Cádiz CF

Cervera, enfadado, sale a la pizarra otra vez

El técnico vuelve a recordar a los suyos las limitaciones que les hace mejores o peores si no se atienden bajo su dogma

Álvaro Cervera, en un entrenamiento. L. V.

Alfonso Carbonell

Como ese viejo profesor, con bata blanca y sentado al fondo de la clase mientras ultima un cigarro. Con los puños de la camisa aún con restos de tiza y, si fumara, con la enésima colilla de Ducados apagándola en un cenicero aún humeante y sucio, don Álvaro Cervera vuelve a levantarse ante la enésima corrección que debe hacer a un grupo de alumnos esforzados y trabajadores pero que de vez en cuando repiten el fallo que tantos puntos han costado a lo largo de una feliz pero no menos dura travesía. Son esos cabreos, esos enfados y esas llamadas al orden las que muchas veces solidifican el éxito de un grupo que no por fallar un día deja de aprender con las lecciones de un maestro al que han vuelto, sin quererlo incluso, a sacar de sus viejas casillas.

Ha pasado otra vez. Y otra vez, aunque pueda parecer innecesario, Cervera ha tenido que levantar la voz. Le da exactamente igual que su equipo, al que sacó del barro para llevarlo a fiestas para codearse con la jet, esté en la zona alta de Primera División. Le da igual ver como sus alumnos han pasado de llevar chándal los domingos a trajes de firmas italianas. Le trae al pairo que la hinchada esté soñando de verse donde se estña viendo. Su filosofía es clara. Si él descansa, el edificio que tanto ha costado levantar podría derrumbarse en cosa de segundos, de jornadas. Y de eso, se sabe mucho por aquí, pero ha tenido que venir él para recordarlo. Él, que solo vivió un par de meses en Segunda B. Por eso mismo es tan meritorio lo que cada día dice. Y quería estar callado... No lo puede hacer, pero más que por ego, porque su discurso es tan importante como su táctica.

En Elche el Cádiz CF sumó un punto y frenó una dinámica tan mala como lógica porque se había perdido dos partidos seguidos antes los mejores rivales. Había que puntuar y se puntuó, pero no como quisiera Cervera, que no dudó en hacer ver su enfado, el que ya transmitía en el banquillo y al que le puso voz y forma en la sala de prensa del Martínez Valero. «En ningún momento se vio lo que se debió ver ante un rival con diez jugadores», comenzó disparando en su particular forma de analizar el encuentro que tuvo en su primera intervención post-partido. Ya apuntaba maneras el rapapolvo.

Para Cervera el empate fue justo, pero no por eso destacó a qué se debió el gol del rival. «Nos han tirado una vez y ha sido por un error nuestro en una pérdida de balón en sitios donde ya sabemos que no podemos perderla. Yo no me enfado si se pierde arriba, en determinados lugares y siempre que detrás de la pelota tengamos a seis o siete jugadores , pero donde sí me enfado es que la perdamos donde no se puede perder porque nos cuesta goles. Ahí sí me enfado», destacaba ya subiendo el tono de la crítica a sus jugadores, que también se convirtió en autocrítica.

Como cualquier profesor 'chiflado', a veces, y aunque es tan querido como temido por sus pupilos, piensa que habla con las paredes. Lo deja caer, pero se muerde la lengua para que no se lo lleven los demonios. «Yo todo esto lo digo, lo recuerdo, que no se pierdan balones en zonas peligrosas pero parece que cuando lo digo pues que no se me escuchar o lo que sea...», llegó a decir con la cara de un científico loco incomprendido .

Fue preguntado por si todo lo que estaba diciendo estaba provocado por la ausencia de jugadores claves, más talentosos y con más calidad de los que tuvo que emplear ante las bajas este pasado sábado. Pero no, no se escudó en ello y simplemente repitió el mantra con el que tantas cosas se han ganado. «No hay que cambiar nada, ni cambiarlos», respondió rápidamente cuando se le cuestionó si su equipo no había sabido mover bien el balón debido a que estaba con muchos suplentes. «Simplemente hay que ser consciente de lo que se tiene; el que sabe hacer unacosa que lo haga, y el que no sabe hacerla que no lo haga y que use otras cosas que sí sepa. Contra un equipo con uno menos no fuímos capaces de hacer girar el balón con rapidez y nos cuesta la vida crear peligro. Y esto seguramente sea culpa mía», llegó a decir sin dejar de pisar el mismo charco que sus jugadores. Volviendo a su tesis, lo aclaró más aún. «El que es lento debe saber que no puede dar muchos toques y el que es rápido no debe jugar hacia atrás. Es ahí donde nos perdemos», machacó una y otra vez.

Dentro de su explicación volvió a dejar un dogma de fe que parece que todavía no tienen grabados a fuego sus jugadores. «La posesión yo la entiendo es crear peligro cuando tienes el balón, no tenerlo para que no pase nada o tenerlo por tenerlo», manifestó en clara alusión a un segundo tiempo donde los suyos dominaron el balón pero no necesariamente el partido. Es más, «en once contra once el Elche fue superior porque es un equipo que sabe manejar el balón y salir con facilidad».

Por último, dentro de la clase magistral, recordó que es con los errores de su equipo «cuando el rival se aprovecha, como ocurrió en el gol de ellos», dijo en referencia a una périda de balón que acabó en el gol del Elche.

El Cádiz CF sigue sumando, algo que valoró Cervera, pero lo más importante es que el aprendizaje del grupo sigue su camino. Ahora llega el Barça, y lo hará tras tres formidables llamadas al orden de un entrenador que no por la valía de sus enemigos deja de anotar puntualizaciones para que el grupo mejore.

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