Cádiz Cf

Intervencionismo y eficacia

Sergio González acertó con los cambios desde el banquillo y el equipo recuperó una de las grandes señas de identidad de la historia reciente amarilla

Matar dos pájaros de un tiro

Sergio González ofrece indicaciones técnicas a Víctor Chust L.V.

Pablo Vallejo

La victoria del Cádiz en el José Zorrilla ha cambiado radicalmente las sensaciones alrededor del equipo amarillo. El camino futuro se ve ahora con mucho más optimismo y tranquilidad, con el factor del parón por selecciones, que debe ser usado para poner a tono a todos los miembros de la plantilla y para afrontar con hambre los dos duelos consecutivos como local, todo esto con la confianza que ha otorgado la victoria ante el Valladolid.

No hay que olvidar que se realizó un mal encuentro. El conjunto de Pacheta pudo haberse adelantado en múltiples ocasiones si no llega a ser por la estelar actuación de Ledesma , hombre de record en el Cádiz. Weissman, Monchu y Kike Pérez se toparon con el arquero argentino, y en Primera División no solo iban a ser los de Sergio González los que pagaran los errores. Los que visten de amarillo también saben cobrar desaciertos constantes, y así lo hicieron. Fue un mal encuentro, sí, pero se ganó. Y el resultado en el fútbol manda.

Y es que una de las grandes señas de identidad de este Cádiz es la eficacia. Aprovechar lo poquito que se genera para llevarse el gato al agua. Lo ha sido desde que Álvaro Cervera rescató al equipo en Segunda B y lo continuó siendo, con algunos matices obvios, con la llegada de Sergio González durante el pasado mes de enero.

Una característica que el Cádiz debe recuperar para volver a ser resolutivo en sus encuentros. Maximizar los aciertos y minimizar los errores, una fórmula a aplicar para acercarse a la permanencia. Los amarillos deben dejar atrás errores como los cometidos en las primeras jornadas, donde a las carencias propias se le unían desajustes e imprecisiones que facilitan, aún más, la tarea ofensiva al rival.

Otro gran motivo de la victoria del Cádiz en el José Zorrilla fue el intervencionismo practicado por Sergio González desde el banquillo. Desde su aterrizaje a la Tacita de Plata, una de las pocas cosas a achacar al técnico, además de este pésimo inicio liguero, es la falta de acierto en las maniobras gestionadas desde fuera para cambiar el signo de los encuentros. El fuerte de Sergio es la acción, no la reacción.

Sin embargo, en Pucela leyó a la perfección lo que necesitaba el equipo. En primer lugar con la incorporación de Rubén Alcaraz que, a pesar de no estar todavía al mejor ritmo competitivo, demuestra su jerarquía sobre el terreno de juego. Con el catalán recién entrado fueron los mejores minutos del Valladolid, pero creciendo con el paso de los minutos y se impuso en los instantes decisivos.

Las entradas de Zaldua y Álvaro Negredo también fueron fundamentales. La segunda, claro está, por ese tanto en el descuento que hacía alcanzar a los amarillos a ese soñado punto de inflexión. Pero fue clave también la aparición del donostiarra, que ganó el encuentro desde el carril derecho y, además, fue el autor del servicio al tiburón vallecano.

Sergio González va recuperando piezas progresivamente, y esto le sirve para aumentar su abanico de posibilidades. Ante el Celta y el Barcelona, tras realizar una buena primera mitad, se vio plasmado como el equipo, cuando se quedaba sin gasolina, bajaba varios escalones. Ahora la unidad B comienza a acompañar y eso son buenas noticias para el técnico. Toca poner a todo el mundo en forma para la doble oportunidad en el feudo amarillo.

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