rematar forzado un centro de Álex Pozo, que entraba por la banda de Espino como el que entra en un self-service.

El Cádiz no saba señales de vida y las pocas que daba eran de broma. Un centro de Alcaraz a Sobrino era mal rematado por un delantero que corre como el que más pero que le debe tener miedo al gol.

El Almería seguía perdonando . Y eso, así estaban las cosas, era la mejor noticia para los cadistas, que veían como de nuevo Álex Pozo volvía a profundizar por su banda para mandar un regalito a El Bilal Touré, que incomprensipblemente no acertaba a empujar a portería un balón que era finalmente salvado por Iza.

Viendo que los primeros cambios no daban resultado alguno, y tras sustituir al lesionado Fali por el canterano Carlos García, Sergio remataba con José Mari y San Emeterio para intentar controlar el desncontrol desde la sala de máquinas.

Los cambios seguían sin hacer efecto. Es más, el Almería volvía a desaprovechar una ocasión en las botas de Baptistao, que se revolvió dentro del área cadista para engatillar un disparo que fue frenado por las manos salvadoras de Ledesma, que por enésima vez dejaba a su equipo con vida. Esta parada, no por ella sino por lo que ofrecía, levantó las primeras críticas airadas en la grada contra ¿el equipo?, ¿el banquillo? o ¡el palco!.

Todo parecía llevar a la bronca, a la protesta y al cabreo, pero en eso que en el 82' llegó un saque de banda propulsado por Luis Hernández para meter en un lío a la zaga almeriense, que en su intento de despejar debaja el balón franco para el gallego Lucas Pérez, que empalmaba tal como lo venía para empatar un encuentro que parecía muerto y sentenciado.

El empate encendió al Carranza, que si bien antes se retorcía del frío y del sopor, ahora se venía arriba con su equipo, que sin juego ni fútbol se había metido casi sin querer en el encuentro.

Espoleados por el deportivista Lucas Pérez , los hombres de Sergio volvieron a creer en lo que parecía imposible minutos antes del empate. El ardor guerrero del gallego contagió no solo al equipo, también a la grada, esa misma que le pitó en las primeras jornadas de Liga por su amor a su condición.

La inercia esperanzadora y ambiciosa de Lucas -no sé entiende su suplencia siendo el pichichi de un equipo sin gol-, hizo que la victoria pudiera quedarse en casa si el Choco Lozano está más acertado en el 82' y tras una asistencia de Lucas Pérez, pero el remate del catracho fue intervenido por Fernando. Pudo haber sido lo mejor, pero también lo peor, porque acto seguido el Almería se volvía a plantar en el área amarilla para que Touré volviera a encontrarse con su 'stop', Conan Ledesma, que dejaba un punto en Carranza como aperitivo de lo que será un 2023 más que difícil.

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